Así funciona la mafia de los ‘instagrammers’ de viajes

La compra de seguidores, me gusta y comentarios está a la orden del día con tal conseguir patrocinadores

En las fotografías todo es maravilloso: paisajes espectaculares, sonrisas de anuncio y cuerpos moldeados. Instagram se ha convertido en la red social del momento y de la mano de los denominados influencers las marcas pretenden sacar tajada. El sector de los viajes y el turismo no es una excepción, pues hoteleras, aerolíneas y destinos hacen cola para ser el escenario de la última instantánea del usuario de moda. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce.

La plataforma se ha convertido en una maquinaria de hacer dinero para aquellos perfiles más populares. Con los billetes han llegado las trampas de la denominada ‘mafia de Instagram’. Así lo denuncia la fotógrafa Sara Melotti en un artículo en la edición australiana del Daily Mail. “Recuerdo cuando todo se limitaba a mostrar el arte y la creatividad de una, ahora la promesa del dinero ha creado un juego de números tóxico”, compara.

La instagrammer lamenta el momento en el que los usuarios dejaron de ver la red social “como una plataforma creativa”. “Se convirtió en un lugar para la publicidad, en la que nosotros somos vallas publicitarias para marcas, ya que a través nuestro llegan a los consumidores de una manera más efectiva”, lamenta.

Los trucos se dispararon en 2016. El año pasado, Instagram decidió cambiar el modo en el que mostraría las fotos a los internautas: abandonó el orden cronológico y lo sustituyó por un algoritmo que interpreta los gustos de los usuarios. “Nuestros números empezaron a caer, la gente dejaba de ver nuestras imágenes y algunos reaccionaron para engañar a este algoritmo”, rememora.

 

My favorite one 🙂 ….#followmeto Myanmar with my love @natalyosmann

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La primera reacción consistió en acudir a las empresas de compra de likes, comentarios y seguidores. Comercializados a granel, cualquier hijo de vecino puede hacerse con 100 fans por menos de 5 euros. Por algunos centenares es sencillo alcanzar un volumen suficiente para asemejarte a una estrella de la red. “Nunca fui capaz de ir tan lejos”, garantiza Melotti.

Otros optaron por llamar la atención siguiendo de manera fugaz a un gran número de usuarios y comentar páginas al azar –o pagar a alguien para que lo hiciera–. “Robots de comentarios como Instagress o Archie crecieron como setas”, explica.

Una estrategia diferente siguen aquellos que sólo acuden a los puntos más populares para subir sus fotografías. “Aseguran más éxito, pero la gente simplemente va, se toman las fotos y se largan sin disfrutarlos”, lamenta.

Sin embargo, los usuarios pueden convertirse también en víctimas si quieren aumentar su popularidad. Famosas son las cuentas de Instagram colectivas en las que se recopilan imágenes de autores diversos. “Una vez me pidieron hasta 400 euros por poder aparecer en una”, denuncia. “Es como si un fotógrafo pagara para aparecer en una revista”, ironiza.

Hay más. Otra de las trampas para hinchar el número de comentarios es el intercambio en grupos de entre 10 y 15 instagrammers. “Cada vez que alguien publica una instantánea, la cuelga en el grupo y todos la comentan y le dan like”, desvela.

Pero el secreto mejor guardado de estos influencers ha logrado engañar al algoritmo de la red social con una estrategia que garantiza el éxito. “Cuando cuelgas una fotografía, es vital lograr un gran número de interacciones en los primeros 30 o 45 minutos”, señala. De hacerlo, la imagen caerá en la página de sugerencias de centenares de miles de personas, algo que se traducirá en miles de likes de manera segura.

Por ello, son muchos los usuarios que envían las imágenes a grupos de Whatsapp y Facebook con tal de lograr comentarios positivos de personas que no son verdaderamente sus seguidores.

Con este abanico de trucos “es muy sencillo engañar a las marcas para que te contraten”, advierte. De hecho “la mayoría de empresas que pagan por cada post son conscientes de que los números que ven están increíblemente inflados”, añade. “Sólo es necesario tener el tiempo y el dinero suficiente”, zanja.

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