Bérgamo, la sorprendente villa lombarda de aires venecianos

En su ciudad vieja Bérgamo atesora unas bonitas iglesias, unas empinadas cuestas de callejuelas medievales y una oferta gastronómica de productos regionales

Para visitar Bérgamo hay que estar preparado para fatigar las piernas. La ciudad alta, ubicada en la cima de una estratégica colina, es un viaje al pasado medieval de esta ciudad lombarda de influencias venecianas.

Pero si no hay ánimo (o tiempo) de subir las empinadas escalinatas se sugiere llegar a la ciudadela antigua en los dos funiculares que atraviesan las murallas construidas en el siglo XV.

La influencia de Venecia

Al traspasarlas podrá sorprender la aparición del león alado de San Marcos. Es que la República de Venecia tenía el control de esta ciudad lombarda siglos atrás, y entre los siglos XV y XVII la integró al sistema de defensa que comprende las fortificaciones de Peschiera del Garda (en el Véneto) y de Palmanova (Friuli), entre otras.

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Son seis kilómetros de murallas que rodean a la ciudad vieja, que durante los fines de semana se convierten en un enclave donde los coches están prohibidos.

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Además de sus murallas Bérgamo cuenta con hermosos jardines que la rodean. Foto: JP Chuet.

Un paseo por su perímetro permitirá profundizar en la historia de la ciudad y, de paso, contemplar las vistas de la urbe moderna y del valle de Lombardía. Entre las puertas más bonitas para fotografiar está la de Sant’Agostino, la de Sant’Alessandro y la de San Giacomo.

La ciudad alta de Bérgamo está rodeada por seis kilómetros de murallas

Frente a la primera se encuentra una de las fuentes más emblemáticas de Bérgamo, que dialoga con la cercana fuente del siglo XVIII situada en la Plaza Vieja.

Paseando por sus callejuelas se descubrirán muchas más de origen medieval, como la de Osimano, de la Porta Dipinta, la Fonte Seca, la de San Michele al Pozzo Bianco y la Fontanone Visconteo, una antigua cisterna reconvertida en el pedestal del Ateneo.

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La calma de las calles en la ciudad vieja. Foto: Chantal van Kuyen – Pixabay. 

El legado religioso

En la ciudad alta se concentran diversas iglesias, testigos de los estilos góticos y renacentistas, como la Basílica de Santa Maria Maggiore con su fachada románico-lombarda y un recargado interior barroco, la capilla Colleoni que guarda interesantes frescos del siglo XVIII y la cercana Catedral de San Alejandro, con su fachada neoclásica.

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El interior barroco de la Catedral de Bérgamo. Foto: Ben Kerckx – Pixabay.

La Plaza Vieja es el lugar ideal para descansar saboreando un café, mientras se admiran los palacios que la rodean, como el della Ragione (del siglo XII pero con numerosas ampliaciones a cuestas) y el del Podestá, el símbolo del poder veneciano en Bérgamo, edificado en el siglo XIV.

Bérgamo integraba un sistema de defensas y fortificaciones instauradas por la República de Venecia

El Campanone, la torre cívica, mantiene la tradición de tocar las campanas 100 veces a las 22:00 horas que, siglos atrás, advertía del cierre de las puertas en las murallas.

Arte y música

El arte renacentista y de estilos posteriores brilla en la Academia Carrara, que atesora obras de Tiziano, Rubens, Bellini, Botticelli y Beato Angélico, entre otros.

Pero si se buscan tendencias más modernas, hay que dirigirse al GAMeC, la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo de Bérgamo, con un patrimonio de más de 300 obra de artistas de los siglos XX y XXI.

Donizzeti, uno de los artistas más famosos de Bérgamo, es homenajeado con el teatro que lleva su nombre

En la parte baja de la ciudad, la más moderna, se respiran aires noucentistas en los boulevares llenos de árboles como el Giovanni XXIII y el Vittorio Emanuele II, donde hay que dar una vuelta por el Sentierone, un elegante porticado decorado con mármoles y rico de refinadas tiendas y cafés.

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A pocos pasos, se ve el teatro dedicado a uno de los hijos predilectos de Bérgamo: Gaetano Donizetti.

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El Sentierone, uno de los puntos clave de la ciudad baja. Foto: Pxhere.

El autor de Elixir de amor es protagonista, en junio de las Donizetti Night, una serie de eventos culturales relacionados con su figura, en la que la lírica invade las calles de la ciudad.

En tanto, el festival Bergamo Jazz aporta una cuota de modernidad al panorama musical.

A la hora de comer

Como no podía ser de otra manera, la gastronomía en Bérgamo rinde honor a las tradiciones lombardas. En los elegantes restaurantes o en los bares rústicos hay que probar platos como los casoncelli a la bergamasca (especie de ravioles de carne, con queso, pasas de uva y amaretto), el salmi (salmorejo) de liebre o la polenta con queso de los Alpes.

Hablando de quesos, en la región se producen exquisitas variedades como el taleggio y el branzi; y de postre, se puede cerrar con una polenta e osei, que no es el plato con harina de maíz y carne, sino una imitación de mazapán, bizcocho y chocolate. Y por supuesto, regado por vinos como el Valcalepio Doc o el moscatel de Scanzo Dog.

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