Portugal impulsa una ruta europea por las minas de wolframio nazis

El itinerario busca conectar al país con España, Francia o la República Checa a través de clústers turísticos

“El turista quiere historias y hay que crearlas para él”. Esta frase del profesor de Investigación de Mercados en la Universidad Carlos III de Madrid, Julio Cerviño, se aplica perfectamente al proyecto impulsado por el Instituto Superior de Turismo de Portugal, que pretende conectar a varios países europeos a través de una ruta por las minas de wolframio de la Segunda Guerra Mundial.

La propuesta ha sido recibida con interés en Europa. Hasta tal punto, que expertos del Instituto Europeo de Turismo ya han comenzado estudios en yacimientos abandonados de Galicia y Portugal con el objetivo de valorar la viabilidad del proyecto en un periodo máximo de tres años.

«Empezamos hace un año y nos quedan dos para seguir localizando puntos de referencia, pero ya contamos con las minas portuguesas de Río de Frades en Aveiro y otras 10 lusas, las gallegas de Monte Neme en Carballo –A Coruña– y la Ciudad de los Alemanes en Carballeda de Valdeorras –en Ourense– y otras dos en Francia, además de diez asociaciones y comunidades locales que estarán en la elaboración del proyecto y su posterior puesta en marcha», ha explicado Luis Ferreira, del Instituto Superior de Ciencias Empresariales y de Turismo de Portugal (ISCET). La idea es que los itinerarios se gestionen a través de clústers turísticos y que estos dinamicen la oferta para viajeros y potencien la economía de las zonas rurales.

La historia

Y todo ello para contar una historia que se remonta a la Segunda Guerra Mundial. Las minas de wolframio fueron fundamentales para mantener el pulso armamentístico, sobretodo para el gobierno Nazi que, a diferencia de los aliados, no disponía de reservas propias.

A Portugal, país neutral en el conflicto, llegó tecnología francesa y alemana para las explotaciones mineras, lo que fue decisivo, no sólo para las cuentas del país, sino para la modernización de zonas rurales. En España fue sobretodo en Extremadura y en Galicia donde se encontraron yacimientos.

El contrabando con Galicia

Una de las posibles ramificaciones del proyecto afecta directamente a Galicia y a su línea fronteriza con Portugal. La Xunta ya respaldó algunos proyectos de ayuntamientos ‘rayanos’ para la puesta en marcha de centros de interpretación del contrabando, el tráfico de mercancías clandestinas que se produjo entre gallegos y portugueses tras la posguerra. Entre ellos, según especifica el estudio del ISCET, estaba el wolframio, que atravesó la frontera en ambas direcciones debido a sus oscilaciones en el precio.

El proyecto plantea ligar la memoria del contrabando con la ruta europea del wolframio, de cara a crear un imaginario que conecte Galicia, Portugal y Extremadura con el resto de Europa. «El estraperlo fue fruto de la necesidad en el pasado y puede volver a ser una oportunidad en el futuro», sentencia Lidia Aguiar, miembro del equipo del ISCET para este proyecto.

¿Qué se quiere mostrar?

Entre las dificultades que plantea esa posible Ruta Europea del Wolframio está el abandono total de muchas minas, pues sólo algunas mantuvieron cierta actividad hasta los años 80 y sólo la de Carballo (A Coruña) está musealizada.

«Los turistas –explica Aguiar– tendrán ansia por bajar a las minas y habrá que determinar la seguridad en cada una y la posibilidad de poner en marcha las infraestructuras necesarias». El interés de los yacimientos no está sólo en el patrimonio industrial recuperable, sino la memoria histórica de una época en la que el wolframio supuso la apertura de minas que dieron una actividad inusitada a su entorno, y en la que el metal se extraía con el trabajo, en muchos casos, de republicanos con penas de prisión y trabajos forzados.

Este tipo de productos, según analiza Cerviño, permitirían romper la estacionalidad turística relacionada con el clima y posibilitarían atraer a visitantes también fuera del verano, por lo que suponen un reto para las partes implicadas.

a.
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