Cinco islas mediterráneas donde desearás que el verano no acabe nunca

Exploramos algunos pequeños paraísos cercanos que han logrado escapar a las multitudes para planear una última (o no) escapada estival

De Croacia a Malta pasando por Grecia, Italia y Francia y, aunque pueda parecer una ilusión, aún existen islas prácticamente ocultas a las hordas de turistas que hace tiempo conquistaron el viejo continente. Calas recónditas, arenas blancas y aguas turquesas, pequeños pueblos marineros, viñedos y bosques de pino se alían para conformar la perfecta última escapada de verano.

Solta, Croacia

Aunque bastante próxima a Split, a nueve millas naúticas que se recorren en apenas 30 minutos en catamarán, la isla de Solta sigue siendo desconocida para la gran mayoría de los viajeros.

El tiempo parece haberse detenido en la isla de Solta, con apenas un puñado de pueblos y bellísimas bahías de aguas transparentes asomadas al Adriático

Playas de piedra, naturaleza casi intacta y aguas cristalinas en bellísimas bahías asomadas al Adriático son la constante en este delicioso lugar, donde el tiempo parece haberse detenido.

Maslinica. Foto: Visit Solta.
Maslinica. Foto: Visit Solta.

[Para leer más: Dos destinos para descubrir otra Croacia (y huir de las multitudes)]

Partiendo de Rogac, al norte, podemos explorar la isla con paradas en Grohote, el asentamiento más antiguo y más grande de Solta y su centro económico y administrativo; o Stomorska, a solo 12 km de Rogac, donde nos espera un pequeño pueblo de pescadores que rezuma encanto. De solo alrededor de 250 habitantes, ofrece un paisaje de postal con casitas de piedra y barquitos atracados a apenas unos metros.

No debemos dejar de visitar tampoco Necujam y sus hermosas playas y calas, además de una agradable paseo marítimo, o Maslinica, el único pueblo y el único puerto al oeste de la isla, con casas apiñadas en torno a un castillo del siglo XVIII y pequeñas playas, que mira a un archipiélago de siete islas formando una idílica postal mediterránea.

Además de recrearnos en la calma y las bellas playas, Solta nos reserva otros placeres, en este caso dedicados al paladar, con su vino local, denominado Dobricic y su aceite de oliva virgen extra como puntales de sus propuestas gastronómicas.

Salina, Italia

La segunda más grande de las islas Eolias, frente a la costa de Sicilia, nos espera con un paisaje de viñedos y olivares, playas de guijarros y pintorescos pueblos de pescadores.

Mucho menos conocida que sus hermanas Lípari, Stromboli y Vulcano y ajena aún al turismo a gran escala, en sus 27 km cuadrados hay tres núcleos principales: Santa Marina Salina, Leni y Malfa.

Isla de Salina. Foto: Till Kottmann | Unsplash.
Isla de Salina. Foto: Till Kottmann | Unsplash.

De origen volcánico, fue denominada por los griegos Didyeme (gemela) justamente por los dos volcanes inactivos que ostenta: Fossa delle Felci y Monte dei Porri, que además son los dos mayores picos de las Eolias, un archipiélago catalogado como Patrimonio Mundial por la Unesco.

En la playa de Pollara y sus alrededores, además de darnos un chapuzón en aguas transparentes, podemos visitar la casa de Neruda, en recuerdo a la grabación en estos parajes de la película ‘El cartero y Pablo Neruda’.

Se puede llegar a través de un ferry que conecta la isla con Nápoles y Milazzo, y que dura, desde esta última, alrededor de 90 minutos. Una vez en Salina lo mejor es alquilar una moto y recorrerla a nuestro aire.

Agistri, Grecia

Dentro del golfo Sarónico y realmente pequeña, con no más de 14 km2 de extensión, Agistri permanece a la sombra de otros destinos griegos como Egina, Hydra o Salamina.

Sin grandes atracciones, ruinas o museos, el lugar es perfecto, sin embargo, para relajarse en el mar, perderse en sus parajes naturales -ya sea caminando, a caballo o en bici- y disfrutar de la gastronomía.

Agistri, Grecia. Foto: Wikimedia.
Agistri, Grecia. Foto: Wikimedia.

La mayoría de hoteles y apartamentos se concentran en Skala, aunque no es el pueblo mayor, pero sí el principal punto turístico por sus coquetas playas y una abundante oferta de restaurantes y cafeterías. En el centro se levanta la iglesia de Ayii Anaryiri con su gran cúpula azul, mientras que al este se abre una hermosa zona de pinos desde la que disfrutar de buenas vistas de Egina.

Megalochori (también conocida simplemente como Milos), de alrededor de 600 habitantes y principal puerto de Agistri, que conecta la isla con el Pireo, a unos 55 minutos de navegación. Tiene además una pequeña playa, así como casas tradicionales, callejuelas y un centro cultural que suele ofrecer exposiciones arqueológicas.

A unos cuatro km nos espera Limenaria, que brilla gracias al templo de Ayia Kyriaki y su cúpula pintada en oro. Casas de piedra y pequeñas tabernas tradicionales dan paso a Mariza, una playa de rocas de la que emerge un pequeño y encantador puerto.

[Para leer más: Malta a la última, una escapada a la isla dorada]

Comino, Malta

Entre Malta y Gozo yace Comino, un paraíso de 3,5 km2 y la menor de las islas maltesas. Prácticamente desierto -solo cuenta con un complejo hotelero y ninguna población- es sin embargo un destino ideal para practicar sorkel, buceo, surf o senderismo y, sobre todo, para alejarse del mundo.

Comino. Foto: Turismo de Malta.
Comino. Foto: Turismo de Malta.

Su mayor atracción es la Laguna Azul, un espacio de brillantes aguas turquesas rodeado de arena blanca -aunque quizás excesivamente frecuentado ya por turistas-.

Sin embargo, fuera de la temporada alta, el destino es un refugio perfecto.

Porquerolles, Francia

La mayor de las islas que integran el archipiélago de Îles d’Hyères, en plena Costa Azul francesa, ha logrado pasar desapercibida ante el turismo de masas, primero porque fue el dominio privado del explorador belga François Joseph Fournier, que la adquirió por un millón de francos como regalo para su mujer, y después por iniciativa del gobierno francés, que recompró el 80% del territorio en 1971.

Porquerolles, Francia. Foto: Pixabay.
Porquerolles, Francia. Foto: Pixabay.

Ahora, con gran parte de su territorio protegido bajo la designación de parque nacional (Port Cros), es un destino libre de coches, por lo que la bicicleta o el senderismo serán las mejores opciones para explorar sus viñedos y playas, acantilados de piedra caliza y bosques de robles y pinos.

Al norte de la isla se encuentran los mejores arenales, como los de Notre Dame -posiblemente una de las mejores playas de toda Europa- o La Couriade, desde la que se divisa la península de Giens.

Ahora, además, la isla se ha convertido en un exclusivo reducto de arte, gracias a la llegada de la Fondation Carmignac, la fundación del magnate Édouard Carmignac, y sus fondos que incluyen piezas de Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Roy Lichtenstein.

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