Banderas le pone otra guinda al pastel de Málaga

El Teatro del Soho Caixabank es el último atractivo que se incorpora a una ciudad de por sí apetecible

El pasado mes de noviembre, el actor, empresario y, ante todo, malagueño, Antonio Banderas estrenó en su Teatro del Soho Caixabank A chorus line, el mítico musical de Broadway. Con esta puesta de largo, el proyecto de Banderas tomaba por fin cuerpo tras algunos sinsabores en el inicio del proyecto en la espléndida ciudad del sur de España.

Lo hizo a lo grande, con ambición, como se hacen las cosas en la industria norteamericana. Sin, al parecer, reparar en gastos. Para el arranque contó nada más y nada menos que con la coreógrafa y directora Baayork Lee, una de las bailarinas que participó en la creación del musical en 1975 como asistente de Michael Bennett.

‘A chorus line’ , el musical que estrena el teatro de Antonio Banderas en Málaga, ha vendido ya las 45.000 localidades disponibles

Dicen las crónicas que esta reposición es una de las citas obligadas para los amantes del género. Y aunque el musical irá después en gira por Bilbao, Barcelona, Madrid y… quién sabe si alguna otra plaza –se ha hablado hasta de llegar al propio New York–, el estreno en Málaga es una magnífica ocasión para acercarse y redescubrir esta joya de la corona que se asienta sobre el Mediterráneo. De momento, en Málaga, ha vendido las 45.000 localidades puestas a la venta, obligando a repetir funciones.

'A Chorus Line' se representará en Málaga hasta el 19 de enero. Foto: Javier Salas | Teatro del Soho.

‘A Chorus Line’ se representará en Málaga hasta el 19 de enero. Foto: Javier Salas | Teatro del Soho.

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De sala en sala

Como cantan Víctor Manuel y Ana Belén en su canción Niña de agua, “no es que la casa no tuviera techo, pero si algo faltaba lo tenemos”, los malagueños pueden presumir de haber añadido otra instalación cultural más a su ya extensa oferta: no es que Málaga no tuviera ya museos, teatros –el Cervantes o el Echegaray entre los clásicos, por ejemplo–, salas de exposiciones, edificios históricos –como el rehabilitado Teatro romano–, etc., sino que con la ambiciosa programación que pretende imprimir Banderas a su Teatro del Soho Caixabank, la ciudad andaluza añade otra guinda a su apetecible pastel.

Un pastel que han ido conformando año tras año establecimientos como el Museo Ruso, ubicado en una antigua fábrica de Tabacalera, donde se exhiben colecciones cedidas por la matriz de San Petersburgo; el Pompidou, franquicia del parisino, instalado en un moderno edificio frente al mar; los ya más conocidos del Museo Picasso, en plena judería; la Colección Thyssen-Bornemisza; o el Centro de Arte Contemporáneo, instalado en las antiguas atarazanas, rehabilitadas para la ocasión.

Un ramillete nada desdeñable, sólo en pintura, que la sitúa por encima de muchas capitales que la superan en tamaño y tradición en este terreno.

MaÌlaga. Foto: Quinn Kampschroer | Pixabay.

El cubo del Centro Pompidour de Malaga en el Muelle Uno. Foto: Quinn Kampschroer | Pixabay.

La Miami de Europa

Podría pasar un largo fin de semana de sala en sala, pero se perdería otros muchos encantos de la ciudad. Le he citado ya los tres teatros que desde este noviembre se disputan la atención de los malagueños y todo su hinterland urbanístico, desde Málaga a Estepona, más de un millón y medio de personas, según cálculos sólo aproximados por el gran número de extranjeros residentes sin censar, como relata J. M. Martí Font en La España de las ciudades, en su capítulo “Málaga, cien kilómetros al sol frente al mar”.

Además de su amplia oferta de museos, Málaga cuenta con potentes festivales de cine y teatro, una orquesta filarmónica y todo tipo de espacios culturales 

La Miami de Europa, calificativo asimismo de Martí Font, dispone además de un prestigioso festival de cine y otro de teatro, una potente orquesta filarmónica y otro buen número de espacios menores, pero vibrantes, que le mantendrán ocupado culturalmente.

Málaga para comérsela

Pero si en algún momento decide dar satisfacción a otros sentidos de su hedonismo, aunque menos elevados intelectualmente según algunos, dese un homenaje y déjese empapar por la vitalidad que emanan los malagueños.

Vistas desde la terraza del restaurante el Refectorium a la bahiÌa de MaÌlaga

Vistas desde la terraza del restaurante el Refectorium a la bahiÌa de MaÌlaga. Foto: El Refectorium.

Yo he disfrutado con la comida popular de los chiringuitos playeros de El Palo, donde tienen un arte difícil de imitar en su pescaíto frito, o en El Balneario, esa punta rompeolas donde no sólo se come muy bien sino que el ambiente de las sobremesas se convierte en un espectáculo en sí mismo.

Pero también en aquellos restaurantes donde la cocina se sofistica para ofrecer a los comensales una experiencia distinta a las preparaciones cotidianas y de los que nuestro colaborador José Manuel Torres les ofreció en Cerodosbé una excelente selección. No dejen de lado, por favor, el clásico Refectorium.

3.000 horas de sol

Y sobre todo he disfrutado simplemente paseando por la ciudad, aprovechando sus más de tres mil horas de sol (la segunda ciudad española, tras Huelva) y sus 19º de temperatura media, siempre alegrados por esa brisa marina que le alivia a uno de cualquier mal, paseando por su larguísimo paseo marítimo o por la armónicamente simétrica calle Larios.

Paseo mariÌtimo de MaÌlaga. Foto: Pixabay.

Paseo mariÌtimo de MaÌlaga. Foto: Pixabay.

Lo reconozco: soy un enamorado de Málaga. Tiene tamaño, población y una clase dirigente ambiciosa. Creo, de verdad, que va a ser como ciudad una de las sorpresas, o realidad como ustedes prefieran, más positivas de los próximos años y que subirá en el escalafón nacional superando a otras competidoras.

Una ciudad sin excusas hoy en día para no gozarla. Tiene AVE y está a menos de dos horas de avión con Vueling desde Barcelona, por ejemplo. Se lo aseguro, Málaga bien vale esas dos horas y seguramente alguna misa en su espléndida catedral. ¿Por qué no?

a.
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