Cinco sitios turísticos que son un éxito… y que son falsos

La literatura, el cine y algunos mitos crearon sitios que, para no defraudar a las expectativas de los turistas, fueron recreados de forma algo forzada

“El cliente siempre tiene la razón”, reza el popular dicho. Y hay ciudades y regiones que vieron un filón comercial cuando las multitudes turísticas se acercaban para preguntar por una casa, un balcón o un puente que aparecía en alguna novela o película.

Como no existía tal sitio en la vida real, pues pusieron manos a la obra y recrearon el lugar para que sea lo más fiel posible a la imaginación del escritor o director de cine que había inventado el lugar.

Y el invento funciona bien: miles y miles de turista llegan para hacerse selfies, postear en Instagram y anunciar a los cuatro vientos que estuvieron en el Castillo de Drácula o en el balcón de Julieta Capuleto, en Verona.

5 Shangri-La -- China

Cuando el británico James Hilton vio una foto del monasterio de Muli se inspiró para recrear la mítica ciudad de Shangri-La, que en su obra Horizonte perdido la describe en un valle místico, donde los habitantes vivían cientos de años, una tierra utópica de paz y felicidad.
Frank Capra llevó el libro al cine en 1937, y los fascinados por la obra querían saber en qué lugar del mundo se encontraba este paraíso terrenal.
La ciudad de Zhongdian, en 2001, vio un negocio en puerta e hizo una movida similar a la del puente tailandés: se cambió el nombre por Shangri-La. Sus monasterios, pagodas y casas con techos de tejas ponían la ambientación que buscaban los visitantes. Así se coronó como una de las puertas de entrada al Tíbet.
Fue una buena idea: el turismo se multiplicó por 700%, aunque más de la mitad de la población todavía sigue viviendo debajo del umbral de la pobreza.

4 Puente sobre el Río Kwai -- Tailandia

Primero fue la novela de Pierre Boulle El puente sobre el río Kwai, y luego el film de David Lean de 1957, que popularizó una de las melodías más silbadas en la historia del cine. Pero en realidad el famoso puente nunca existió.
Lo que sí había era la construcción para atravesar el río Mae Khlaung, cerca de la ciudad de Kanchanaburi, a tres horas de ferrocarril de Bangkok. El puente, de madera, sí fue edificado en la Segunda Guerra Mundial y destruido por los británicos para frenar el avance de las tropas japonesas.
Reconstruido, del puente original solo quedan sus pilares. Pero para dar algo de legitimidad al sitio, el gobierno tailandés decidió cambiar el nombre del curso fluvial, y en vez de Mae Khlaung, lo rebautizó como Kwai. Y todo el mundo contento.

3 Casa de Sherlock Holmes -- Londres

Nunca existió Sherlock Holmes ni John Watson, pero sí la calle Baker, en el distrito de Westminster. Allí Arthur Conan Doyle inventó que en el número 221B vivía el sagaz detective y su colaborador, sinónimos del racionalismo inglés por sobre las tinieblas de la ignorancia.
Pero nunca existió tal casa, hasta que al ver la legión de curiosos que pasaban a buscarla la regiduría de distrito decidió recrear una pequeña residencia como el 221B de Baker Street, aunque para ello tuvo que burlar las leyes matemáticas al estar entre los números 237 y 241, revela La Nación.
Al llegar al Museo de Sherlock Holmes se ve una estatua de bronce con el detective con su gorra de orejeras, pipa reglamentaria y capa, y la casa muestra cómo habría sido el hogar de Holmes con sus libros y muebles, la planta superior en que vivía Watson y el ama de llaves, y en la tercera hay varios personajes de cera, incluido el archi-enemigo Moriarty.

2 Balcón de Julieta -- Verona

Esta ciudad del norte de Italia aprovechó la popularidad que le aportó la obra de William Shakespeare, y convirtió una antigua casa medieval en el hogar de Julieta Capuleto.
Del edificio medieval sólo quedó una torre, y la reconstrucción realizada en el siglo XX siguió los parámetros que había tomado Hollywood para contar el drama de Shakespeare, con balcón incluido; pero quien lea a Romeo y Julieta comprobará que en la tragedia no hay ni un balcón. Es más, los balcones ni se conocían en la Inglaterra del siglo XVII, según The Atlantic.
El negocio es redondo: los turistas se hacen fotos, colocan mensajes románticos en un muro cercano, se realizan selfies con la estatua de bronce de Julieta (uno de sus senos está brillante, dicen que tocarlo trae buena suerte), mientras que el lugar se puede alquilar –obviamente- para bodas.

1 Castillo de Drácula -- Rumanía

Los turistas que llegaban a Transilvania preguntaban donde está el castillo de Drácula, pero lo más aproximado que podía encontrar es la gigantesca fortaleza de Vlad Tepes, apodado el Empalador, el aristócrata tan cruel como rico que vivía en el castillo de Poeanri.
Esta construcción está lejos de ser el típico castillo con almenas puntiagudas y vampiros en las alturas. Las ruinas muestran unas altas paredes, macizas e impenetrables, protegidas por estar en la cima de una sierra. El lugar se puede visitar tras subir unos 1.500 escalones.
En la región, cerca de Brasov, está el castillo de Bran, que es más parecido a lo que se imaginó el escritor irlandés Bram Stoker cuando escribió Drácula, a pesar de que nunca puso un pie en Rumanía. Se dice que aquí también vivió Vlad III Drăculea, pero las investigaciones demuestran que es un mito.

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