Qué hacer (y qué no) con las propinas

En varios países la propina es una institución obligatoria, mientras que en otros se considera una ofensa o una especie de soborno

No es fácil acertar con las propinas. Si se viaja a otro país (y no necesariamente exótico) cabe averiguar previamente cuál es la costumbre local respecto a esta contribución voluntaria por el servicio. Es que en algunos sitios es obligatoria y compensa los bajos salarios de los camareros o del personal del hotel, y en otros se considera como un insulto al trabajo.

Para evitar situaciones confusas, hay aplicaciones como Tipulator, Globe Tipping o Tip Calculator que dan consejos y establecen, según cada país, cuánto se debe dejar.

Casi una obligación

Hay países donde las propinas son prácticamente una obligación, al punto de que los salarios de los camareros, el personal de los casinos u hoteles son bajos porque se compensan con los pagos voluntarios de los clientes.

Así sucede en Estados Unidos y Canadá, donde se espera entre un 10 y un 20% de la cuenta, y si se paga con tarjeta, se debe incluir el monto en el casillero de ‘tips’.

En EEUU, Canadá y otros países la propina es casi obligatoria porque es un complemento al salario de los empleados

También se integra al salario de los camareros de la India y de la República Checa, aunque en el primer caso no es tan obligatoria como en el segundo, donde queda muy mal visto no aportar al menos un 5% del gasto.

Evitar momentos incómodos

No hay ley que obligue a dejar propina, pero es una costumbre muy arraigada aportar un pequeño monto al final del servicio en los restaurantes de México y el Reino Unido.

En muchos locales gastronómicos ya está incluida en la cuenta, por lo que dejar un par de libras o pesos mexicanos será visto como una satisfacción por el trabajo realizado.

En Cuba el castrismo había prohibido las propinas, pero en los últimos años –y sobre todo en los puntos turísticos- se convirtió en una costumbre muy fuerte y queda muy mal no aportar un 10% del monto total.

Si se está contento, mejor dejarla

En Sudamérica (excepto Paraguay) se suele dejar un 10% si se está satisfecho con el servicio o si las porciones fueron abundantes.

En el norte de África hay que estar atento que los camareros se suelen quedar con el cambio porque suponen que pertenece a la propina, pero no tienen problema en devolverlo si se reclama.

Los ciudadanos del Sudeste Asiático, como los de Filipinas y Tailandia, no tienen costumbre de dejarla, pero en los restaurante dedicados al turismo esperan que haya una aportación de al menos el 10%.

En el norte de África el personal suele quedarse con el cambio porque supone que será devuelto como propina

Rusia y Ucrania, como Cuba, adoptaron la propina en los últimos años, mientras que en países europeos como Suecia, Polonia y Austria ya la incorporan en el total de la cuenta.

En Holanda, Italia, Portugal y Francia se suele dejar de un 10% a un 15% si es que el restaurante no la incluyó previamente como gasto de servicio.

Tanto en Alemania como en Hungría no hay que dejar la propina en la mesa, la costumbre es entregársela en mano al camarero, o pagar con un billete que permita que el empleado se quede con el cambio.

Aquí no hace falta

En los países escandinavos la propina ya está integrada en la cuenta, por lo que ningún camarero espera que se deje un dinero por el servicio. De todas maneras, nadie se ofenderá si lo reciben.

Lo mismo sucede en Indonesia y Grecia, mientras que en Australia y Nueva Zelanda no se suele dejar ni tampoco se incluye en la suma final

Ofensa grave

China, Japón y Singapur consideran que la propina es un insulto, y significa que el trabajo realizado no fue bien realizado. Para evitar situaciones incómodas, basta con agradecer al camarero, o decirle al gerente que el servicio fue muy bueno.

La excepción es en Hong Kong y Macao, donde la herencia colonial se siente en que la costumbre de la propina es un signo de distinción.

Tampoco queda bien visto en Paraguay, que se toma como un acto de soborno, o que puede llevar al dueño de un local a pensar que el cliente tuvo favores (como raciones extras o bebidas gratis) por parte del personal.

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