La sorpresa mejor guardada de Peralada

La ciudad condal (que no es Barcelona), organizadora del festival musical decano del verano, esconde un hotel con encanto para el turismo enogastronómico

Peralada, en el Alt Empordà, fue capital del condado de Empúries durante la Edad Media, y albergó a visitantes tan ilustres como Jaume I El Conquistador, Alfonso X de Castilla y Felipe El Atrevido de Francia, y fue cuna de cronistas tan mediáticos como Ramon Muntaner.

Peralada es una villa que conserva parte de sus murallas y el legado de su pasado ibérico y romano, posee un barrio judío, varias iglesias góticas y románicas con claustro como Sant Domènec, Sant Martí y el convento del Carme con el museo más importante de cerámica y vidrio del Mediterráneo occidental, junto con una biblioteca con más de 80.000 volúmenes y la mayor colección de Quijotes del mundo (más de 1.000 ediciones en 33 lenguas).

Este tesoro fue acumulado por Miguel Mateu i Pla, antiguo alcalde de Barcelona en los años 40 que invirtió su fortuna en Peralada para adquirir uno de los castillos más bellos del sur de Europa.

Peralada tiene todo esto más cava y vinos excelentes, un gran casino en el castillo y un festival de verano, el más antiguo, que cada año atrae a miles de visitantes.

Una interesante alternativa de alojamiento

Pero Peralada adolece de lugares donde retirarse una vez acabados los conciertos, tras tomar una copa de cava en los jardines del castillo y a la espera del próximo programa. Algunos se dirigen al Perelada Wine Spa & Golf en las cercanías, aunque no es asequible para todas las economías. Otros conducen hasta hoteles de Figueres, Roses o Vilajuiga o a sus residencias de la Costa Brava.

La mayoría regresa a Barcelona o a otras poblaciones, en horas que no apetecen, para volver a subir el día siguiente o perderse ese concierto por no animarse a volver. Son muchos los que aún no conocen esta pequeña perla llamada Hotel de La Font.

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Este establecimiento, elegante y al tiempo próximo y familiar, pertenece a esa categoría de hoteles con encanto que no abunda. Está situado en el casco medieval de la villa, incrustrado en el interior de las murallas medievales y junto a un antiguo convento. Cuenta con pocas habitaciones y un ambiente muy especial atendido por sus responsables Antón Maria y Doris. Para destacar sus desayunos espectaculares con frutas de todo tipo, embutidos y quesos, además de mermeladas elaboradas por la propia Doris y todo ello (una rareza hoy) servido en mesa con mantel, en un patio de aires romántico; y en dónde no es raro coincidir con algún cantante, coreógrafo o director del festival.

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Para quien desee un acompañamiento gastronómico, en el mismo hotel le pueden servir quesos y embutidos del país, y quien quiera degustar alta cocina emporitana, a la vuelta de la esquina, en la misma cuadra, se alza Cal Sagristà, uno de los referentes del Empordà, con una elegantísima cocina local, extensa carta de vinos y espléndidas vistas mientras se relaja el estómago.

Pero el Hotel de La Font, al margen del festival está concebido para recibir a lo largo del año y de sus cuatro estaciones a un turismo enogastronómico o cultural en una zona poderosamente rica en esos conceptos, o a aquellos que se interesen por una villa tan especial por sus museos, o simplemente por pasar una velada en el casino más importante del norte de la península.

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