La plantilla de Iberia espera otra ronda de jubilaciones doradas

Sindicatos y empresarios prevén un ajuste similar al del último ERE, alejado de la beligerancia del año 2013

Las escenas de crispación se quedarán esta vez en el álbum de fotos. El presidente de Iberia, Luis Gallego, confirmó el fin de semana lo que ya había avanzado ante los inversores: La aerolínea realizará un tercer ERE, voluntario, que afectará a mil personas. Unas condiciones parecidas al del anterior, que afectó a 1.400 trabajadores y que ha terminado este mismo año.

La comisión de negociación todavía no se ha constituido, pero fuentes vinculadas al proceso explican a Cerodosbé que lo lógico sería que las negociaciones arrancaran en noviembre. La parálisis se debe a la interinidad de los representantes sindicales de UGT, que el próximo mes tiene convocado unos comicios para escoger los dirigentes del sector aéreo.

Las condiciones que esperan desde la plantilla harían que los escalones rasos no perdieran prácticamente dinero con su salida. Sólo los pilotos -a los que también se les pasará la tijera, sostienen fuentes sindicales- perderían poder adquisitivo con su marcha. De momento, Gallego sólo señala a las oficinas centrales y a los empleados de mantenimiento, handling y tripulación de cabina. «Se nos ha generado un pequeño excedente que nos gustaría ajustar», justifica.

Pese a que a lo largo de este año varios trabajadores a tiempo parcial pasarán a jornada completa, «una salida masiva en algunos centros implicaría una carga de trabajo inasumible»

Uno de los puntos de discrepancia nace en la cantidad de personas que podrán adherirse a las bajas incentivadas. El millar de despidos propuesto parece una cifra corta para uno de los sindicatos mayoritarios. «Vamos a proponer subirlo a unos 1.500 si las condiciones son buenas», ilustran. Desde los minoritarios son más prudentes y, si bien están convencidos que se cumplirá el cupo con las partidas voluntarias, rebajan el cupo a 1.200.   

Sin embargo, advierten que se debe tener en cuenta la realidad de cada centro de trabajo de Iberia. Algunos, como el Aeropuerto de El Prat, «ya están suficientemente castigados y necesitan más personal». Pese a que a lo largo de este año varios trabajadores a tiempo parcial pasarán a jornada completa, «una salida masiva implicaría una carga de trabajo inasumible«.

A expensas de empezar a negociar, todas las partes aspiran a vivir unas conversaciones templadas y repetir un final feliz como en los tres Expedientes de Regulación de Empleo anteriores. Desde la compañía lo tienen claro y, como repite asiduamente Gallego, «sólo se hemos hecho la mitad del trabajo para alcanzar la rentabilidad deseada».

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