Esenciales para un viaje a Sudáfrica alternativo y resultón

Es el momento de conocer a fondo el país más conmovedor del continente. –Desde los esfuerzos de las nuevas generaciones por reposicionar Johannesburgo, hasta dónde escuchar y bailar jazz (sí, y también el mejor spotting de fauna salvaje)

Sudáfrica es uno de los países más deslumbrantes del continente y siempre asegura una grata bienvenida. Está plagado de cultura, con 11 idiomas oficiales, y pueblos rebosantes de energía. En el reverso se hallan las cicatrices del racismo, un sistema político corrupto sin parangón, una economía con el 27% de paro y un crecimiento de producto interior bruto del 0%, por segundo año consecutivo. La sociedad sigue “apartada”, aunque las leyes del apartheid quedaron atrás hace dos décadas, debido a las más que evidentes separaciones de índole financiero.

Los nuevos alambres de espinos que dividen hoy a blancos y negros, igual que antaño lo hacían los muros físicos o los restaurantes sólo para níveos, son las diferencias sociales: si se plasman en un mapa, da la sensación de que pocas cosas evolucionaron en la nueva Sudáfrica que nació con la llegada de la democracia.

Desde el punto de vista sólo condicionado por el interés político y social, la visita al país puede resultar decepcionante. El sistema no levanta cabeza para todos los sudafricanos y se ceba, aparentemente, con los de siempre.

¿Qué vamos a encontrar en Sudáfrica?

La verdadera razón por la que cada año más españoles pasan su tiempo libre allí tiene que ver con la majestuosidad de la fauna salvaje y los espacios naturales. Desde las playas vírgenes del Cabo, en el sur, a los safaris de las mesetas del norte. De una punta a la otra, las tradiciones nativas y la influencia europea afloran en una especie de “buen rollo” que está al margen de la calamidad económica y política. Sudáfrica parece feliz hasta en los suburbios. En Johannesburgo, las nuevas generaciones aspiran a convertir la ciudad en la nueva Londres.

Si vais (Iberia ahora lo pone muy fácil con tres vuelos semanales directos desde Madrid) y prestáis atención, podéis ver que apuntan maneras. No es que hayan adaptado el momento carca de la hora del té, pero sí se han apropiado del brillante happy hour. Allí lo llaman “sundowners” y tiene incluso reminiscencias españolas.

Al atardecer, los que pueden, van de fiesta en fiesta y de azotea en azotea –momento muy madrileño—. La ciudad no es amable para la vida urbana y, hasta cierto punto, irradia agresividad. Pero Maboneng, el distrito cool, da sosiego entre copa y copa.

Una realidad que no se puede esconder

Johannesburgo está al margen de lo que hayas podido ver en otras áreas metropolitanas. Si quieres palpar la realidad del país, Soweto es donde debes estar. Ni el halo de Nelson Mandela, que envuelve este distrito, ni los selfies de Barack Obama deben cegarnos. Es un barrio de chabolas en donde “viven” seis millones de personas. En España, es como si toda la población de Cataluña permaneciera entre cartones. Este escenario, apartado de  lo previsible, es caldo de cultivo para nuevos creadores.

Ellos han empezado a transformar la macro urbe (con 11 millones de vecinos) y, suponemos que, próximamente, harán de Johannesburgo una ciudad palpitante desde el punto de vista cultural y gastronómico. Para muestra, un botón. El 44 Stanley, antiguo complejo industrial, es ahora un punto comercial con cierto encanto, compuesto de pequeñas boutiques de diseñadores locales, tiendas de decoración tribal con tallas de madera impactantes, restaurantes y cafés.

La transformación de la zona empezó hace una década. Otras evoluciones, las que impostó el mundial de futbol, están al borde de la ruina. El estadio en el que la selección española ganó la Copa del Mundo de 2010 es un mito decadente. Pasemos página.

El impacto de la naturaleza sin masificaciones turísticas

Lo bueno de Johannesburgo es también la accesibilidad que da a los tesoros naturales del país. La tendencia es ir al parque Kruger. Fundado en 1926 para controlar la caza mayor, ejerce hoy una labor de preservación brillante. Sin embargo, nuestra alternativa pasa por la reserva de Entabeni.

A tres horas en coche, en una ruta cómoda gracias a una autopista en perfecto estado, se ubica esta zona salvaje de 22 hectáreas. Dispone de cinco espacios con alojamiento para una capacidad máxima de medio centenar de huéspedes. Como en Kruger, en Entabeni están presentes los cinco grandes, pero hay más intimidad. El idilio con rinocerontes blancos, elefantes, búfalos de agua, leones y leopardos es, insisto, la principal motivación de los españoles para ir a Sudáfrica. Pero se equivocan. Los paisajes a la puesta y salida del sol, sus olores, sus colores y su cielo estrellado… Además del spotting de animales, explorar la Vía Láctea es un valor irreconocido del lugar.

El ritmo de Ciudad del Cabo

El sur del país representa, de lejos, lo mejor en naturaleza y turismo urbano. Ciudad del Cabo es la Boston de Sudáfrica. Una urbe de tres millones y medio de habitantes de clara influencia sajona. Es aspiracional, ordenada, segura y vibrante. Algunos indicadores: un apartamento de alto nivel, frente a sus espectaculares playas, cuesta el equivalente en moneda local a 200.000 euros. El mejor momento para visitarla es abril, cuando se celebra el festival de jazz más importante del continente. Hasta 30.000 forofos se dan cita allí no sólo para escuchar, sino para bailar y mucho.

Coincide que también es la mejor época para visitar el Cabo, la parte más austral de África. El parque natural ofrece un producto turístico vanguardista y respetuoso con el entorno. Nuestra recomendación es que contratéis una excursión de tres días a pie. Cada noche tendréis reservada una cabaña en plena naturaleza. Dormiréis rodeados de proteas. Estaréis cerca de una de las playas más espectaculares del planeta, la de Muizenberg. Y para paletas de colores, de regreso a la ciudad, las del mercado de flores de Adderley Street. Más tarde podéis cenar en Mama África.

Fácil para llegar y volver

La visita a Sudáfrica es conmovedora y sencilla. Desde España, los trámites de frontera no implican más esfuerzos que los que requiere visitar los Estados Unidos. A diferencia de otros países africanos, no es preciso doparse de vacunas antes de subir al avión. Siempre es recomendable un buen anti mosquitos (extra fuerte), particularmente si vais a los parques naturales. Una app indispensable para organizar el viaje es Africa Live. La puerta de entrada y salida será el aeropuerto internacional OR Tambo, una instalación práctica, mejor que decenas de aeropuertos europeos, con un servicio de seguridad simpatiquísimo, sin excepción.

Ni el pasado social ni el actual clima político y económico pueden tumbar a estas gentes maravillosas.

A tener en cuenta:

Hoteles: Sandton Towers (200 euros/noche) y el Four Seasons (400 euros/noche) en Johannesburgo; y el Cullinan en Ciudad del Cabo (150 euros/noche).

Cómo llegar: Iberia, en vuelo directo desde Madrid los lunes, jueves y viernes. Duración del vuelo: 10 horas en ambos sentidos. Precios medios con salida en 30 días: 668 euros i/v en clase turista y 3.000 euros i/v en clase business.

a.
Ahora en portada