El huésped más sortario del Mobile World Congress

Kevin Freij, fundador de una empresa sueca de seguridad informática, narra su estancia mágica en la Casa Battló de Barcelona: "Fue fantástico dormir en una habitación sin ninguna línea recta y además con todo incluido".

La noche en la que los empresarios del negocio de la telefonía móvil aún buscaban desesperadamente una plaza hotelera, aunque fuese en las afueras del Barcelona, en cualquier municipio del área metropolitana, el empresario sueco Kvein Freij, llegaba en un reluciente coche de época gris a la Casa Batlló.

El fundador de Mymobilesecurity, una empresa de seguridad para proteger la privacidad de los móviles cuando están conectadas a una red wifi, hasta entonces un asistente más al Mobile World Congress, había creado gran expectación. Lo esperaban fotógrafos, cámaras de televisión y sus anfitriones, los responsables de Casa Batlló y Airbnb, la web de alojamiento entre particulares que crece a pasos agigantados en todo el mundo y que quiso promocionarse en el evento que hace colapsar la capacidad hotelera de Barcelona.

A Freij lo esperaban unos anfitriones también vestidos de la época de Antoni Gaudí, un siglo atrás. Ni siquiera tuvo que preocuparse en acudir en uno de los taxis, cuyo precio le parece extraordinariamente barato en comparación con los estándares de su país, porque Airbnb le dejó el coche para su entrada triunfal.

«Para mí todo era una sorpresa. La habitación fue decorada con muebles de la época. Había un baño, una zona de descanso y otra zona de trabajo. Era un espacio de unos 200 o 300 metros cuadrados», explica el empresario sueco, que ganó el concurso de Airbnb y Casa Batlló en el que propuso una aplicación de realidad virtual para mejorar la experiencia de los visitantes del icono arquitectónico.

El jurado valoró que su propuesta le hizo merecedor de pasar dos noches en uno de los rincones más privilegiados de Barcelona, donde se cuidó hasta el mínimo detalle: revistas catalanas de 1904, comidas y bebidas incluidas y mobiliario elegido por Íñigo Navarro, director de arte de la película de Woody Allen, Vicky, Cristina, Barcelona. «Fue fantástico haber dormido por dos noches en una habitación sin ninguna línea recta con todo incluido» explica Freij a 02B.

Ni una sola queja

El empresario sueco, que también tiene una oficina en Barcelona, se hospedó junto con su socio Jonas Borgh durante dos noches en el edificio encargado por Josep Batlló, un adinerado empresario textil de la Barcelona indiana. Nunca había estado en la Casa Batlló. Ni siquiera sabía cuánto cuesta la entrada. Cada vez que asiste al Mobile World Congress alquila un apartamento para todos los de la compañía para evitar los precios elevados de los hoteles.

El huésped sortario no tiene ni una sola queja de su estancia, ni de la Casa Batlló ni de Barcelona. Mantiene un perfil en Airbnb pero reconoce que no es un usuario activo como el resto de sus compañeros. Sólo percibe a la nueva web que está haciendo temblar a los hoteleros de medio mundo como una opción más, tan válida como la oferta de un hotel de ciudad, una habitación en la casa de una familia o una casa en alquiler.

Para él, Airbnb no es nada del otro mundo. Nada particularmente excepcional, salvo cuando lo alojan en una habitación concebida por el genio de Gaudí.  

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