Cinco ciudades que se ubican en el país equivocado

Himnos galeses en la Patagonia, casas de Baviera en Venezuela, ikurriñas en Canadá, una Suiza en Marruecos o una villa escocesa en Italia ¿qué hacen ahí?

Como pequeñas islas con sus propias costumbres, arquitectura y tradiciones en medio de un país al que no pertenecen, hay pueblos y ciudades que mantienen una identidad que no se corresponden a su ubicación geográfica. ¿Cómo llegaron hasta ahí?

Migraciones, soldados derrotados, balleneros de hace cinco siglos… existen diferentes razones que explican qué hace un pueblo galés en medio de la Patagonia argentina, por qué se construyeron casas al más puro estilo bávaro en Venezuela o por qué la bandera vasca se ha perpetuado en Canadá.

A pocos kilómetros de medinas abarrotadas, olores a especias y cuero o el caos típico de las ciudades marroquíes, Ifrane es un pedazo de Europa en el norte de África

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Conoceremos también la Suiza de Marruecos y Gurro, una villa escocesa que se asienta en los Alpes italianos para descubrir cuáles son sus curiosas historias.

La Suiza de Marruecos

Ifrán o Ifrane, en Marruecos, es un pedazo de Europa en el norte de África, uno de esos lugares capaces de desconcertarnos, especialmente si hacemos una parada más o menos improvisada.

A apenas 65 km de Fez, que aúna la esencia de lo que entendemos por marroquí, y sobre el Atlas Medio, se alza una ciudad construida sobre anchas avenidas, casas donde abunda la madera, cuidados jardines y tejados preparados para protegerse de la nieve. También es el lugar que acoge una de las universidades más importantes del país, la de Al Akhauayn.

Campus de la universidad de Al Akhawayn, Ifrane. Foto: Wikipedia.
Campus de la universidad de Al Akhawayn, Ifrane. Foto: Wikipedia.

¿Y cómo surgió? A 1.700 m de altura, la ciudad se creó en 1930 y fue fundada por los franceses en la época del protectorado como un destino vacacional, con dos estaciones de esquí en sus proximidades (Mischiffen y Jebel Hebri), por lo que se inspiró en la arquitectura de los Alpes, por lo que se plantaron también miles de árboles.

No encontraremos allí medinas abarrotadas, comercios con sus productos en la calle, puestos de especias ni el típico caos de otros lugares del país y sí a la gente con más poder adquisitivo de Marruecos, especialmente en la temporada invernal.

Alemania en Venezuela

Como la Alemania del Caribe, la Colonia Tovar es otro de estos enclaves que parece extraído de un país y colocado artificialmente en otro, en este caso en Venezuela.

Iglesia San Martin de Tours. Foto: Wikipedia
La arquitectura caracterítsica de Colonia Tovar. Foto: Wikipedia.

Se encuentra a unos 63 km al oeste de Caracas y fue fundado en 1843, hace ya 176 años, por inmigrantes del Gran Ducado de Baden, concretamente de pueblos como Wyhl, Edingen y Oberbergen de Kaiserstuhl en la Selva Negra (Schwarzwald).

Durante muchos años vivieron relativamente aislados del resto del país, por lo que las siguientes generaciones mantuvieron muchas de las tradiciones bávaras, desde su lengua a la gastronomía, bailes o vestimentas.

Lo más destacable es quizás su arquitectura, con casas de madera de tejados puntiagudos, residencias y hoteles de inspiración gótica y una catedral que fue designada Patrimonio Cultural de la Nación.

Bienvenidos Colonia Tovar. Foto Wikipedia.

En nuestra visita, podremos tomar una cerveza al más puro estilo bávaro o degustar una amplia variedad de salchichas con repollo agrio en cualquiera de sus restaurantes. Si es la época, por supuesto también del Oktoberfest.

Gales en la Patagonia

En el valle de Chubut, en las extensas llanuras que se extienden entre la cordillera de los Andes y el océano Atlántico, se estableció la primera colonia permanente de origen europeo en la Patagonia argentina.

Apenas 150 hombres y mujeres integraron el primero de los viajes que los conducirían, a bordo de la goleta Mimosa, a miles de km de Gales, concretamente a lo que es hoy Puerto Madryn el 28 de julio de 1865, pero darían lugar a una comunidad que hoy se estima en más 72.500 galeses-argentinos en todo el país, de los que hasta 5.000  la lengua galesa.

Himnos, té, bailes, ceremonias… Todas las tradiciones se exaltan en gran festival cultural que recibe el nombre de Eisteddfod y se celebra cada año.

Hoy en día la presencia del pueblo galés en la Patagonia argentina, que celebró en 2015 nada menos que 150 años, se mantiene en el valle del Chubut y en las ciudades de Trevelin y Esquel especialmente.

Banderas de Argentina y Gales. Foto Wikimedia.
Banderas de Argentina y Gales. Foto Wikimedia.

Aún se pueden observar nombres galeses de lugares, capillas ‘no conformistas’ y banderas con el dragón rojo, entre otras manifestaciones galesas; sin embargo, los descendientes de aquellos colonos hablan galés con entonación española y mantienen el asado, la guitarra, el gaucho y la siesta como otras manifestaciones culturales tan propias como las del otro lado del Atlántico.  

Escocia en Italia

En la región italiana de Piamonte y con apenas 270 habitantes, dejarse caer por la localidad de Gurro puede hacer que necesitemos frotarnos los ojos a la vista de gaitas, faldas tableadas (kilts), tartán y un elevado porcentaje de pelirrojos y apellidos que nos remiten a otras latitudes.

Concretamente a Escocia, con quien los gurresi mantienen una conexión muy especial, ya que muchos de ellos son descendientes de soldados escoceses que, según la tradición local, llegaron tras huir de la batalla de Pavía en el siglo XVI.

Serían, según las historias que se cuentan, mercenarios escoceses que habían luchado con las tropas francesas y que, tras la derrota, habrían rechazado volver a casa sin honra y, a cambio, se habrían establecido en esta zona.

Gurro panorama. Foto Wikimedia.
La localidad de Gurro cuenta hoy con apenas 270 habitantes. Foto: Wikimedia.

Lo que sí es cierto es que, varios siglos después, los habitantes de este pequeño pueblo siguen ostentando tradiciones con raíces escocesas, cantando canciones típicas, tocando las gaitas y animando a Escocia en los partidos de rugby de las Seis Naciones, con apellidos italianizados que, como Donaldi o Patrizzi, dicen ser descendientes directos de los MacDonald o Fitzpatrick.

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Vascos en Terranova

Aunque franceses y británicos fueron los colonos que dejaron una mayor impronta en Canadá, no deja de ser curioso ver ondear ikurriñas rojas, blancas y verdes junto a la bandera nacional en Red Bay (la Bahía Roja).

El vínculo se remonta más de 400 años atrás, cuando cientos de balleneros vascos llegaron a las costas de Terranova y Labrador y levantaron una estación ballenera, justamente la Red Bay, que en 2013 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Rastros de aquella época pueden rastrearse hoy a través de la toponimia de algunas zonas costeras de Terranova, con al menos un centenar de nombres de origen vasco, según El Diario Vasco.

Restos de un barco vasco en Red Bay. Foto: Wikipedia.
Restos de un barco vasco en Red Bay. Foto: Wikipedia.

Gracias a aquellas incursiones, Euskadi se convirtió en una potencia mundial en la producción de aceite de ballena, un material muy valioso en la época y utilizado para alimentar las lámparas de aceite, que los vascos vendían en toda Europa.

La preservación de los lazos históricos entre ambos pueblos y el legado de Euskadi en la historia y la cultura de Canadá se ha fomentado en los últimos años con diferentes acuerdos para la conservación de Red Bay y la memoria de aquella gesta naval de los balleneros vascos.

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