Cinco restaurantes ineludibles de BCN para celebrar el día de la croqueta

Los amantes de esta delicia gastronómica tienen este 16 de enero una cita imprescindible para pegarse un homenaje

Lunes 16 de enero. Se te pegan las sábanas. No consigues abrir los ojos. Vuelve a tocar madrugar y se te cae el mundo encima. Necesitas un aliciente. La Navidad se ve cada vez más lejos por el retrovisor de a diario, pero no así las ideas para potenciar el marketing y el consumismo. En este caso, no sé quién tuvo la bendita ocurrencia, ni por qué. Poco importa. ¡Feliz día internacional de la croqueta!

Para celebrar esta ocasión tan especial –sobre todo para los que hablamos sobre croquetas día sí y día también, pues hoy, al fin, tenemos una excusa justificada para hacerlo– os presentamos una ruta compuesta por cinco restaurantes ineludibles en Barcelona. En todos ellos podréis degustar sabrosas croquetas a un precio razonable: todas cuestan menos de dos euros por unidad. 

5 La Pepita -- Calle Còrsega, 343

No es un restaurante especializado en croquetas, ni mucho menos. Pero tienen el acierto de darle un toque de gracia y de mimo a casi todos los platos que elaboran. Es uno de los establecimientos preferidos por los turistas que vienen a visitar Barcelona y coger mesa cualquier noche entre semana puede convertirse en una auténtica odisea. El local es especialmente estreho.

La carta tiene una sorpresa especial para amantes de las croquetas: “La croqueta ibérica V.I.C (Very Important Croquette)”. Se trata de un croquetón de jamón que viene acompañado de lonchas de jamón ibérico. Sin embargo, no podemos recomendarla porque el precio (4€ ud.) es algo excesivo. En cambio, pasan más desapercibidas las croquetas de pollo a la cazuela con salsa romesco. Pero son mucho más recomendables: la ración de cuatro croquetas cuesta cinco euros.

Otro de los platos estrella del local, necesario para completar una noche de tapas, son los calamares a la romana con mayonesa de kimchi (7,50€). 

4 Morrysom -- Calle Girona, 162

A tiro de piedra de la Pepita nos encontramos el Morrysom. Un bar de batalla de los de toda la vida. Lo fundó Pedro Sausor y con los años han cogido el testigo sus dos hijos, Óscar y Pedro. El trato distendido y 'cachondo' es una de las características que invitan a volver al local, donde te hacen sentir como en casa. Jordi, uno de los camareros, se encarga de que así sea.

Con la comida casera por bandera –se les da mucho mejor que el futbolín–, su especialidad se divide en dos frentes: el menú del mediodía y, por la noche, las tapas. Entre ellas destaca su ineludible croquetón de pollo. Cuesta solo 1,20 euros, pero es muy contundente. Como complemento, hacen unos calamares guisados o a la plancha con alubias de Santa Pau para soñar. 

3 Flash Flash -- Calle La Granada del Penedès, 25

Restaurante emblemático. Icono de la Barcelona de los años 60. El local fundado por Alfonso Milà y Leopoldo Pomés está a punto de cumplir su 50 aniversario. Fue rompedor en su momento. Enseguida se convirtió en lugar de encuentro imprescindible para artistas, bohemios y políticos catalanes de la época. Hoy en día no es raro toparse con Loquillo o Daniel Brühl en alguno de sus alargados sofás blancos mientras el iluminado parece acosarlos en forma de paparazzi.

Ha pasado el tiempo pero sigue de moda. No hacen reservas y raro es el día que no hay cola para conseguir una mesa. No es solo gracias a sus más de 50 tortillas. Sus croquetas, cuya carta fue recientemente renovada, han mejorado con los años. Especialmente sabrosas son la de pollo (1,70€) y la de jamón (1,80€). Aunque el plato estrella del Flash Flash son las hamburguesas (sin pan). Paul Newman dijo una vez que allí probó la mejor hamburguesa de su vida. No es el único. 

2 Minyam -- Calle Pujades, 187

Dejamos l'Eixample para cruzar media Barcelona y plantarnos en pleno Poblenou. Allí encontramos Minyam, un restaurante de reciente creación, aire sofisticado y trato muy agradable. Las cortinas rojas que decoran el local recuerdan que después de las comidas y cenas también dedican su espacio a la noche como bar de copas (uno de sus socios está vinculado a la discoteca Marula).

Abrimos la carta y nos encontramos con una sorpresa: croquetas de jamón ibérico y bacon ibérico ahumado (1,90€ ud.). Una señora croqueta. Tosca por fuera, crujiente, y suave por dentro, con una bechamel conseguida y el ligero sabor del bacon y la cebolla merodeando. Otros platos recomendables: pulpo con crujiente de arroz verde, ostras de la pasión y sus calamares andaluza. 

1 Casa Palet -- Calle Laforja, 9

Tocando al barrio de Gracia nace en 2009 el restaurante Casa Palet. Sin embargo, estamos ante un negocio de toda la vida. La tienda fue fundada en 1920 y, desde entonces, han vendido embutidos, quesos, carnes y muy buenos vinos. Decidieron dar un paso más. Mantener la venta al público y añadir el comedor, en la planta superior. Y entonces se lanzaron con las croquetas.

Cuentan con jamón ibérico del mejor y se nota en cada croqueta (1,50€ ud.). Crujientes al principio, después se deshacen en la boca y deja poso el sofrito utilizado para potenciar su sabor. Como complementos perfectos tienen la tortilla de bacalao, su ensaladilla rusa con yuca, unos sabrosos calamares a la andaluza, los pies de cerdo o el rabo de toro deshuesado. Aunque si tenéis hambre no podéis dejar de pedir la hamburguesa a la piedra o el chuletón. Ambos de dimensiones siderales.  

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