Aquí no hay playa sino piscinas naturales

Madrid y los municipios interiores recurren a sustitutos de la costa

Los municipios del interior recurren este verano a las piscinas naturales procedentes de manantiales o del deshielo de las montañas. Muy lejos de la calidez de las aguas del sur y del Mediterráneo, las piscinas naturales suelen ser generalmente muy frías, pero imprimen una fuerte recarga de energía, según los usuarios que las disfrutan.

Madrid, la capital donde no hay playa, como popularizó en la década de los 80 la banda de ska Los Refrescos, dispone de una de las piscinas naturales más visitadas del centro del país. Las Presillas es uno de los lugares preferidos por los madrileños. Situada en la parte norte de la sierra madrileña, el río Lozoya se detiene por un momento para deleitar a los bañistas con sus frías aguas. Y es allí, entre una verde pradera rodeada de montañas, donde se encuentra el pequeño oasis de la capital.

Cáceres, Ávila y Cuenca

La Garganta de los Infiernos en Cáceres, situada en el Valle de Jerte, es otro regalo refrescante para los que tienen lejos la playa. Una ruta espectacular que culmina con los denominados «pilones», unas pozas naturales y enormes rocas lisasa creadas por la erosión.


 

En Ávila, las piscinas naturales de Arenas de San Pedro en Ávila es otro de los parajes naturales envidiables. El río Arenal baña esta pequeña zona donde, acompañados de las truchas, los visitantes puede disfrutar de unas aguas cristalinas.

Y en Castilla La Mancha, las Chorreras de Cuenca es un paraje natural con un acceso solo apto para aventureros. El río Cabriel se luce en esta zona donde sus aguas se entremezclan entre pozas, rápidos y cascadas para el disfrute de sus bañistas.

Legado árabe

Las piscinas naturales de Letur, en Albacete, son un espacio de tradición árabe donde se puede «ver y escuchar» el agua. Sumergida en un particular pueblo de la región de carácter árabe-medieval es una opción perfecta para combinar una visita refrescante y cultural.

a.
Ahora en portada