Cracovia: la ciudad del dragón donde el tiempo no existe

Antigua capital de Polonia, con más de mil años de historia a sus espaldas, Cracovia es una ciudad en en la que el tiempo parece haberse detenido

Cracovia nació, dice la leyenda, de la gesta de un príncipe que mató a un dragón llamado Krak, que dio paso a Craco y de ahí al nombre de la ciudad. Una estilizada figura en hierro que recuerda vagamente a la fiera y que arroja llamaradas de fuego puntualmente cada treinta segundos, en la entrada de una cueva, recuerda la mítica gesta.

La segunda ciudad más importante de Polonia tras Varsovia tiene otra interesante leyenda: en el siglo XIII, cuando los tártaros se disponían a atacar la ciudad, un vigía desde lo alto de la iglesia de Santa María alertó a la población con su trompeta.

Una certera flecha enemiga le atravesó la garganta e interrumpió dramáticamente su llamada. Hoy, 700 años después, desde la misma torre se sigue interpretando cada hora la melodía, la hejnat mariacki, una especie de toque de diana, que parece interrumpirse a la mitad. Pero el vigía es ahora un bombero, que se asoma hacia los cuatro puntos cardinales.

El rito forma ya parte de la identidad nacional polaca y la llamada del mediodía se trasmite por radio a todo el país.

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El mítico dragón sigue lanzando fuego. Foto: Open Comunicación.

La mayor plaza medieval del mundo

A Cracovia le gusta cuidar su pasado. A los pies de la torre del vigía se despliega la plaza medieval más grande del mundo, con doscientos metros de longitud por cada lado y en la que se unen diferentes edificios y monumentos.

El conjunto es sorprendente y uniforme. Las casas que bordean la plaza fueron edificadas en los siglos XIV y XV, pero luego sufrieron restauraciones en el XVII y XIX, por lo que resulta fácil encontrarse con fachadas neoclásicas, portadas de piedra renacentistas y viguerías y patios porticados de la época primitiva.

La plaza del mercado tiene varios edificios interesantes para descubrir como la Torre del Ayuntamiento y la iglesia de San Adalberto

En el centro de la gran plaza se encuentra un original edificio de tonos amarillentos y también mezcla de distintos estilos.

Se trata de la antigua Lonja de los Paños. En su interior se encuentra hoy un animado mercadillo de artesanía y el piso superior acoge una sección de pintura polaca del Museo Nacional.

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Plaza del Mercado, el núcleo de la vida social. Foto: Open Comunicación.

Catálogo de estilos

La Plaza del Mercado constituye por sí misma un auténtico museo, en el que no puede dejarse de visitar la Torre del Ayuntamiento, resto de la antigua Casa Consistorial demolida en el siglo XIX; la pequeña iglesia de San Adalberto, del siglo XI; el monumento a Adam Mickiewicz, el mayor poeta polaco de la época romántica, así como diversos palacios y lugares de interés.

Mención aparte merece la iglesia gótica de Santa María. Está construido con ladrillos elaborados a mano y llama la atención sus dos torres con desigual terminación.

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Uno de sus atractivos más recientes es el moderno y didáctico Museo de la Ciudad, situado en los sótanos de la plaza que narra la vida de esta urbe.

Con frecuencia en la amplia plaza de alzan mercadillos de flores, de libros, de artesanía, de antigüedades.

Desde aquí parten los tradicionales coches de caballos que recorren el casco antiguo de la ciudad. Y por supuesto, en sus numerosas y amplias terrazas, en las que se sirven las gigantescas jarras de deliciosa cerveza polaca o los helados vasitos con vodka también polaco que, según los expertos es el mejor del mundo.

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Arte moderno en la ciudad. Foto: Open Comunicación.

Hacia la colina de Wawel

Al otro lado de la Plaza del Mercado parte la calle Grodzka, la principal de Cracovia, que es uno de los mejores caminos para llegar a la colina de Wawel y un muestrario histórico-arquitectónico de la ciudad, por sus residencias nobiliarias que todavía muestran en sus fachadas los escudos de armas de las familias aristocráticas del pasado y por las iglesias y colegios que se suceden en ella.

Las casas más bonitas se concentran en la calle Grodzka, la más animada de Cracovia

Al comienzo de la calle, en un bello edificio medieval se encuentra el célebre restaurante Wierzynek, el más antiguo de Cracovia y, según muchos, el mejor de Polonia.

Lo ideal, antes de acometer la subida a Wawel y recorrer con detenimiento todos sus edificios, es presenciar el conjunto desde algunas de las orillas del Vístula, apreciando así su armonía.

La colina, en la que destaca la catedral con sus tres torres diferentes y el castillo, reflejándose sobre las tranquilas aguas del río, es la mejor perspectiva de Cracovia y, probablemente, una de las más espectaculares panorámicas de Europa.

Es éste además un lugar muy popular. En las apacibles praderas que bordean el Vístula pasean las parejas, juegan los niños o se organizan pequeños picnics. Unas mesas de madera suelen ser lugar de cita de ancianos y también jóvenes que disputan interminables partidas de ajedrez. Un camino asfaltado, en fin, suele congregar a los ciclistas y patinadores.

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El Vístula ofrece uno de los paseos más bonitos de la ciudad. Foto: Open Comunicación.

La historia más antigua

El conjunto de la colina de Wawel goza de una rara armonía, pese a la diferencia de estilos de los edificios que lo componen. Ya los antiguos grabados de Cracovia mostraban una ciudad arropada en torno a una colina constelada de construcciones.

En otros tiempos, había una pared de roca calcárea jurásica que caía a pico sobre el Vístula y en algunas de sus cavernas excavadas en sus paredes rocosas vivió el hombre paleolítico. Las primeras edificaciones defensivas se remontan al siglo VI, y la primera iglesia cristiana es del siglo IX.

La catedral

Tras superar los 25 metros de altura que separan el río de lo alto de la colina, a través de un camino que ofrece bellas vistas sobre el Vístula y que suele ser amenizado por pequeños grupos folclóricos que interpretan música local, se abre la amplia explanada en la que destaca la irregular construcción de la catedral.

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Las primeras piedras de la iglesia se colocaron en el 1002 y desde entonces, prácticamente sin interrupción hasta 1937, se han ido haciendo ampliaciones, nuevas torres y capillas, remodelaciones y restauraciones. El conjunto, pese a ello o tal vez gracias a ello, respira una gran belleza.

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Detalle de la catedral de Wawel. Foto: Open Comunicación.

El castillo real

Una doble puerta bajo un arco de grandes dimensiones comunica la explanada de la catedral con el patio del castillo. Tras la penumbra creada por el arco, la aparición de este patio se presenta como un destello de belleza. Con sus tres paredes con pórticos y galerías cubiertas, es uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura del Renacimiento de inspiración italiana.

En el barrio judío se puede visitar la fábrica del industrial que salvó a miles de judíos, y que Spielberg hizo famoso en La lista de Schindler

Tras la visita a la catedral y al castillo, vale la pena dedicar un tiempo a pasear por el amplio y acogedor recinto. Puede ser un buen momento para tratar de encontrar la mágica piedra czakram que, según la leyenda, ha permitido que la ciudad haya escapado de las destrucciones desde la invasión de los tártaros en 1241 y que incluso durante la Segunda Guerra Mundial, cuando casi todo el país fue destruido por los nazis, Cracovia se librase de forma casi milagrosa.

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El barrio judío cuenta con una animada vida gastronómica. Foto: Open Comunicación.

El barrio judío

No se puede abandonar Cracovia sin hacer una tranquila visita al Barrio Judío, Kazimierz, que conserva todo el encanto de los viejos tiempos y ahora está plagado de cafés y restaurantes de todo tipo.

Allí se pueden seguir las huellas de la célebre película La lista de Schindler de Steven Spielberg, ya que muchas de las escenas fueron rodadas en sus calles, incluso puede visitarse la antigua fábrica de Oskar Schindler, hoy convertida en museo y sala de exposiciones y en cuyas puertas pueden verse las fotos de algunos de los judíos que libró de la muerte.

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