Zagreb: la ciudad con alma de artista y cultura de café

La influencia austrohúngara y el callejeo mediterráneo conviven en armonía en la capital de Croacia

Érase una vez, entre la Costa Adriática y Europa Central, a las laderas de la sierra Medvednica y orillas del río Sava, dos pueblos medievales con sus murallas correspondientes y apenas separados por un riachuelo: Kaptol, habitado en su mayoría por clérigos y canónigos, y Gradec, poblado por burgueses, comerciantes y artesanos. La tradicional rivalidad entre ambas llegó a su fin cuando, en el siglo XIX, crearon una única administración municipal: nacía Zagreb.

La actual capital de Croacia es una ciudad de paseo, hay que recorrerla despacio y alerta pues a cada paso surge algo que merece más de un vistazo: alguna obra del escultor croata por excelencia Ivan Mestrovic, las casas de la Ciudad Alta -la antigua Gradec- cuyas piedras rezuman, o el cálido vivir de la ciudad.

Pasear entre mercados, comprar flores y sentarse a ver la vida pasar -practicar la ‘spica’- son las actividades preferidas de los zagrebíes y, durante unos días, también nuestras

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Mercado Dolac. Foto Julien de Casabianca Turismo de Zagreb.

Mercado Dolac. Foto: Julien de Casabianca | Turismo de Zagreb.

 

Una ciudad para pasear

De mañanita temprano se aconseja encaminarse al mercado de Dolac, calificado como ‘el estómago de la ciudad’. Bajo las sombrillas rojas y al amparo de la estatua del héroe popular Petrica Kerempuh, se puede llenar un buen rato. Frutas estacionales, pimientos de todos los colores y quesos de cabra son algunos de los atractivos alimenticios del mercado.

Más tarde, los zagrebíes compran flores en la plaza del poeta Petar Preradovic (Plaza de las Flores), para luego sentarse en uno de los múltiples cafés a practicar el ‘ver y dejarse ver’ llamado familiarmente spica. Por ejemplo, en el café de Ivica i Marica, en la calle Ivana Tkalcica donde se sirven tartas deliciosas y gastronomía tradicional croata, en el Caffe Alcatraz, en la misma calle, de moda por su rock y su cerveza, o en Chocolat 041 (Masarykova, 25) de sugerentes bombones y pralinés.

Calle Tkalciceva. Foto J. Duval

La animada calle Tkalciceva. Foto J. Duval.

La calle más larga de Zagreb es Ilica, repleta de tiendas, pastelerías, restaurantes, y edificios de los siglos XIX y XX, mientras que el punto de encuentro está en la Plaza de Josip Jelacic ban (virrey) croata ante la corte húngara. Los jóvenes se sientan a los pies del caballo del Ban Jelacic. Unos son morenos y tienen los ojos color azabache y la piel oliva, otros de mirada turquesa y pómulos salientes respondiendo a sus rasgos eslavos. Castaños y hasta pelirrojos completan la mezcla cosmopolita del Zagreb de hoy.

Siguiendo por la calle Ilica hay un local pequeño y seductor, el de Sasa Sekoranja, especialista en los arreglos florales de cualquier evento que se precie, dueño también del Café Velvet, en la calle Dezmanova 9 que, gracias a su exquisito café, zumos naturales y una decoración agradable se ha vuelto un punto neurálgico indispensable en la ciudad. 

Plaza Ban Josip Jelai. Foto M. Gaparovi Turismo de Zagreb

Plaza Ban Josip Jelai. Foto: M. Gaparovi | Turismo de Zagreb.

Retomamos el paseo por calles a las que a cada paso asoman pasadizos que conducen a patios con singulares establecimientos, ya sea una escuela de teatro, la famosa emisora de radio independiente 101 que sigue emitiendo, fiel a sus radioyentes que la defendieron masivamente cuando se le quiso silenciar, o MaMa, innovador instituto multimedia, club cultural y café internet.

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De pronto, el escenario cambia. No más callejuelas, patios o coquetas casas barrocas. El horizonte se amplia y una serie de parques que forman la conocida como ‘Herradura Verde’ albergan los edificios más representativos de la cultura urbana. Es el caso del neobarroco Teatro Nacional, que cuenta con una de las obras más bellas del escultor croata por excelencia Ivan Mestrovic, El Pozo de la Vida.

La Biblioteca Universitaria o la mítica Estación Central también bordean la famosa Herradura Verde. El Museo de Mimara en la Plaza de Roosvelt contiene una de las colecciones de arte más ricas de Europa, donación del coleccionista, pintor y restaurador Ante Topic Mimara y de su esposa Wiltrud. La visita al museo supone un recorrido a través de siglos por la historia del arte gracias a un tesoro cultural con más de tres mil piezas de gran valor artístico, desde obras clásicas hasta objetos del antiguo Egipto. 

Teatro Nacional de Croacia. Foto  M. Gaparovi Turismo de Zagreb.

Teatro Nacional de Croacia. Foto: M. Gaparovi | Turismo de Zagreb.

Arte y vanguardia zagrebíes

De camino al circular Pabellón Meštrović, también conocida como Casa de los Artistas, se pasa por las cocheras del ferrocarril, cuyos muros cubiertos de grafitis muestran otra variante de la creatividad zagrebíe que hasta hace poco estaba prohibida.

Hoy no solo se permite, sino que se estimula animando a cambiar el motivo de los murales cada cierto tiempo.

La Casa de los Artistas Croatas es la sede oficial de artistas profesionales fundada con el propósito de proteger la libertad de expresión en las artes visuales y velar por los derechos sociales de los artistas. Diseñado por Mestrovic en 1933, fue una de las primeras salas de exposición circulares, ideada para albergar obras de escultura, pintura y fotografía. La bella cúpula, obra del arquitecto Zvonimir Kavuric, ofrece una magnífica composición de azulejos de vidrio incrustados en una cascara de hormigón que permite la entrada de luz natural en las exposiciones.

Casa de los Artistas Croatas. Foto M. Vrdoljak

Casa de los Artistas Croatas. Foto: M. Vrdoljak | Turismo de Zagreb.

Novi Zagreb

El complemento del hogar de los artistas croatas sería el Museo de Arte Contemporáneo en la zona nueva de Zagreb, Novi Zagreb, el más grande y moderno de Croacia, diseñado por el arquitecto Igor Franic. Su estructura cristalina alberga exposiciones permanentes y temporales sobre abstracciones geométricas, minimalismo, arte conceptual, arte óptico…

Entre muchas y atractivas creaciones está el curioso tobogán de Carsten Höller que permite salir zigzagueando del museo y ¿por qué no? aterrizar en el túnel del tiempo del Museo Arqueológico en el viejo Zagreb y tomar un café en su jardín decorado con estatuas romanas. 

La siguiente visita sería la Gliptoteca. Establecida en un edificio del siglo XIX de arquitectura industrial (el lugar era unaantigua fábrica de cueros), hoy muestra los moldes de yeso de esculturas escogidas croatas y algunas originales de los siglos XIX y XX.

Museo de Arte ContemporaÌneo de Zagreb. Foto M. Vrdoljak

Museo de Arte ContemporaÌneo de Zagreb. Foto: M. Vrdoljak | Turismo de Zagreb.

Una tienda ineludible es Kravata-Croata en el Pasaje Oktogon, dedicada exclusivamente a las corbatas. Y es que, aunque la mayor parte de las personas que la usan a diario lo desconocen, la corbata (kravata) es un invento de origen croata que viene de la época del reinado de Luis XIII, cuando tropas de soldados croatas llegaron a Paris para dar su apoyo al rey. Corría el año 1635 y los milicianos croatas llevaban alrededor del cuello una especie de echarpes o pañuelos anudados, germen de la futura corbata. Aunque después cambiaría de corte y diseño (y fueron los franceses quien lo convirtieron en un imprescindible del armario masculino) lo cierto es que acabaría siendo la prenda que es hoy.

Pasaje Oktogon. Foto M. Vrdoljak

Pasaje Oktogon y la famosa tienda Croata. Foto: M. Vrdoljak | Turismo de Zagreb.

Belleza inmortal

Mirogoj hace las veces galería, museo de arquitectura y escultura, parque maravilloso y finalmente, uno de los cementerios más hermosos del mundo. De un primer vistazo impresionan las arcadas cubiertas de hiedra y las cúpulas azuladas, obra del arquitecto Herman Bollé.

El espíritu se solaza con solo cruzar el umbral y sentir la paz y la transcendencia de Mirogoj. Artistas, políticos y luchadores de la libertad que dedicaron su vida o su obra a enriquecer el patrimonio humano descansan aquí. A la luz tenue de las velas, entre el aroma de las flores y la exuberante arboleda descansan esculturas. Y, según reza una placa, “Nunca ha de morir quien sigue vivo en la memoria y ha quedado plasmado con mano artística en bronce o piedra”.

El Jardín Botánico de Zagreb fue fundado en 1889 por el profesor universitario Antun Heinz con miras a ayudar a la universidad botánica en su investigación y estudio científico. Es un lugar lleno de encanto, con senderos bucólicos, y más de cinco mil tipos de plantas. Idóneo para cambiar el escenario urbano sin salir de la ciudad.

Cementerio de Mirogoj. Foto M. Vrdoljak

El cementerio de Mirogoj es uno de los más bellos de Europa. Foto: M. Vrdoljak.

Al caer la noche

Los tranvías azules protagonizan las calzadas de Zagreb. Pero, al caer la noche hay que montarse en el pequeño funicular Uspinjaca para subir a la Ciudad Alta y visitar la Torre de Lotrscak, que nos regala una panorámica espectacular. La ascensión continúa por las callejuelas medievales mientras la luz rojiza del ocaso ilumina con suavidad los tejados rojos y negros de la ciudad.

La primera parada sería en el acogedor restaurante Pod Grickim Topom, con vistas espectaculares, donde saborear un excelente vino croata, probando las especialidades caseras: croquetas de paté, pavo con pasta casera, carne con salsa dálmata, pescado a la plancha y risotto de gambas y calamares, curiosamente servido en conchas marinas. No hay que dejar de probar el sabroso aceite de oliva croata con una buena rebanada de pan ¡Es exquisito!.

En la Ciudad Alta, el ambiente romántico de otros tiempos está presente. Se escucha el silencio y se presienten las calesas, el taconeo de las botas y los secretos a la luz de las velas. Por ejemplo, en la Iglesia de San Marcos del siglo XIII, con su tejado multicolor y mosaicos que representan los escudos de Croacia, Dalmacia y Eslovenia en el lado izquierdo, mientras en el derecho aparece el de Zagreb con la fecha del año 1499.

Desde lo alto de la Torre de Lotrscak. Foto M. Mihaljevi.

Desde lo alto de la Torre de Lotrscak. Foto: M. Mihaljevi | Turismo de Zagreb.

O en las plazas de Katerina y de los Jesuitas donde todavía se adivinan los acordes del vals a cuyo ritmo bailaba la aristocracia croata. En el antiguo convento de los jesuitas, transformado en museo, se guarda celosamente la escultura del Pescador de Serpientes centenario testigo de jugosos pasajes de la cotidianidad zagrebíe.

El Museo de las relaciones rotas

Enclavado en el Palacio barroco Kulmer, el Museo de las Relaciones Rotas nació de la ruptura sentimental en 2003 de la productora de cine Olinka Vistica y el escultor Drazen Grubisic (escultor). Objetos, postales, cartas, juguetes hablan sobre la ternura, la pasión y el desamor en todo tipo de relaciones entre seres humanos. Los artículos del museo son donaciones de personas anónimas con el corazón roto que entregan un recuerdo del vínculo que terminó, e incluye objetos como el coche de juguete en el que él quería haber montado de niño y que nunca tuvo hasta que, ya adulto, su novia se lo regaló, o la pinza de colgar la ropa, único objeto que una madre salvó de su casa bombardeada antes de irse a vivir con su hija.

Al año de su inauguración obtuvo el premio Kenneth Hudson que otorga el European Museum Forum al museo más innovador del mundo. El postre de la visita al museo es su tienda, con gomas para borrar los malos recuerdos, almohadas con una cremallera en medio por si hay que separarlas o rompedores del hielo, entre otros objetos

Cada objeto en este museo presenta una historia de desamor. Fotos: Museo de Relaciones Rotas

Cada objeto en este museo presenta una historia de desamor. Fotos: Museo de Relaciones Rotas.

Música y descanso

El broche de oro de la visita es una ópera en el Teatro Nacional Croata que el Emperador Francisco José inauguró en 1895 con un “¡Qué empiece la función!”. Y la función no ha parado desde entonces entre los bastidores del edificio neobarroco, símbolo de la Plaza del Mariscal Tito.

Al término de la obra, y quizás para seguir soñando, nada como dormir entre las sábanas de algodón, la elegancia y el arte que ofrece el Hotel Palace que, abierto en 1907, sigue siendo una de las joyas hoteleras de Zagreb. Otra estupenda opción sería  revivir la experiencia de los pasajeros del Orient-Express como Elizabeth Taylor o Josephine Baker, cuando en su viaje hasta Estambul hacían escala en el Hotel Esplanade.

The Courtyards CafeÌ. Foto S. Kastelan.

The Courtyards CafeÌ. Foto: S. Kastelan | Turismo de Zagreb.

 

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