México quiere ser más que Riviera Maya (si la seguridad le deja)

El país trata de incentivar una oferta turística más allá del todo incluido de sol y playa

Hay vida más allá de Cancún y Riviera Maya para el turismo mexicano. La administración que lidera el presidente Enrique Peña Nieto tomó el sector como motor económico hace ya un lustro y, pese a no contar con los mejores índices de popularidad entre la población, ahora quiere diseminar los beneficios por todo el país. No obstante, se topa un obstáculo que dificulta la llegada de los visitantes a todo el territorio: la inseguridad de algunas regiones.

Empresarios y políticos destacaron en la inauguración de la Feria Tianguis Turístico, celebrada en Acapulco, la necesidad de garantizar la tranquilidad de los turistas con tal de ampliar el abanico de destinos, pues actualmente sólo cinco regiones aglutinan el 90% de las llegadas: Cancún, Los Cabos y Puerto Vallarta (propuesta de playa) y Guadalajara y Distrito Federal (turismo urbano). Un debe que todavía figura en el currículum.

La rueda del turismo ha empezado a girar en México, que cada año suma 12.000 nuevas habitaciones de hotel. No sólo camas: el volumen de visitantes se elevó de los 23 millones de 2012 hasta los 35 y el gasto creció de los 11.000 millones de euros a los 18.000 millones. De este modo, la República quiere erigirse como la tierra de las oportunidades para los hoteleros, pues prevé ampliar la flota de alojamientos en un 60% para alcanzar los 50 millones de llegadas.

De este modo, quiere encontrar su nuevo Yucatán. Y si pueden ser varios, mejor. Propuestas no le faltan. El país norteamericano presume de 181 parques naturales, 34 lugares Patrimonio de la Humanidad y de hasta el 10% de las especies animales del planeta.

El secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Taleb D. Rifai, no duda en elevar su condición a “un mundo propio dentro de otro mundo” por la nutrida diversidad cultural y gastronómica que luce. Así, en poco se asemejan ciudades como Oaxaca, a pocos kilómetros de Guatemala, al Estado de Baja California Sur, descrito por el investigador Jacques Cousteau como “el acuario del mundo”.

Sin embargo, México asume que no será una potencia turística sin que los primeros turistas sean los propios mexicanos. La conectividad aérea es clave para lograrlo en un país en el que un sinfín de rutas interiores deben atravesar el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México. Compañías como Aeromar e Interjet asoman la cabeza ante la oportunidad.

Las infraestructuras, pero, también requieren la tranquilidad que demanda el visitante. Sin ella dejarán de ser casos aislados despedidas como la de la naviera Holland America, que ha suspendido sus escalas en Acapulco para los próximos dos años por “cuestiones de seguridad”. Un anuncio que golpea el renacer de la perla del Pacífico en plena celebración de la mayor feria turística del país y que quiere erigirse como un polo de atracción en el nuevo México.

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