Así es Ángel de Cabo, ‘el liquidador’

El nuevo 'dueño' de Viajes Marsans y Nueva Rumasa empezó como fontanero

Ángel de Cabo, o el Edward Lewis valenciano, es un empresario orgulloso de haber comenzado desde lo más bajo como fontanero y cuya meta en la vida ha sido convertirse en el hombre de negocios que era Richard Gere en Pretty Woman, según su entorno.

Le atrapó ese personaje ambicioso, poderoso y joven que se dedicaba a comprar empresas al borde de la quiebra para trocearlas y venderlas por partes y así amasar una inmensa fortuna. Pero De Cabo no ha gozado de tan buena reputación y por ello se ha fraguado el sobrenombre de el liquidador.

‘El salvador’ de las empresas en quiebra

Su modus operandis es sencillo. Se acerca a los empresarios en un momento de debilidad en el que ven como sus empresas están a punto de caer y les hace creer que será la solución a todos los problemas económicos. Con esta estrategia, este empresario valenciano ha conseguido controlar firmas de gran calibre como Marsans, Nueva Rumasa o Teconsa y otra pequeñas como Omega Urbacivil o Maderas Alcama. Se ha hecho con el control de todas ellas, a precio de saldo.

Su nombre se hizo más conocido cuando decidió comprar Marsans al ex presidente del grupo y de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, a través de la sociedad Possibilitum Business SL. Esta operación, lejos de calmar las aguas, no hizo más que aumentar la tensión que ya se había creado entre los trabajadores –hartos de no cobrar– y la dirección.

Como nuevo administrador de la sociedad, De Cabo se lavaba las manos respecto a la deuda pendiente con proveedores y empleados y les remitía de nuevo al anterior propietario. Mientras, y según apuntaba el informe de la administración concursal, se realizaban supuestas irregularidades como el desvío de fondos a otras empresas y el cobro de elevados sueldos hasta que meses después la caja de Marsans quedó completamente vacía.

Grandes imperios

Pese a las presuntas irregularidades cometidas en Marsans, fuentes próximas a la familia Ruiz Mateos aseguran que Díaz Ferrán aconsejó a los dueños de Nueva Rumasa que vendiera parte de las sociedades del grupo a De Cabo. Y, tras varios meses de negociaciones, así fue. El liquidador se quedó con varias sociedades de Nueva Rumasa por un euro cada una bajo la sociedad Back in Business, dedicada a la venta y fabricación de jabón.

Pero las aspiraciones de Ángel de Cabo no siempre se limitaron a España. El empresario incluso llegó a plantear un proyecto para el gobierno libio de un megacomplejo turístico que incluía miles de apartamentos, hoteles de lujo e incluso una mezquita. Pero esta idea jamás se llevó a cabo y todo quedó en el aire.

Cuentas en paraísos fiscales

Pese al hermetismo y el secretismo que siempre han rodeado a este empresario, su caja de Pandora se abrió cuando la fiscalía de Ginebra comunicó a la Audiencia Nacional española la existencia de casi cinco millones de euros en una de las cuentas de Ángel de Cabo en Suiza que podría haber depositado Díaz Ferrán mediante una filial del Grupo Marsans.

Esta información puso en el punto de mira al empresario valenciano, que, además, está acusado desde el pasado febrero de “practicar extorsión, coacción y/o amenazas a administradores concursales, jueces u otras personas que pudieran hacer peligrar sus planes”, según apunta un auto dictado por el magistrado de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz.

¿El fin?

Con la entrada este lunes en su casa en Chiva (Valencia), De Cabo ha sufrido el mayor varapalo en su carrera como el liquidador. Está acusado junto a Díaz-Ferran de un presunto delito de alzamiento de bienes y blanqueo de capitales, según fuentes policiales. La detención se ha producido en una operación en la lucha antiblanqueo denominada operacion Crucero.

En los registros, la policía ha encontrado un kilo de oro y 150.000 euros en metálico en el domicilio de Díaz Ferrán, así como 400.000 euros en la vivienda de Ángel de Cabo. Éste podría ser el final de la historia del que aspiraba a convertirse en el personaje que encarnó Richard Gere.

a.
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