La estrategia del lobby hotelero para acabar con Airbnb

Las grandes cadenas del planeta se confabulan para destruir la imagen de la tecnológica

Airbnb ha llegado para quedarse, y la industria hotelera lo sabe. El gigante nacido en San Francisco, valorado en más de 27.000 millones de euros, ha sacudido el negocio del alojamiento en todo el planeta y las grandes cadenas del mundo no se van a quedar con los brazos cruzados. La patronal American Hotel and Lodging Association –un grupo que cuenta con Marriott, Hilton y Hyatt, entre otros– señala este 2017 como el año definitivo para segar el negocio de la puntocom y derribar su imagen.

En un documento al que ha tenido acceso The New York Times, las firmas dibujan un plan de acción que salta desde ejercer de lobby para reducir el número de anfitriones a la financiación de informes que demuestren que la tecnológica está plagada de personas que utilizan los apartamentos como hoteles encubiertos. Además, la hoja de ruta también remarca el demostrar la evasión fiscal de los usuarios y la falta de normas de seguridad frente a los hoteleros.

En el mapa aparecen cinco ciudades clave: Los Ángeles, San Francisco, Boston, Washington y Miami. De este modo, la asociación ya trabaja de la mano de asociaciones de vecinos, grupos a favor de la vivienda asequible y hasta los propios sindicatos.

De este modo, en Nueva York la patronal inició sus actos en 2016 al presionar a los legisladores y a la oficina del gobernador para obtener una política de multas más severa. Mal no le ha ido la estrategia, pues la ciudad ha aprobado una de las normativas más duras contra Airbnb del planeta. 

En Washington, la alianza se ha reunido con los senadores Brian Schatz, Elizabeth Warren y Dianne Feinstein. Otro aprobado: los tres, demócratas, escribieron en julio a la Comisión Federal de Comercio preocupados «por la industria del alquiler a corto plazo».

Para los próximos meses, los ataques buscarán derribar la imagen amable de la firma. La asociación ya ha puesto en marcha una campaña de testimonios de personas con malas experiencias a través de la empresa, ya sea racismo, homofobia o otras discriminaciones. «Hay que presentar un contrapeso a la estrategia de la clase obrera se ayuda de Airbnb», reza el documento. «El objetivo es reventar el mito de que Airbnb ayuda a papá y mamá a ganar un dinero extra para llegar a fin de mes», añade.

En España, las principales voces críticas con la empresa surgen desde el archipiélago balear. Los dirigentes de Meliá e Iberostar no dudan en aprovechar cada audiencia pública para atizar a la tecnológica: desde ser «un riesgo para el turismo» a «vivir en la ilegalidad». Parecida contundencia utilizó el director de NH Hotel Group en la Península Ibérica, Hugo Rovira, en una entrevista concedida a Cerodosbé hace un año: “si yo fuera un terrorista me alojaría en un piso turístico sin dudas por la falta de controles”.

Airbnb no se ha quedado de brazos cruzados y mientras negocia con las principales administraciones del país ya ha oficializado su ingreso como lobby en el registro de la Generalitat de Catalunya.

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