The Knickerbocker: renace un mito en Times Square

Era uno de los hoteles favoritos de los 'socialites' neoyorquinos. En febrero, el The Knickerbocker reabrió sus puertas para volver a brillar como antaño. Entre sus fortalezas: un producto extremadamente cuidado y una gastronomía que firma el chef Charlie Palmer.

El millonario John Jacob Astor IV lo construyó en 1906, convirtiéndose inmediatamente en el centro de reunión preferido de los artistas, escritores, políticos… y la alta sociedad del momento. Con su diseño Beaux-Arts, su lujo europeo y su hospitalidad a la americana, también consiguió que Times Square se consagrara como la encrucijada más vibrante de todo Nueva York.

Sin embargo, en 1920, la Ley Seca marcó el principio del fin de este establecimiento famoso por sus alocadas fiestas y animada vida nocturna. En 1921 fue reconvertido en un edificio de oficinas, y en 1988, declarado monumento histórico-artístico. Ahora, The Knickerbocker renace como uno de los hoteles que mejor reflejan el luxury lifestyle de Manhattan.

Habitaciones y suites para el relax

Propiedad de FelCor Lodging Trust y miembro de Leading Hotels of the World, para su llamativa transformación se ha recurrido al estudio de arquitectura Gabellini Sheppard Associates, que ha dado nuevo resplandor a su elaborada fachada y se ha decantado -como contraste- por interiores suntuosos pero de estética sobria.

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En sus 16 pisos se reparten 330 habitaciones y suites con enormes ventanas, altísimos techos, originales muebles a medida, ricas telas, iluminación inteligente, cuartos de baño minimalistas con productos cosméticos de Ted Gibson… y detalles nada despreciables para el descanso, como colchones Stearns & Foster, ropa de cama de Sferra y almohadas de plumas Ploh.

Tentaciones gastronómicas

El galardonado chef Charlie Palmer es el responsable de su oferta gastronómica, fresca y auténtica. En el restaurante The Knick, enclavado justo en la esquina de Times Square, Broadway y la calle 42, se sirve el desayuno –por supuesto, personalizado-, el almuerzo –con menús en los que predominan los platos locales: nuggets de pato, huevos escalfados con salmón…-, y la cena, con sugerencias más sofisticadas: ceviche de fluke con ralladura de limón Meyer; codornices a la escocesa con mostaza de Dijon y mayonesa de bacon; halibut del Atlántico con espárragos y puré de zanahoria; hamburguesa de costillas estofadas con verduras en escabeche…

Para los huéspedes más ocupados también cuenta con la cafetería Jake @ The Knick,donde bajo un techo abovedado y paredes de mármol de Breccia Capraia se sirven zumos y cafés de Brooklyn Roasting Company, croissants recién hechos, sándwiches gourmet, pasteles, frutas…

La joya de la corona está en lo alto, en su espectacular bar de la azotea, el St. Cloud. Justo al lado de la Bola de Año Nuevo, con vistas privilegiadas a uno de los lugares más retratados del mundo, su lujosa zona interior y su frondosa terraza exterior permiten degustar una carta que incluye todo tipo de bebidas y cócteles, platos informales… y sentirse realmente en el séptimo cielo.

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