Qué se puede llevar (y qué no se puede robar) en un hotel

Hay objetos de cortesía que se pueden llevar sin que haya problemas, pero luego hay muchos pasajeros se creen con derecho a desvalijar media habitación

Lamentablemente los españoles se encuentran entre las nacionalidades que más reconocen haber robado objetos de hoteles. Una encuesta de Hotels.com indicó que el 70% de los ciudadanos de España se apropian de pequeños objetos cuando terminan su estadía en un hotel, aunque por poco le ganan los argentinos.

¿Pero qué es posible llevarse y qué no de un hotel? Porque una cosa es un bloc de 15 hojas con el logo del hotel y otra es el velador. Y cabe recordar que pagar la tarifa del hotel no autoriza a desvalijarlo como si se fuera un heredero de los hunos de Atila.

Lo que sí se puede llevar

En el cuarto de baño, los jabones, y los pequeños frascos de champú, gel de ducha o acondicionador se suponen que son para usar, y claro, los que quedan sin abrir o con el contenido a medias seguramente irán directo a la maleta. Lo que queda poco elegante es apropiarse cada día de todo el kit de amenities y solicitar al servicio de habitaciones nuevas unidades.

Algunos hoteles prefieren poner recipientes grandes, y avisan que si el pasajero está interesado en comprarlo, pues se debita en la tarjeta de crédito y asunto solucionado.

También los elementos de escritura como el bloc de notas o el bolígrafo, casi siempre muy sencillo, también se puede llevar sin sentimiento de culpa. Hay gente que también se apropia de los sobres, como si en su vida enviaran muchas cartas por vía postal. Pero sirve para guardar facturas o papeles importantes.

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Que el hotel disponga de una máquina de café en la habitación no significa que la regalen -ni las tazas- al huésped.

Muchos hoteles suelen dejar una pequeña canasta con frutas o bombones. Claro que son para comer, pero no por eso la maleta se convertirá en un carro de compras del mercado, con plátanos y manzanas entre el equipaje.

Con la botella de agua del frigobar hay un debate eterno: algunos establecimientos, para evitar la trampa cutre de que el pasajero la abra y rellene con agua del grifo, la dejan de cortesía con la leyenda “free”. Eso sí, el resto de bebidas (refrescos o alcohólicas), así como los snacks se deben pagar. Para algo está el listado de precios.

Lo que no se puede llevar

No, las toallas no son una gentileza de la casa. Ni los albornoces o las sandalias para bajar a la piscina. Claro que el personal del hotel no pedirá abrir la maleta para verificarlo, pero que se sepan que si en la playa se exhibe una toalla con el logo de un hotel de categoría, casi seguro que ese feliz propietario en realidad se la llevó escondida.

Hace diez años atrás, la cadena Holiday Inn reveló que le habían robado más de medio millón de toallas y decidió sacar partido de los hurtos: lanzó la campaña Día de la Amnistía de la Toalla, en la que donaba un euro a una ONG por cada persona que contaba cómo y para que había robado una toalla. Y miles de personas aceptaron el mea culpa.

Las revistas, generalmente de publicaciones de prestigio, se podrían llevar pero significa que el pasajero siguiente no podrá disponer de ella- Y no todas las cadenas –o editoriales- tienen tantos ejemplares de reposición.

Hay gente que hasta se lleva la bolsa para la ropa sucia. ¿Hace falta? Quizás para organizar mejor el equipaje, pero no es un elemento demasiado imprescindible.

En un restaurante no queda nada bonito llevarse la cubertería. Pues tampoco es cuestión de guardar cuchillos y tenedores en la maleta tras degustar el desayuno en la habitación. En esta categoría entran los vasos, platos, jarras y otros elementos de la vajilla.

Robos absurdos

Hay personas que se creen con el derecho a llevarse toda clase de objetos. Desde las pilas del mando a distancia (o el mismo mando) hasta la bombilla del velador (e inclusive el velador).

En la encuesta de Hotels.com se precisan algunos de los objetos más absurdos o descarados robados de las habitaciones: desde teléfonos a televisores y proyectores (que deben ser desencajados de la pared con un buen juego de destornilladores), pasando por secadores o almohadas.

Varios hoteles admiten que les han robado las plaquetas con el número de habitación –sobre todo en los hoteles rurales de Inglaterra, que tienen piezas realmente preciosas-, y también hay quienes piensan decorar sus hogares con las cortinas y los cuadros de las habitaciones.

Pero el premio al descaro es el grupo de ladrones que, vestidos con monos de trabajo, desarmaron y se llevaron muy tranquilos un piano de cola de 250 kilos de un hotel Starwood. Y para más audacia, no fue de ninguna habitación, sino del mismo lobby del establecimiento.

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