Irán: la próxima perla de Oriente

El país presume de 21 lugares Patrimonio de la Humanidad y aspira a alcanzar los 20 millones de turistas en 2025

Tras años de aislamiento, las autoridades iraníes intentan convertir el país en un destino turístico de referencia con ambiciosos planes y eventos para incrementar el número de visitantes y poner a punto las infraestructuras. Atractivos no le faltan a Irán. 21 lugares Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco, entre ellos la famosa Persépolis, y una diversa naturaleza que invita tanto a los apasionados de la montaña como del desierto. Pero también quedan por delante muchos retos.

Para darse a conocer a nivel mundial y atraer a los extranjeros, Teherán ha acogido en tan solo dos semanas tres importantes eventos internacionales relacionados con el sector: una convención de guías, la feria de turismo, y una conferencia de inversores y hoteleros. El plan del Gobierno iraní es llegar a los 20 millones anuales de turistas en 2025, lo que reportaría unos ingresos de 30.000 millones de dólares, según las estimaciones de la Organización de Patrimonio Cultural y Turismo de Irán.

El número de visitantes extranjeros ha ido aumentando gradualmente desde la llegada del moderado Hasan Rohaní a la presidencia en 2013, superando los 5 millones en 2015, frente al poco más de un millón de una década antes.

El acuerdo nuclear alcanzado entre Irán y seis grandes potencias en julio de 2015 supuso también un cambio de ciclo para la industria, al diluir las trabas diplomáticas y comerciales, y permitir mostrar una imagen más afable del país. «Ve Irán diferente» fue el lema de la reciente Feria Internacional de Turismo de Teherán, en la que se destacó que Irán es seguro y no sufre la lacra del terrorismo como otros países de Oriente Medio.

El encargado de relaciones públicas de la Corporación de Desarrollo del Turismo de Irán, Reza Salehi, explica que el pacto nuclear «ha ayudado mucho en el auge del turismo», pero por si solo no es suficiente. «Para tener un mayor crecimiento hay que desarrollar tanto las infraestructuras del país como los lazos internacionales», señala citando la construcción de nuevos hoteles y de áreas de descanso en las carreteras.

Asimismo, aboga por hacer «más promoción» en el extranjero con el fin de contrarrestar «la imagen negativa que dan algunos países que tienen lazos un poco hostiles» con la República Islámica. Y es que los temores hacia Irán siguen existiendo. Así lo reconocien varios de los participantes en la Convención de la Federación Mundial de Asociaciones de Guías de Turismo, que tras viajar por Irán a principios de febrero mostraron su grata sorpresa por la tranquilidad del país y la hospitalidad de sus gentes.

A estos miedos se suma ahora la política de la nueva Administración estadounidense, cuyas sanciones y veto migratorio a Irán -suspendido por la justicia- fueron contestadas por Teherán con medidas recíprocas, afectando al turismo. Fatima Pahlavan, directora de mercadotecnia y ventas del hotel Enghelab, de la compañía Parsian, asegura que todos los huéspedes procedentes de EEUU han cancelado sus reservas.

La ejecutiva explica que para atender la mayor demanda y ponerse a la altura de las exigencias de los huéspedes están llevando a cabo «un proceso de reforma de acuerdo a los estándares internacionales». Lograr estos estándares y disponer de más hoteles -entre 2014 y 2015 fueron construidos once- es uno de los retos de las autoridades iraníes, que buscan inversores para esta empresa y están ofreciendo incentivos como la reducción de impuestos.

Según los datos ofrecidos la semana pasada en la Conferencia de Hoteles e Inversión en Turismo, solo 13 de los 96 hoteles de Teherán están clasificados como de cuatro o cinco estrellas, aunque ya hay compañías internacionales como Accor y Meliá embarcadas en proyectos.

La directora de la agencia de viajes Mahe Asal, Fariba Alemzadeh, reconoce que tienen «dificultades» para efectuar reservas por el alto porcentaje de ocupación hotelera, lo que no ocurría antes. La mayoría de sus clientes son europeos. El recorrido «habitual» es la visita a las ciudades históricas de Isfahán, Shiraz y Tabriz, sobre todo para los visitantes de más de 50 años, mientras que los jóvenes -señaló Alemzadeh– demandan también excursiones por las montañas y el desierto.

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