El libro que retrata la Barcelona que está fuera del radar turístico

‘Barcelona, espais singulars’ propone conocer más de 70 edificios, tanto emblemáticos como desconocidos, pero lejos de los estereotipos

Barcelona es mucho más que la Sagrada Familia y el Camp Nou. Mucho más, afortunadamente. En sus dos mil años de historia ha concentrado una extensa gama de estilos y tendencias arquitectónicas. Pero los touroperadores se concentran en el modernismo y el gótico, ponen el foco en diez o quince sitios y los mismos barceloneses los terminan aceptando como los símbolos de su ciudad.

A reparar esta visión limitadora apunta ‘Barcelona, espais singulars’ (editorial Comanegra), una obra escrita por el arquitecto Josep Maria Montaner con la antropóloga Isabel Aparici, y con las impactantes fotografías de Pepe Navarro.

Este libro, no pretende ser una guía de turismo. Busca que los propios habitantes de Barcelona tengan un enfoque diferente de su ciudad y sus explicaciones oscilan entre el enfoque más académico de Montaner y los trazos literarios que aporta Aparici. Como punto de equilibrio, se encuentra la visión integradora de las fotografías de Navarro, autor de una treintena de libros sobre arquitectura y urbanismo de diversas ciudades, desde Valencia a Sarajevo o La Habana. Y por supuesto, Barcelona.

El libro busca un enfoque alternativo de la arquitectura de la ciudad

“Barcelona es una de las ciudades más fotografiadas del mundo. ¿Pero es posible describir una Barcelona llena de historias, fuera de los estereotipos y las imágenes repetidas hasta el infinito?”, plantean en la presentación del libro. El trabajo da una respuesta netamente positiva.

Montaner, actual concejal de vivienda del Ayuntamiento de Barcelona y regidor del distrito de Sant Martí, es autor de más de 40 libros y un experto conferenciante de arquitectura y urbanismo. Este arquitecto describe que para la realización del libro se han elegido 200 espacios, que tras una dura selección quedaron en 75 sitios, “un proceso que garantiza que, aunque se conozca la ciudad, nadie haya visitado todos los puntos”, dice.

La estructura se divide en actividades, sectores y etapas históricas

El libro se estructura en 12 capítulos, que divide a los edificios por etapas históricas o actividades. Por ejemplo, en el apartado de infraestructuras, se conocen la Torre del Reloj en el puerto viejo, el Pati Llimona y sus ruinas romanas, el barroco edificio de Correos, la elegante Estación de Francia o la batería antiaérea del Turó de la Rovira.

Como edificios emblemáticos de diversas etapas históricas, se pasa por el románico de Sant Pau, el gótico del Monasterio de Pedralbes y el Hospital de Santa Creu, el neoclasicismo de La Llotja, y el modernismo, de la famosa La Pedrera o la casa Sayrach y sus arcos de formas anatómicas.

En el capítulo de actividades industriales, están las Atarazanas Reales, la arquitectura industrial modernista de la Fundació Tàpies o de la ex fábrica Casarramona (actual sede de CaixaForum), y los recintos de Can Felipa y Fabra i Coats, entre otros.

En la selección de sitios destacados por la importancia cultural, se descubren la Biblioteca Arús, la Fundación Joan Miró y la moderna Fundación Can Framis; mientras que entre los edificios relacionados con la educación se pueden citar el neogótico claustro de la Universidad de Barcelona o la biblioteca de la Pompeu Fabra, que con sus altos arcos –era un depósito de aguas- parece el interior de una catedral minimalista.

Los pequeños detalles aportan una visión más cercana de los espacios

Lo que se agradece en este libro es la inclusión de pequeños detalles que acercan al lector a edificios que pueden ser conocidos, pero que pueden ser vistos desde un matiz diferente. Por ejemplo, la lucha de la Cerería Subirá, la tienda más antigua de la ciudad que desde 1761 se dedica a la venta de velas, y que soporta con estoicismo los embates de la especulación inmobiliaria. O por hablar de resistencia, la de la sede del Gremi del Velers, que se salvó del derribo cuando urbanizaron la Via Laietana, porque las autoridades del Palau de la Música la querían tirar abajo para que no tapara la fachada de su sede modernista.

También se rescatan pequeños rincones que los barceloneses quizás no sepan que existan, como la bonita calle Aiguafreda, en Horta, que conserva sus pozos de agua en donde abnegadas mujeres lavaban la ropa de sus clientes burgueses.

Al final del libro, en un índice se precisan las direcciones de cada uno de los puntos elegidos. Pero su inclusión no es cómoda, probablemente lo mejor hubiera sido un pequeño mapa de ubicación en cada texto, para que el lector pueda asociar rápidamente dónde ubicar cada sitio.

Por ahora la obra se presenta en catalán, pero fuentes de la editorial indicaron a Cerodosbé que se proyecta traducirla al castellano y al inglés, para que más personas puedan descubrir a las muchas Barcelonas que se presentan en la ciudad.

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