Cinco imprescindibles para ser atrapado por Filipinas

El archipiélago filipino, menos invadido por turistas que las costas de Tailandia o Vietnam, ofrecen playas de aguas cristalinas, volcanes para ser explorados y una fauna marina para descubrir con máscara de buceo

Las miles de islas que integran las Filipinas son una explosión de tonalidades verde, donde la selva que todo lo invadía fue relegada por hectáreas de cultivo. Pero el país sigue conservando sus paisajes agrestes, tierra de volcanes y de aguas prístinas, pero que además de playas invadidas por turistas (que las hay, como en todos lados) también se despliegan numerosas calas y puntos solitarios donde apenas ha pasado el hombre.

Presentamos una selección de cinco actividades y puntos para conocer que permitan capturar la esencia de este país, que hasta hace poco más de un siglo fue colonia española, cuya impronta se percibe en sus monumentos coloniales y sus iglesias barrocas.

5 Descubrir un tarsero -- Y solamente sacarle fotos

Estos pequeños primates parecen salidos de una película de ciencia ficción. El tarsero el mono más pequeño del mundo, una huidiza especie de ojos saltones y cuerpo minúsculo que vive en la espesura de las selvas filipinas, más concretamente en la isla de Bohol. Pero de ninguna manera hay que intentar capturarlos, porque además de estar protegidos, se estresan tanto que se mueren fácilmente.

4 Trepar por un volcán -- Y quedarse sin aliento por las vistas

Filipinas es tierra de volcanes, y muchos de ellos se pueden explorar mientras se recorren las paredes negras de la lava solidificada que los recubre. Uno de los más famosos –y activos- es el Monte Mayón, en la isla de Luzón, un estratovolcán cuya superficie se formó por oleadas de lava que se han ido superponiendo. Su forma cónica es uno de los íconos más reconocidos, y quien tenga la suficiente resistencia para trepar hasta sus alturas, podrá descubrir fantásticas vistas de la provincia de Albay y del Pacífico.

3 Subirse a un jeepney -- Y compartir los viajes con los pobladores

Los jeepneys son antiguos jeeps de la Segunda Guerra, que fueron abandonados por las tropas de Estados Unidos y reconvertidos, por las hábiles manos de los mecánicos filipinos, en populares medios de transporte público. Pueden llevar hasta 20 personas, y siempre se presentarán en colores chillones y con toda su carrocería tuneada. Y nunca se encontrará un jeepney igual a otro

2 Probar el lechón kawali -- Y atiborrarse de mangos

Este lechón, cocinado en cuerpo entero por largas horas, es uno de los platos típicos de la cocina filipina, una carne sumamente tierna y de un gusto difícil de olvidar. Luego se puede degustar un halo-halo, un postre que es un monumento a la exageración, con judías dulces, plátano caramelizado, garbanzos, coco y arroz. Y todo mezclado con hielo picado. Y en cada momento, en todo lugar, siempre habrá un mango para comer o beber.

1 Bucear en mares de cristal -- Y encontrar reliquias sumergidas

La transparencia de las aguas que rodean las islas e islotes de Filipinas parece hecha con Photoshop. Pero de nada serviría si no hubiera fauna marina. Pues la hay, y en abundancia, como en el arrecife de Tubbatha, caratulado como uno de los diez destinos de buceo más importantes del mundo, y declarado Patrimonio de la Naturaleza por la Unesco. Allí, entre corales, viven innumerables especies de peces, tiburones, mantas y tortugas. Pero además de fauna, también se descubre la historia: en la isla de Corón se encuentran los restos de una flota japonesa de la Segunda Guerra Mundial, y en diversos puntos se pueden hallar material bélico de las fuerzas de Estados Unidos.

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