Dufl hace y lleva la maleta al viajero de negocios

Su funcionamiento es muy sencillo. El usuario simplemente tiene que descargarse la aplicación (online o a través de un dispositivo iOS o Android), registrarse en el servicio y solicitar un kit de bienvenida, que incluye una maleta Dufl.

Entonces debe llenarla esa única vez con todas aquellas cosas que siempre lleva en sus viajes. Posteriormente, Dulf recoge esa maleta y la lleva a su almacén, donde los artículos son inventariados, limpiados, fotografiados y almacenados en el armario virtual del usuario.

Con las manos en los bolsillos

Cuando ese cliente tenga el próximo viaje, tendrá que utilizar la aplicación para seleccionar qué ropa y objetos de ese armario virtual quiere meter en la maleta, cuyas fotos se pueden consultar en el smatphone. Luego, basta con que introduzca la fecha de salida y el punto de llegada, y Dufl se encargará de que la maleta le esté esperando cuando llegue al hotel. Asimismo, cuando vaya a abandonar el establecimiento, deberá avisar a Dufl para que una camioneta pase a recoger su equipaje por recepción, y disponerse a viajar con las manos en los bolsillos.

El precio de este servicio es de 10 dólares por el abono mensual, más 100 dólares por viaje por la expedición del equipaje -que se hace en colaboración con Fedex-, la recogida, la limpieza y el planchado. Un precio bastante asequible, sobre todo para los viajeros de negocios.

Democratizando el lujo

Lanzada en mayo de 2015, Dufl está pensada para viajes dentro de Estados Unidos, aunque también funciona para trayectos con destino a Europa, Canadá, Japón, Hong Kong o Sidney. «Este tipo de aplicación permite democratizar a través de Internet unos servicios de lujo que hasta ahora estaban reservados sólo a unos pocos», indica Bill Rinehart, presidente y fundador de Dufl.

«Desde que comenzamos, ya hemos entregado maletas en más de 250 ciudades de Estados Unidos y en un número creciente de destinos internacionales. Estamos cambiando las reglas del viaje, como tener que llegar al aeropuerto con horas de antelación para facturar, esperar en la sala de recogida de equipajes, pagar por una maleta extra o estar pendiente del trolley. Lo que realmente ofrecemos es un viaje sin ataduras», añade Rinehart.