Caminos de Sirga, turismo alrededor del río Ebro

Senderismo y navegación, dos opciones para aquellos que deseen conocer el sur de Cataluña de forma diferente. Estas vías permiten conocer la historia de la región sin aglomeraciones y de la forma más auténtica.

Los itinerarios a lo largo de los ríos son otra oferta de turismo que es frecuente en Europa. Muchos de estos ríos tienen planes específicos de preservación como corredores biológicos naturales. No estamos hablando, sin embargo, de ríos en estado salvaje. La Europa medieval y la industrial sacaron un gran provecho de los caudales de agua y por ello el paisaje fluvial, como todos los paisajes -excepto los selvàtics-, es un paisaje humanizados.

El patrimonio material e inmaterial que encontramos junto a los ríos les puede dar, si se pone adecuadamente en valor, un interés suplementario al estrictamente naturalista. En Cataluña, los años de autogobierno han permitido regenerar aguas y cauces de ríos, y también mejorar mucho su accesibilidad. Muchos tramos del Besòs, Llobregat y todo el Ter son ejemplos de éxito. Ahora mismo la Diputación de Barcelona está ejecutando la mejora de algunos puntos conflictivos de lo que será el Gran Recorrido (GR) Llobregat.

A vueltas con el Ebro

Pero hoy no hablaremos de los arroyos de Cataluña, sino de Lo Riu: el Ebro. El relato clave para practicar el senderismo y la navegación por el Ebro es el de los Caminos de Sirga. El nombre se popularizó a raíz de ser el título de la novela de uno de los grandes escritores en catalán, Jesús Moncada, de Mequinensa. Un camino de sirga es un camino construido a lo largo de ríos o canales situados a unos diez palmos de la orilla del río y que llega a tener unos tres metros de anchura. El laúd (barca de río) era arrastrado, aguas arriba, desde la ribera por animales, los matxos o por los sirgadores. Los sirgadores estiraban el laúd atados a una cuerda doble (centeno) por unos pequeños ramales de cuerda (gasa) que iban ligados a unas espalderas de madera con cojines que los protegían. Aguas abajo, aprovechaba la corriente y podía usar una vela latina para aprovechar el viento.

A mitades del siglo XX, con la mejora de la comunicación rodada por ferrocarril y carretera y la construcción de los embalses de Ribaroja, Flix y Mequinensa, el Ebro perdió definitivamente su papel de vía de comunicación y en consecuencia, significó la pérdida de la navegación fluvial y los laúdes.

En la actualidad

Actualmente, se pueden visitar dos laúdes en el Delta: uno está expuesto en el Ecomuseo y el otro delante del Club Náutico Deltebre. Además, desde la Consejería de turismo, a finales de la década de los 2000 invertimos en la recuperación de un laúd modernizado, Lo Sirgador, que hace rutas turísticas desde Amposta hasta Miravet. Más tarde se le añadió otro patrocinado por el Ayuntamiento de Ascó.

El itinerario que les propongo puede empezar tocando el mar en uno de los brazos del delta. En el río Migjorn y remontando llegamos al bosque de la Comandanta, una de las pocas formaciones de bosque de ribera con una cierta entidad y densidad. En Sant Jaume d’Enveja os recomendamos la visita al Centro de Interpretación de las Barracas del Delta. Seguimos adelante hasta llegar a Balada pequeño núcleo de población situado frente a la isla de Gràcia. Podemos visitar el Baladre de Balada, que está catalogado como árbol monumental. Llegamos a la altura de la isla de Sapinya y más adelante en la Sínia, construcción que servía para elevar el agua del río para regar los campos más cercanos. Finalmente esta etapa puede terminar en el Museo de las Tierras del Ebro de Amposta. 

Continuar hasta Tortosa

Después se puede atravesar el río y seguir el GR99 hasta Tortosa. La capital pide un paro de mínimo un día, para poder conocer la Catedral y su exposición permanente, el Museo de Tortosa, histórico y arqueológico de las Tierras del Ebro, el Castillo de la Suda o de Sant Joan, los Reales Colegios y el Centro de interpretación del Renacimiento, el barrio judío, los Jardines del Príncipe, con el museo de esculturas al aire libre de Santiago de Santiago y el Centro de Interpretación de la Semana Santa. Presten atención a los relieves del claustro de los Reales Colegios: todos los reyes catalanes y de la Corona de Aragón, lugar que en cualquier país normalizado, libre, sería un lugar de visita preceptiva.

Desde Tortosa, por el mismo GR del Camino del Ebro sube hacia Roquetes donde hay un centro de acogida del Parque Natural dels Ports y una reliquia científica: el Observatorio del Ebro, construido por los jesuitas hace un siglo. Y se llega al azud de Xerta por donde se pasa hacia Benifallet, donde se encuentran las Cuevas Meravelles y el Castellot de la Roca. En Rasquera, está presente la pastelería tradicional: los pastelitos y las cajitas, magdalenas hechas con almendra y clara de huevo. En el término municipal de esta población se puede visitar la Cruz de Santos (941 m), cima culminante de la sierra de Cardó, y se puede acceder al antiguo balneario de Cardó.

El último bastión del orden del Templo

Mediante el paso de barca de Miravet, llegamos hasta el pueblo situado en la orilla derecha del río y del que cabe destacar la visita al castillo, último bastión de la orden del Templo en Cataluña. Es agradable pasear por el casco antiguo y donde se encuentra una importante tradición artesanal: los alfareros. En Benissanet se puede ver uno de los museos de instrumentos musicales más importante de Cataluña, propiedad de Josep Serra y Castellví. Pero sobre todo el recuerdo del escritor por excelencia del Ebro: Artur Bladé Desumvila, por el que el municipio forma parte de la red «Espacios Escritos» 

Se llega a Móra d’Ebre, capital de la comarca de la Ribera d’Ebre y Móra la Nova con establecimientos de restauración donde se puede encontrar la cocina popular, con la tradicional clotxa (un buen corteza de pan vaciado de miga y relleno con tomate y pimiento asado, arenque y aceite de oliva). Tanto aquí como en casi todas las poblaciones del río se ha rehabilitado la memoria de la Batalla del Ebro, prólogo de la Segunda Guerra Mundial (bunkers, refugios, castillos, paso del río …).

La vista de poblados ibéricos

Más arriba del río, Tivissa con el Castellet de Banyoles, antiguo poblado ibérico donde se han encontrado importantes piezas de orfebrería llamadas el Tesoro de Tivissa. Demostrarían la llegada del comercio cartaginés hasta el Ebro. En Vinebre hay un mirador privilegiado al poblado ibérico de Sant Miquel. Ascó es un pueblo de moriscos donde se conservan las ruinas del castillo templario, el campanario románico y el templo con el ábside gótico.

Finalmente, se llega a Flix, donde hay que visitar las ruinas del castillo, utilizado desde los íberos a los carlistas, el templo gótico de Santa María; la presa y central hidroeléctrica, el paraje natural de Sebes, importante núcleo de bosque de ribera. En estos momentos se está procediendo a la tarea faraónica de descontaminar el río que en su momento la industria química contaminó. Sería interesante en el futuro poder tener un espacio dedicado a la única colonia obrera química de Cataluña. Un epílogo en el Camino de Sirga catalán, antes de Mequinensa, es en Riba-roja d’Ebre, donde en su club náutico se desarrollan deportes de río como la práctica de la pesca del siluro.

A pie o en barca

El recorrido senderista por el Camino de Sirga, en estaciones poco calurosas; o el recorrido por el río con varios medios de navegación barcas, laúdes o una bajada con kayac da coherencia a este enorme territorio donde el turista todavía se siente acogido desde lo cotidiano.

En todo caso, ustedes se ahorrarán repetir la escena descrita por Jesús Moncada, escritor multipremiado, en su obra traducida a una docena de lenguas: «Cuando no soplaba la garbinada y los laúdes no podían, por tanto, subir a vela , los tripulantes eran los encargados de la durísima tarea de sirgar por el borde y remolcarse aguas arriba».

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