Bodega Garzón, la perla de los vinos uruguayos

Pues sí, Uruguay tiene fabulosos vinos. Como los de esta bodega, enclavada en un fabuloso paisaje de suaves serranías

Al otro lado del Atlántico, entre la alegría brasileña y el carisma argentino, reposa un paraíso slow digno de conocer: Uruguay. Oasis del mate, con parajes de serranías suaves y de playas vírgenes con aguas frías y de un azul intenso, atrae a turistas en busca de una desconexión sencilla aunque selecta. Un lujo disfrazado de hippie chic, pues como dicen en uno de los balnearios más exclusivos de la costa uruguaya, José Ignacio, “aquí sólo corre el viento”.

Uruguay está rodeado por las aguas dulces del río que lo bautiza y del Río de la Plata y por las saladas del Atlántico. Hasta hace pocas décadas atrás, nadie hubiera pensado que ‘el paisito’ pudiera crecer tanto en la calidad de sus vinos, lo que le ha valido un apreciado reconocimiento internacional.

Valorado en el mundo por la uva tannat, cada copa de vino guarda siglos de historia europea heredada, metamorfosis propias, tradiciones familiares y esa brisa del océano que le otorga particularidades sublimes a la vid. Quince de los 19 departamentos uruguayos cuentan con producción enológica, elaborando más de 90 millones de litros de vino en los que predominan cepas tintas como cabernet, malbec, merlot (además de la citada tannat) y blancas como sauvignon, chardonnay y riesling.

Hasta hace pocas décadas, nadie hubiera pensado que ‘el paisito’ pudiera crecer tanto en la calidad de sus vinos

Y en cuanto bodegas, existe un emblema uruguayo indiscutible: la Bodega Garzón. Fue a finales del último siglo cuando la familia Bulgheroni descubrió en Pueblo Garzón su “pequeña Toscana”, como ellos la llaman. Entre las instalaciones turísticas de Punta del Este, La Barra, y José Ignacio –esas costas en dónde todos quieren estar o ser vistos– espera Pueblo Garzón con la amabilidad gaucha, la siesta de tarde, el asado a campo abierto, el mate mañanero y, cómo no, un tannat sin igual.

En Pueblo Garzón reina la serenidad y la tradición. A pocos metros del pueblo, en lo alto de una quebrada y luego de pasar por su encantadora iglesia, se encuentra esta bodega, rodeada por inigualables panorámicas naturales y viñedos coloridos. Con casi 20 mil metros cuadrados, es la primer bodega sustentable de Sudamérica, con una tecnología de vanguardia que aprovecha el sistema de gravedad para la producción vinícola, reduciendo así un 40% la energía a comparación de otras instalaciones. Además, cuenta con la eficacia de la energía eólica y fotovoltaica.

El ‘menu de fuegos’ es la estrella de la gastronomía de Bodegas Garzón, donde también se puede disfrutar de paseos en carruajes y travesías en globo

Su moderna arquitectura y soberbio diseño de interiores hace de Bodegas Garzón un enclave que todo winelover debería conocer y disfrutar. Las actividades que ofrece son variadas: tour por la bodega, paseos en el tiempo en coloniales carruajes, travesías en globo sobre Pueblo Garzón, experiencias de cosechas propias, picnic entre olivares, y para los más exigentes se reserva una comida en su elegante restaurante.

Alegórico por su ‘menú de fuegos’, invita a degustar los sabores más característicos de la región. Esta es la estrella de la casa, con una propuesta frecuente de cuatro pasos a la que van sumando alternativas estacionales: langostinos con polenta a la chapa y alioli ahumado, empanada mendocina al horno de barro y salsa llahua, posta de cordero al grill, o su deliciosa postre de ananá al fuego por nueve horas con mascarpone y toffe de ron.

Este festín de sabores se enaltece con una copa de albariño, la joya de los vinos blancos uruguayos, o una copa de tannat, intenso con gran persistencia en boca, frescura y soberbia. Un vino magnífico para disfrutar de estos parajes donde se mezcla la modestia uruguaya con el lujo internacional.

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