Cadaqués: donde la magia de Dalí revive cada verano

El pueblo más occidental de la Península recupera su magia en el verano, donde entre las calas y las callejuelas de casas blancas flota el arte de Dalí

En el extremo noreste de España, allí donde el Cabo de Creus marca el límite con una geografía agreste, un pueblo de casas blancas y cuestas empinadas respira arte en cada rincón. Se trata de Cadaqués, donde el espíritu de Salvador Dalí y otros creadores lo convierte en un lugar único.

Durante siglos esta comunidad que no llega a los 3.000 habitantes vivió aislada gracias a la protección de la sierra del Pení, con la pesca cómo única opción frente a la agricultura que a duras penas crecía en el suelo rocoso.

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La casa de Dalí en Portlligat. Foto: Visite CadaqueÌs

Meca de artistas

Pero la llegada del telégrafo y la mejora de los caminos lo pusieron en la mira de grandes fortunas, muchos de ellos indianos que volvían a su tierra de origen que edificaron grandes residencias modernistas.

Muchas de ellas siguen en pie, como la Casa Blaua, la de los hermanos Federico y Víctor Rahola, la Torre del Colom y la Escuela Caritat Serinyana.

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Cadaqués atrajo las miradas de una legión de artistas, que buscaban inspiración en unos parajes de gran belleza natural, donde el viento nunca deja de marcar territorio y con la compleja orografía de la Costa Brava.

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El espíritu de los pescadores se conserva en Cadaqués. Foto: Aly Stancu – Pixabay

Pablo Picasso, Paul Eluard, Federico García Lorca, Luís Buñuel, Marcel Duchamp, Max Ernst y René Magritte fueron algunos de los que pasaron una temporada frente a sus playas y calas

Picasso, Magritte, García Lorca, Buñuel y por supuesto Dalí quedaron enamorados de Cadaqués

Otros talentos como Richard Hamilton, Ignacio Iturria, Eliseu Meifren, Josep Niebla, Carlos Pazos y Antoni Pitxot fueron más allá y eligieron a Cadaqués como su residencia.

La herencia de Dalí

Y por supuesto, la gran figura es Salvador Dalí, quien desde los años ‘30 vivió más o menos permanentemente en Portlligat, una cala de pescadores a dos kilómetros del pueblo donde construyó una casa que, conforme pasaban los años, crecía como un coral.

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Estatua en homenaje a Dalí. Foto: Falco-Pixabay

Su casa es un museo que reabrirá -junto con los otros museos del ‘triángulo daliniano’, el de Figueres y el Castillo de Púbol- el próximo 11 de julio. Allí se pueden ver los patios y las estancias decoradas con estética surrealista, donde Dalí y Gala vivieron, crearon y disfrutaron del relax que solo podían tener en este rincón del Ampurdán.

El arte en cada paso

Una estatua de bronce con su figura erguida en un bastón le homenajea en el paseo marítimo de Cadaqués.

Y al transitar por este camino en varios puntos se descubren cuadros pintados en un panel acrílico, que permiten comparar las vistas del pueblo con la panorámica que Dalí atrapó en sus cuadros.

El laberinto blanco

El trazado urbano de la villa se amoldó a la antigua muralla medieval, de la que solo sobrevive un antiguo baluarte integrado al ayuntamiento.

CadaqueÌs. Jordi Renart. Arxiu Imatges PTCBG

Las calles están revestidas de piedras del mar. Foto: Jordi Renart-PTCBG

Varias de sus callejuelas están revestidas del rastell, piedras extraídas del mar colocadas en forma de espiga (o eso intentan) que permite conducir las aguas que bajan en épocas de lluvia y evitar que los peatones resbalen. Pero igual hay que tener cuidado al caminar.

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Entre las casas de paredes blancas, decoradas con flores y con puertas y ventanas de colores vivos se encuentran colmados centenarios y por lo menos una docena de galerías de pintura, esculturas y fotografía, para confirmar que el aura de Cadaqués sigue inspirando a generaciones de artistas.

El punto más alto de este pequeño laberinto urbano es la iglesia Santa María, edificada en el siglo XVI en un estilo gótico tardío, y desde donde se obtienen hermosas panorámicas del pueblo que desciende hasta el Mediterráneo.

Cadaques foto hjrivas en Pixabay

Cadaqués es un despliegue de colores mediterráneos. Foto: Hjrivas – Pixabay

La naturaleza se impone

La sierra que lo rodea se extiende hacia el noreste en el Cabo de Creus, donde las rocas adquieren formas caprichosas (por lo que son bautizadas como el Camello, el Águila o la Tortuga), en parajes en que los árboles crecen con sus copas inclinadas hacia el sur por intenso viento de la tramontana que cada tanto impone su presencia.

El fuerte viento de la tramontana lleva a que los árboles crezcan con sus copas inclinadas hacia el sur

CadaqueÌs. Ajuntament de CadaqueÌs. Arxiu Imatges PTCBG

El faro del Cabo de Creus. Foto: Ajuntament de CadaqueÌs-PTCBG

Sitio amado por senderistas y amantes de la naturaleza, el final del camino es el faro del Cabo de Creus, emplazado en un acantilado que cae peligrosamente al mar, donde en las tardes de verano se contemplan uno de los mejores atardeceres de la Costa Brava.

Y si alguien quiere madrugar y contemplar el alba, puede imitar a Salvador Dalí, que según cuenta la leyenda, había instalado un juego de espejos en su casa de Portlligat para ser “el primer hombre que vea el amanecer en España”.

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