El enoturismo alcanza el 10% de los ingresos de las bodegas

Las visitas turísticas a las viñas se han convertido en buena alternativa para seguir creciendo

Todo comenzó por convicción, pero ha terminando convirtiéndose en una parte importante del negocio de las bodegas. Las visitas turísticas a los centros productores de vino en el Empordà (Girona) han alcanzado el 10% de los ingresos de las bodegas.

De los 50 productores de la zona, 17 ya ofrecen visitas guiadas como método alternativo para la obtención de ingresos. El patronato de Turismo Costa Brava-Girona ha reforzado la promoción ecoturística como un eje estratégico para la atracción de visitantes nacionales y extranjeros.

Pisar la uva

Las bodegas, que han comenzado la vendimia hace pocos días, ofrecen visitas guiadas para transmitir una experiencia completa del proceso de recogida y procesamiento. “Los paseos incluyen la cata de las uvas en el terreno y, una vez en las bodegas, los visitantes pueden pisar las uvas en el barril y prensar las uvas como se hacía con los métodos tradicionales”, explica Josep Serra, propietario de la bodega La Vinyeta y miembro del Patronato de Turismo de Girona-Costa Brava.

Las entradas más comunes a las bodegas oscilan entre los 15 y los 20 euros. Por lo general incluyen una visita al campo, la participación en el proceso de producción de la uva, la cata de los diferentes mostos y una degustación final. Para grupos, las bodegas también organizan desayunos y comidas a pie de campo.

25% de crecimiento anual

Las empresas comienzan a fidelizar al público extranjero que generalmente pernocta en la Costa Brava. “El año pasado tuvimos 5.000 visitantes y este año esperamos 6.500. Nuestra bodega recibe especialmente turistas belgas y alemanes, pero hay otras que captan más visitantes de Inglaterra o de Francia”, explica Serra.

El auge del enoturismo se expande por el Empordà aunque muchas bodegas no disponen de los recursos para recibir visitas por falta de infraestrutura y personal. La oficina de turismo está integrando las ofertas de restaurantes, hoteles y bodegas.

Y el mercado no para de crecer. Una de las bodegas catalanas, Espelt, ha creado el museo del vino en Roses, que intenta transmitir al visitante la experiencia sensorial de las visitas a las tierras vinícolas.

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