Ámsterdam saca tarjeta roja a los viajes de fin de curso

Cansados del incivismo, las autoridades de Ámsterdam se plantean prohibir el turismo estudiantil en sus calles

Los viajes de fin de curso, sobre todo de grupos de Gran Bretaña, acaban con la paciencia de la población de Ámsterdam. Y sus autoridades se plantean prohibir que los contingentes estudiantiles pasen por la ciudad.

Políticos como Frits Huffnagel, del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, exigieron al gobierno local que tome medidas contra el incivismo de los jóvenes que llegan a la ciudad para festejar el final de su carrera, que terminan convirtiendo a Ámsterdam en “un Disneylandia para gamberros”.

Seguramente será muy difícil evitar que los estudiantes pongan un pie en Ámsterdam, pero la idea es erradicar las excursiones por bares y discotecas para estos grupos, y limitar las acciones de los turoperadores que ofrecen paquetes de vuelos y alojamiento para estos contingentes.

Prohibiciones contra la masificación

Si la medida se pone en marcha, sería una más de la batería de acciones del ayuntamiento local para frenar los excesos del turismo. La ciudad cuenta con casi un millón de habitantes, pero recibirá a 20 millones de visitas en el año. Y para el 2025 serán 23 millones.

Los vuelos baratos y la explosión de alojamientos alternativos por medio de Airbnb (de 4.500 en 2013 a 22.000 en 2017), catapultaron la llegada de turistas de presupuesto ajustado, que acuden en grupos y con conductas incívicas que contrastan con el espíritu tolerante que siempre tuvo Ámsterdam.

Los viajes de fin de curso a Ámsterdam son atraídos por los coffee shops y el circuito de prostitución del Barrio Rojo

Además los grupos estudiantiles son atraídos, como un imán, por la posibilidad de fumar marihuana libremente en los coffee shops (un reclamo que Canadá mira con atención) y por el circuito de prostitución que hay en el Barrio Rojo.

Semáforo anti turistas

En estas calles, que por las mañanas suelen amanecer con vómitos y suciedad, las autoridades locales aplicarán un código cromático para regular el volumen de visitantes. Como en un semáforo, si es verde, nada cambiará. Pero si se pasa al naranja, o peor al rojo, los agentes cívicos se encargarán de cerrar las calles al turismo y sólo dejarán pasar a los vecinos

El ayuntamiento se puso firme con el incivismo. Además de una campaña de concienciación llamada “Disfruta y respeta” elevó las sanciones por faltas leves, que van desde los 100 euros por emborracharse hasta 150 euros por orinar en los canales.

Aunque se porten de maravillas, Ámsterdam implementó una tasa turística que le permitirá recaudar casi 100 millones de euros, y que serán invertidos en mejorar los activos turísticos.

Límites a los pisos turísticos

Para atajar la masificación el consistorio redujo de 60 a 30 días el permiso para alquilar pisos turísticos por medio de plataformas como Airbnb. Por otra parte, prohibió que se abran nuevas tiendas de recuerdos y productos dirigidos exclusivamente para turistas en su casco céntrico.

No se espera que estas medidas frenen al turismo de la noche a la mañana, pero el ayuntamiento busca resucitar el comercio minorista  y que los vecinos estén a gusto viviendo en el centro de Ámsterdam. Al menos, que se pueda evitar el éxodo de los lugareños a otros barrios más alejados.

Además de las prohibiciones del ayuntamiento, el gobierno de los Países Bajos lanzó campañas para promocionar otras ciudades y atractivos en las cercanías de Ámsterdam, para descomprimir el flujo de turistas.

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