Como Indiana Jones: seis ciudades perdidas que se pueden visitar

En Egipto, Perú, India, Turquía, Italia y Sri Lanka encontramos magníficas ciudades que el mundo moderno ignoraba que existía

Algunas solo vivieron en la imaginación popular y en historias transmitidas durante siglos. Otras, sin embargo, fueron reales: ciudades que se construyeron, prosperaron, florecieron y finalmente, desaparecieron bruscamente, consecuencia de guerras o fenómenos naturales. Descubrimientos, en la mayoría fortuitos, nos devolvieron siglos después los vestigios de algunas de estas misteriosas metrópolis.

Machu Picchu, en Perú, o Petra, en Jordania, son algunas de las más célebres. Pero hay decenas de estas fantásticas ciudades perdidas y encontradas para descubrir. De Egipto a Sri Lanka y de Perú a Italia pasando por India y Turquía, recorremos algunas de las más fabulosas.

A unos 160 km de El Cairo el arqueólogo Pierre Montet descubrió la ciudad de Tanis, identificada como la bíblica Zoán

[Para leer más: Cinco maravillas arqueológicas de Perú (y ninguna es Machu Picchu)]

Tanis, Egipto

En la película En busca del arca perdida de Indiana Jones se recreaba una versión ficticia de Tanis, una ciudad que tuvo una vida real (no menos apasionante que la de la ficción). Dyanet y Per-Uadyet en egipcio, San el-Haggar en árabe y Tanis en griego, se cree que esta ciudad es también la bíblica Zoán, que precisamente trataba de localizar en 1939 el arqueólogo Pierre Montet, a unos 160 km al noroeste de El Cairo.

Tanis, Egipto. Foto Wikimedia Commons.

Tanis, Egipto. Foto: Wikimedia Commons.

Encontró la que fue capital de Egipto durante las dinastías XXI y XXIII así como una importante urbe, tanto comercial como estratégicamente, hasta el siglo VI como consecuencia de la amenaza de inundación que suponía el lago Manzala.

Sus edificios más antiguos datan de alrededor del año 1.000 aC y en muchas de sus construcciones se utilizaron bloques de piedra del poblado de Qantir (la antigua Pi-Ramsés).

Pasear hoy por su antiguo trazado es hacerlo entre restos de su templo de Amón (especialmente venerado en la ciudad) decorado con esfinges, obeliscos y colosos; y los de Mut, Jonsu, Astarté y Horus, así como tumbas reales y cámaras funerarias como las de Olorkon II, Psusenes I y Sheshonq, además de un interesante complejo urbano.

Vijayanagara, India

En la meseta del Decán, en el centro-sur de la India, floreció el imperio de Vijanyangara, establecido en 1336 por Harihara I y su hermano Bukka Raya I, en torno a la ciudad del mismo nombre (en español, la ‘ciudad de la victoria’) que existió hasta 1646. Su decadencia, sin embargo, empezó antes, en 1565 y como consecuencia de una derrota militar contra los sultanatos de Decán.

Vijayanagara, hoy Hampi. Foto Wikimedia Commons.

Vestigios del antiguo imperio de Vijayanagara, hoy Hampi. Foto: Wikimedia Commons.

Más de un siglo después, en 1799, el oficial del ejército escocés Colin Mackenzie se topó con unas ruinas antiguas: había descubierto los restos del gran imperio Vijanyangara, cuya magnífica arquitectura aún es visible hoy.

De hecho, su riqueza y conservación le valió la inclusión como Patrimonio Mundial de la Unesco. Alrededor de Hampi, como se conoce hoy, en el estado indio de Karnataka, se suceden impresionantes templos y enormes esculturas de carros, caballos y elefantes de más de dos metros de altura que revelan el poder y la riqueza de este imperio, donde florecieron también las artes, la literatura y la música.

Pompeya, Italia

Mucho más próxima (y también más visitada, con 2,5 millones de turistas solo en 2018), Pompeya es otra fantástica ciudad perdida, en este caso por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d.C., que la dejó sepultada, al igual que la vecina Herculano, bajo gruesas capas de ceniza.

Mito de Narciso en un fresco en excelente estado de conservacioÌn en Pompeya. EFE

Mito de Narciso en un fresco en excelente estado de conservacioÌn en Pompeya. Foto: EFE.

En 1599 el arquitecto Doménico Fontana la descubrió, como en otros casos, por casualidad, aunque no fue hasta 1738 cuando Carlos III de España inició las excavaciones más ambiciosas, que sacaron a la luz edificios y calles, termas, un anfiteatro, un foro y hermosas villas decoradas con murales de colores que aún perviven.

De hecho, las excavaciones aún continúan y se siguen descubriendo nuevos detalles, como los frescos en la ‘Casa de Leda y el cisne’ descubiertos recientemente en el área Regio V del Parque Arqueológico de Pompeya, los que ilustran el mito de Narciso o los que reflejan la cruenta lucha de dos gladiadores, heridos y bañados en sangre, en esta misma zona.

Troya, Turquía

Sobre la base de unas prospecciones previas de Frank Calvert, el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann inició las excavaciones en la costa egea de Turquía en 1868 en busca de Troya, la legendaria ciudad conocida por el poema épico La Iliada, atribuido a Homero, que narra algunos de los acontecimientos ocurridos hacia el final de una larga guerra, de 10 años de duración, que enfrentó a griegos y troyanos.

Restos del anfiteatro de la antigua Troya. Foto Getty Images.

Restos del anfiteatro de la antigua Troya. Foto: Getty Images.

Rescatadas finalmente del olvido en 1871, las ruinas se atribuyen a la mítica ciudad habitada desde desde principios del tercer milenio a.C. y ubicadas en el emplazamiento conocido como la colina de Hisarlik a partir de la caída de Constantinopla y el colapso del imperio bizantino, al que también perteneció. Se cree, sin embargo, que fue abandonada hacia el año 500 como consecuencia de un gran terremoto, y de los siglos sucesivos hasta el siglo XIII no hay apenas rastro.

Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1998.

Chan Chan, Perú

Su nombre significa ‘Sol resplandeciente’ y está considerada la ciudad de adobe más grande de América y segunda del mundo, solo por detrás de Bam, en Irán. Precolombina, fue levantada hacia el año 600 por los chimúes, para quienes fue capital económica y administrativa.

Ubicada en el valle de Moche, frente al mar, a mitad de camino entre Huanchaco y la ciudad de Trujillo, se cree que llegó a contar con una extensión de más de 20 km2, de los cuales unos 14 se han conservado hasta nuestros días. En ellos se suceden hasta 10 palacios y ciudadelas, pirámides, depósitos, pozos y talleres, con avenidas bien delineadas y separación entre residencias para la élite y áreas de trabajadores, además de zonas para ceremonias y rituales religiosos, para la administración y tumbas.

Chan Chan. Foto Turismo de PeruÌ.

Chan Chan. Foto: Turismo de PeruÌ.

El imperio incaico sitió la ciudad en 1.470 y hacia 1.500 fue quemada y saqueada. Posteriormente, durante la época del Virreinato del Perú (1532-1821), Chan Chan fue de nuevo saqueada y destruida, pues existía la creencia que entre sus muros y pirámides se escondía un gran tesoro en piezas de oro y plata. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986

Sigiriya, Sri Lanka

En el centro de Sri Lanka, cerca de la ciudad de Dambulla, y en las profundidades de una selva espesa se alza una gran roca granítica de 200 metros de largo, 120 metros de ancho y casi 200 metros de altura: es el cuello de un antiguo volcán y es también el hogar de una antigua ciudad en ruinas, surgida en torno al complejo palaciego de Sigiriya.

Sobre un antiguo volcaÌn se alza el complejo de Sigiriya. Foto Yves Alarie Unsplash

Sobre un antiguo volcaÌn se alza el complejo de Sigiriya. Foto: Yves Alarie | Unsplash.

Sigiriya significa león y, de hecho, es un gigantesco animal de piedra quien guarda la entrada, con las zarpas en la tierra y las fauces como puerta de un complejo surgido inicialmente como monasterio hacia el siglo III a.C.

Alrededor de 800 años después fue edificado un impresionante palacio por orden del príncipe Kasyapa, que construye también jardines y piscinas y ordena decorarlos con coloridos frescos. Asesinado después por su hermanastro, el complejo vuelve a su ocupación monástica hasta el siglo XIV para después ser abandonado y caer en el olvido.

Impresionantes frescos en el complejo de Sigiriya. Foto: EFE.

Frescos en el complejo de Sigiriya. Foto: EFE.

Solo podemos imaginar la estupefacción que debió sentir el mayor del ejército británico Jonathan Forbes cuando en 1831 y durante la ocupación de Sri Lanka por el Reino Unido se topó con los restos de este fascinante lugar. Más tarde, el también británico John Still, documentó oficialmente el lugar, que fue designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.

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