Berlín también se ahoga bajo el turismo de masas

Con sus dos aeropuertos al límite, la capital alemana recibirá 4,3 millones de visitantes este año. Mientras, el ayuntamiento recurre a la mano dura: podría expulsar hasta las maletas rodantes de las calles.

Igual que Barcelona, Berlín tiene dificultades para canalizar el flujo de turismo. La capital alemana, antaño ciudad europea de moda, espera 4,3 millones de visitantes en 2014, según el informe Global Destination Index elaborado por Mastercard.

La cifra no es baladí. Los dos aeródromos que nutren la capital germana operan al límite. El mayor de ellos, el de Berlin-Tegel, contó 20 millones de pasajeros en 2013. Su capacidad es de apenas 12. A su vez, al aeropuerto de Berlin-Schönefeld llegó a los 6,7 millones de viajeros, muy cerca de los 7 millones anuales de capacidad máxima.

Mientras, el proyecto para construir el hub aéreo Brandemburgo-Willy Brandt ha embarrancado. No abrirá, según las previsiones más optimistas, hasta 2016.

Mano de hierro

La ritmo de visitantes es tal que la palabra «Easyjet» ya se ha incorporado como verbo en la lengua local. Se refiere a las cortas estancias de turistas, que llegan desde toda Europa a la ciudad para pasar una corta estancia. Con todo, lo tendrán cada vez más difícil para alojarse.

La ciudad prohibió los nuevos apartamentos turísticos el pasado mayo. La nueva regulación requiere un permiso municipal para operar alquileres a turistas, con dos años de gracia para los que ya están en el mercado. Al final del camino esperan duras multas para los 12.000 propietarios que incumplan.

Como respuesta, Airbnb ya da directrices específicas para alquilar en Berlín. Otros, como el competidor on line 9flats, optaron por cerrar días después que se aprobara la normativa.

Hay más. Recientemente un juzgado en Alemania dictó sentencia contra Uber, en un caso que aún está en los tribunales. A nivel local, en la capital de la cultura alternativa, la alcaldesa del popular barrio de Kreuzberg-Friedrichshain estudia prohibir hasta las maletas rodantes. «Los turistas que arrastran maletas no dejan dormir a los vecinos. La situación es muy grave», declaraba Monika Herrmann el pasado agosto en Slate.

Mientras, Visit Berlin, agencia oficial de turismo, intenta reorientar la marca Berlín hacia el segmento de congresos. Lo hace con relativo éxito: la ciudad que fue uno de los Bundesländer fundadores de Alemania recibirá 4,75 millones de congresistas este año, un 2% más que el año anterior.

Enfado

No obstante, la «disneylandización» -según la primera edil- de partes de la ciudad-Bundesland ya ha soliviantado a parte de los vecinos. Ha habido manifestaciones contra la burbuja de precios en el mercado de alquiler. El alcalde del Berlín, Klaus Wowereit (SPD), culpa la proliferación de apartamentos turísticos.

Asimismo, se reproducen los grafiti anti-visitantes, se venden adhesivos con el lema «Berlin no te quiere», surgen bares que no sirven a turistas y nacen rutas alcohólicas para los que aborrecen a los visitantes.

Un grupo de vecinos ha llegado a montar un grupo para defender a turistas y hipsters de, según dicen, los ataques de los berlineses más acérrimos.

La última iniciativa es un documental llamado «Welcome/Goodbye», que alerta contra la masificación turística de la ciudad. Producido por la productora berlinesa Nana Rebhan, se está proyectando en salas de cine de toda la ciudad.

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