Ámsterdam aplica la tolerancia cero contra el turismo gamberro

Ámsterdam impondrá multas por las faltas más leves, sobre todo en el degradado Barrio Rojo, habitual concentración de turistas

“Por la noche en Ámsterdam rige la ley de la selva”. Con estas palabras el defensor del pueblo de la ciudad, Arre Zuurmond, reflejó el cansancio de las autoridades de la ciudad holandesa por el comportamiento incívico de miles de turistas.

Cada año la ciudad de los canales recibe a 18 millones de visitantes, 20 veces más que su población. En los últimos años el consistorio ejecutó diversas medidas para frenar la masificación turística, como los límites a la apertura de comercios turísticos, pero ahora está decidida a aplicar mano dura contra el incivismo.

Control en el Barrio Rojo

Una de las zonas más degradadas por el aluvión de visitas es el Barrio Rojo, famoso porque allí las prostitutas se exhiben en grandes ventanales –además de su oferta de coffee shops, locales donde se puede consumir marihuana libremente-.

Allí concurren miles de turistas, la mayoría jóvenes alemanes, británicos y de otros países del norte europeo que concurren en plan de juerga o despedida de solteros.

Las calles suelen amanecer con vómitos, restos de comida, malos olores y una gran cantidad de residuos; un problema que es frecuente en otras ciudades con una alta presión turística, como Barcelona, Venecia y Dubrovnik.

El semáforo anti-turistas

Las autoridades locales dijeron basta, y aplicarán un código cromático para analizar el volumen de visitantes. Como en un semáforo, si es verde, nada cambiará. Pero si se pasa al naranja, o peor al rojo, los ‘anfitriones’ se encargarán de cerrar las calles al turismo y sólo dejarán pasar a los vecinos.

Los anfitriones en realidad son agentes cívicos, empleados municipales que se encargan de vigilar que no haya más problemas de convivencia en el Wallen (el más famoso de los tres distritos en que se distribuye el Barrio Rojo).

Los vigilantes cívicos van equipados de un datáfono para cobrar multas, aunque sea por faltas leves, a los turistas incívicos

Estos vigilantes no van armados (para eso está la policía), pero sí tienen sistemas de comunicación con las fuerzas de seguridad, y a partir de ahora estarán equipados con datáfonos.

¿La razón? Es que el ayuntamiento no piensa dejar pasar ni la falta más leve, y multará cualquier acto incívico. Así, el consumo de alcohol en público se sancionará con 95 euros, orinar en la calle, gritar o causar desórdenes y tirar basura costará 140 euros.

Italia embiste contra el incivismo

Las medidas son similares a las que aplica Venecia y otras ciudades italianas. En la capital del Véneto –que recibe 25 millones de turistas anuales, pero solo viven 50.000 personas- se aplicarán multas de 100 euros por dormir en un banco público, de 200 por comer en zonas no habilitadas y hasta 450 euros por bañarse en los canales.

Así como ahora Ámsterdam, esta ciudad también ha colocado tornos en sus puentes principales para frenar el aluvión de visitas cuando haya mucha congestión de personas.

a.
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