¿Los turistas pueden hacer lo que quieran en España?

El flashmob organizado por unas monitoras alemanas en Platja d’Aro desata un ataque de histeria colectiva, y reabre el debate sobre la permisividad con el turismo extranjero en España

Sus organizadores habrán pensado que era una idea divertida e inocente, pero se les fue de las manos y han causado el pánico. El flashmob (puesta en escena callejera) que habían organizado cinco monitoras alemanas en Platja d’Aro (Girona) pretendía simular la persecución a dos famosos por un grupo de paparazzis.

Es cierto que nadie dijo la palabra “bomba” ni se disfrazaron con atuendos orientales ni nada que pueda dar una idea de un ataque. Pero en estos días de hipersensibilidad popular tras los atentados terroristas en Niza y otras ciudades de Europa, todo lo que parezca a una huida desata el miedo, y de ahí a la histeria colectiva hay una delgada línea.

La frenética carrera de las monitoras y los adolescentes por el centro de Platja d’Aro se convirtió en una estampida, que terminó con once heridos leves, entre contusos y algunos ingresados por ataque de ansiedad.

 

 

El cabreo de autoridades y operadores turísticos

Horas después, con la cinco organizadores en libertad provisional y los ánimos más sosegados, se reabrió el debate sobre la permisividad de los turistas en los destinos españoles, sobre todo los que vienen en búsqueda del turismo de chanclas o de borrachera.

El ayuntamiento de Platja d’Aro, enfadado por las consecuencias que ha tenido la broma, anunciaron que prohibirán los flashmob que no estén autorizados previamente. Su alcalde, Joan Giraut, no descarta que se hayan vulnerado algunas ordenanzas “y actuaremos en consecuencia”, como presentarse como acusación “en caso de que el juez vea delito”.

También la Asociación de Hostelería, Restauración y Ocio de Castell-Platja d’Aro i S’Agaró quiere las cabezas de las responsables, y pidieron personarse contra las cinco monitoras, y pedirán “la pena más alta prevista en el Código Penal” por desórdenes públicos, que –dicen- podría llegar a los seis años de cárcel.

Para Joaquim Boadas, secretario general de la Fecasarm (Federación Catalana de Asociaciones de Actividades de Restauración y Musicales), no se puede permitir «que hechos como estos vuelvan a suceder, ya que se echa por tierra todo el trabajo hecho en materia de civismo y convivencia».

El desprestigio de un turismo lamentable

No hay verano en que no se difundan noticias sobre incidentes o comportamientos incívicos de turistas en los destinos de playa. En Magaluf (Mallorca), la revelación de fiestas donde se organizaban exhibiciones de sexo oral a cambio de copas destapó las consecuencias del turismo de borrachera más rancio.

El ‘balconing’, la práctica de saltar entre balcones de hoteles o apartamentos, es otra consecuencia del turismo desenfrenado. Entre 2010 y 2013 murieron 13 jóvenes, y al menos otros cinco más el año pasado, pero como la policía caratula las muertes como accidentes, no se termina de saber su número exacto.

Una joven británica que quedó gravemente herida por este riesgoso pasatiempo sirvió de contraataque de las autoridades de Salou (Tarragona) para que se ponga coto a la Saloufest, un macrofestival de borrachera y descontrol organizada para jóvenes británicos.

 

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