Diez destinos románticos para San Valentín (y ninguno es París o Venecia)

Fuera del circuito de las típicas ciudades para enamorados, viajamos por ciudades de Irlanda, Marruecos, Bélgica o Portugal este San Valentín

Ni París, ni Venecia, ni Verona. Este San Valentín huimos de los tópicos y viajamos a otros destinos del mundo para disfrutar del día de los enamorados, destinos tranquilos donde el impacto de los paisajes como en Irlanda se mezcla con el romanticismo que destilan las calles de Viena, o el exotismo de Marrakech que deja paso a la belleza de un pequeño pueblo italiano o checo.

10 Marrakech -- Marruecos

La plaza Djemaa el Fna es uno de los puntos más fascinantes de Marrakech, sede de la realeza del país por muchos años. En sus tenderetes se puede degustar toda clase de platillos típicos (a sacarse los perjuicios y probar la fabulosa cabeza de cordero hervida) y beber té de menta, mientras se contemplan el amplio catálogo de músicos ambulantes, contadores de historias y malabaristas.

La mezquita de Koutobia, así como los jardines con rosas y naranjos que la rodean, es otro sitio ideal para románticos, así como los parques del jardín Majorelle, el Palacio de la Bahía, el palmeral y el palacio de Bab Agnaou.

Si el presupuesto lo permite, lo recomendado es alojarse en un riad, antiguas casonas reconvertidas en elegantes hoteles; y pasar varias horas en el relax de un hammam, con sus vapores y baños de espuma.

9 Cinque Terre -- Italia

Cinque Terre, uno de los pueblos de colores más populares en Internet

En la región de Liguria, en el arco que pega la costa de Italia antes de enlazarse con la Costa Azul, se encuentran numerosos pueblitos construidos, quién sabe cómo, haciendo equilibrio entre las alturas de los acantilados.

Es la ruta de las Cinque Terre (cinco tierras): Vernazza, Corniglia, Monterosso, Riomaggiore y Manarola, todos enlazados por el camino como Sendero Azul.

Entre las dos últimas, el sendero toma el nombre de Via dell’ Amore (vía del amor), un recorrido de doce kilómetros con el mar azul a un lado y los acantilados de bordes filosos por el otro.

En cada una de las poblaciones esperan pequeños bares y restaurantes para degustar los platos típicos de la región y sus famosos vinos.

8 Colmar -- Francia

En Alsacia, al norte de Francia, la pequeña ciudad de Colmar sorprende por sus fachadas coloridas, con sus balcones siempre floridos y un elegante canal que cruza el casco antiguo, en un paseo romántico que con poca originalidad se la conoce como ‘La Pequeña Venecia’.

Ya que se llega, no hay que perderse la oportunidad de realizar un pequeño paseo en barca contemplando las casas con vigas de madera, típicas del estilo gótico alemán (recordemos que la región pasó de un país al otro como si fuera el hijo de un matrimonio divorciado).

La ciudad está rodeada de viñedos, y es reconocida como la capital de los vinos alsacianos. Aparte de esta ruta campestre, en Colmar también se encuentra un curioso Museo del Juguete, una interesante catedral gótica, y hasta una réplica de la estatua de la Libertad.

7 Kinsale -- Irlanda

Al sur de Irlanda, en el condado de Cork, se encuentra un pequeño pueblito que era de pescadores. Se trata de Kinsale, una comunidad de sólo 2.000 almas que se caracteriza por sus casas de colores estridentes que explotan sobre la variedad casi infinita de tonalidades verdes de los valles de la región.

Abundante en restaurantes de comida típica, tiendas de souvernirs y rincones donde escuchar música gaélica, lo más bonito se encuentra en los alrededores, en el cabo Old Head of Kingsale, donde el Atlántico se adentra entre los fiordos que parecen dedos sumergidos en el mar.

La carretera va oscilando entre las tierras verdes con el mar de fondo. Este circuito, conocido como The Ring (el anillo), recorre en varias horas lo más profundo de Cork, pasando por poblaciones como Bantry o Kenmare hasta el Parque Nacional de Killarney.

6 Santorini -- Grecia

La medialuna que forman las islas de Santorini, con su volcán inactivo en el centro –aunque todavía humea azufre-, conforma uno de los sitios más románticos del Egeo. Los pueblitos blancos, con sus cúpulas, puertas y ventanas pintadas de azul marino, son una de las postales más famosas de Grecia.

Casi todo el turismo se afinca en la céntrica Fira, y los amantes de los paisajes pueden realizar un senderismo de un par de horas hasta la hermosa Oia, en el extremo del archipiélago, donde las callejuelas con escaleras que suben y bajan contemplan la ‘caldera’ acuática desde todos los ángulos.

Hay dos imperdibles en Santorini: realizar una excursión en velero hasta la formación rocosa de Palea Kameni, los restos del antiguo volcán; y ver el atardecer desde las numerosas terrazas de Fira, aunque una copa allí se pague a precio de oro.

5 Viena -- Austria

Las sinfonías de Mozart y los valses de Strauss están presentes en cada rincón de la capital de Austria, una ciudad rebosante de grandes edificios del romanticismo, como el palacio imperial o los fastuosos jardines del palacio Schoennbrunn, donde aun parecen resonar los pasos de Sisi.

Además de la obligatoria degustación del café vienés con tarta Sacher en el café que le da su nombre, se puede patinar sobre hielo en la pista del Wiener Eistraum y visitar la Galería Belvedere, donde se encuentra el famoso El Beso del pintor simbolista austríaco Gustav Klimt.

Para terminar la jornada, hay que contemplar el atardecer desde el mirador de la Ringstrasse, la avenida que rodea al centro de Viena.

4 Český Krumlov -- República Checa

Quien piensa en la República Checa y piensa en San Valentín piensa en Praga. Y es cierto que su capital es una de las ciudades más románticas de Europa, pero hay todo un país por descubrir.

Por ello hay que poner rumbo a Český Krumlov, una pequeña ciudad medieval con edificios de arquitectura gótica, renacentista y barroca, donde el río Moldava la envuelve una y otra vez en tres meandros.

Los que demuestren un buen estado físico pueden subir a la torre principal del castillo, construido en 1420, y que permiten tener unas espectaculares vistas de los tejados rojos de la ciudadela, donde en las tabernas se sirve vino de Moravia, así como las populares cervezas de la variedad pilsen.

3 Oporto -- Portugal

Imposible resistirse al encanto de Oporto. A orillas del Duero, entre preciosas fachadas de azulejos, cafés históricos y algunas de las librerías más bonitas del mundo se encuentra una de las ciudades más románticas para una escapada.

No dejes de visitar alguna de sus bodegas llenas de historia y de cruzar el río por sus puentes, disfrutando a la vez de sus maravillosas vistas.

Pon rumbo a WOW, el nuevo distrito artístico y cultural y deja pasar el tiempo entre sus seis museos y nueve restaurantes.

2 Delft -- Países Bajos

LA exposición con mayúsculas del 2023 en Europa es la que el Rijksmuseum de Ámsterdam dedica a Vermeer y que puede verse a partir del 10 de febrero con casi la totalidad de su producción artística. Con  motivo de esta esperada cita con el autor de La joven de la perla, la ciudad que lo vio nacer, Delft, le rinde homenaje con un programa cultural paralelo.

Maestro del Siglo de Oro holandés, Johannes Vermeer nació y murió en Delft (1632-1675), una ciudad a mitad de camino entre Róterdam y La Haya donde puede seguirse una ruta turística que explora los enclaves que marcaron su vida y que podemos ver retratados en muchos de sus cuadros.

Además, la exposición El Delft de Vermeer, que puede verse hasta el 4 de junio en el museo Prinsenhof, muestra las mejores obras de los contemporáneos del maestro junto a cerámicas, tapices, mapas, grabados, dibujos, libros y documentos que permiten seguir su biografía y su relación con la ciudad y su escena artística e intelectual.

1 Brujas -- Bélgica

El colapso de la industria textil en el siglo XVI dejó a Brujas congelada en el tiempo. Lo que fue la ruina para los artesanos de hace cuatro siglos es la bendición actual para su turismo porque esta pequeña ciudad, cruzada por canales, se puede recorrer en un par de días a pie o en bicicleta, e incluso sobra tiempo para una escapada a la hermosa Gante o la más desconocida Malinas.

En Brujas no hay que perderse el mercado, el ayuntamiento y los edificios de arquitectura tardogótica de sus calles.

Tampoco hay que resistirse a caer en la tentación de sus excelentes chocolates, y en algún momento, hay que visitar el antiguo convento de Begijnhof..

Porque estamos en San Valentín, se acepta caer en el tópico romántico de pasear en un carruaje o en bote por los canales hasta llegar al Rozenhoedkaai (el muelle del rosario).

a.
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