El museo en espiral que recrea la maquinaria de un reloj suizo

Diseñado por el estudio danés de Bjarke Ingels, Audemars Piguet ultima un rutilante museo de cristal en las montañas suizas del Jura

Le Brassus, en el Vallée de Joux suizo, vive al ritmo de complicaciones. No las de la vida diaria, sino las que laten dentro de algunos de los relojes más deseados del mundo, los que salen de Audemars Piguet. La firma ultima un nuevo museo tan brillante como las joyas que coloca en las muñecas de sus clientes.

Musée Atelier Audemars Piguet es el nombre de un nuevo complejo en las montañas del Jura, allí donde la manufactura de alta gama comenzó a fabricar sus relojes en 1875 y donde sus herederos, siguen elaborando preciosas y poco convencionales creaciones, cada una ejemplo único de su maestría.

Es un edificio complicado; eso fue lo que sedujo a los herederos de Audemars Piguet que dijeron «hagámoslo»

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Un museo en espiral

Con una apertura anunciada para el 25 de junio, que probablemente tendrá que retrasarse debido a las restricciones impuestas por la expansión del coronavirus, el museo, construido en forma de espiral, es un diseño del arquitecto Bjarke Ingels, autor también de hitos como The Twist, en el parque de esculturas Kistefos de Noruega o, más recientemente, Copenhill, una pista de esquí que corona una planta de procesado de residuos.

MuseÌe Atelier Audemars Piguet. Foto BIG

MuseÌe Atelier Audemars Piguet. Foto: Iwan Baan | BIG.

De su estudio, BIG, salió la idea que cautivó a los herederos de los primeros relojeros de Audemars Piguet.

“Es un edificio complicado”, admitía la presidenta de la junta directiva de la firma, Jasmine Audemars. “Al principio, pensamos que era una locura, luego pensamos, hagámoslo” añade la bisnieta del fundador en declaraciones a Wallpaper.

Ni a ella ni a su familia les frenó esa complicación: “Hacemos diseños complicados de relojes y nos gusta complicarnos la vida”.

Son también los mismos que en 1970 se atrevieron a sustituir el oro por acero en los relojes, según un diseño de Gérald Genta, sin por ello abaratar su precio. Primero ridiculizado por su supuesta humildad, ahora el Royal Oak es un aclamado clásico del diseño, además de éxito de ventas.

Museo, taller y archivo

También hecho para remover, sorprender y perdurar -y también triunfar- es este nuevo espacio entre montañas en la pequeña localidad de Le Brassus. Diseñado como museo, pero también taller y archivo, el edificio es una doble espiral cuya azotea cubierta de césped (o de nieve como ahora) es también un agradable paseo.

Los interiores del museo mostraraÌn unos 300 relojes de la firma

Los interiores del museo mostraraÌn unos 300 relojes de la firma. Foto: BIG.

Todo se asienta sobre las paredes curvadas, de forma que no hay columnas ni muros en el edificio. Una malla de latón y acero en la parte superior de la fachada filtra la luz sin impedir las vistas de las montañas del Jura.

En el interior, gruesas paredes de vidrio separan las estancias serpenteantes, que permiten una vista completa de todos los rincones, también desde el exterior.

Si para sus herederos el lugar es una extensión de la casa del fundador, donde se estableció el negocio en 1875, para el arquitecto es también una extensión, en su caso metafórica, de un reloj de la firma.

“Tienes una espiral, casi como un resorte que se cierne sobre tu cabeza”, explica Ingels. Así, las paredes curvas siguen el sentido de las agujas del reloj y conducen los pasos de los visitantes de forma natural, como si recorrieran el interior de una maquinaria.

Los pisos se ajustan también al desnivel del suelo, subiendo y bajando a medida que se avanza desde el exterior al centro.

Una malla de metal tamiza la luz solar sin obstruir las vistas. Foto BIG

Una malla de metal tamiza la luz solar sin obstruir las vistas. Foto: Iwan Baan | BIG

145 años de exposición

El estudio alemán de arquitectura Atelier Brückner fue el encargado de diseñar los espacios expositivos, que acogerán 300 relojes de la colección de la marca en un recorrido por sus 145 años de historia de innovación tecnológica combinada con artesanía de alta precisión.

Cada uno de los relojes se expone en esferas que parecen flotar por el espacio, sujetos por una delgada columna de metal que emerge del suelo. El espacio central de la espiral lo ocupa la Universelle, el reloj más complicado de Audemars Piguet, realizado en 1899.

También se mostrarán esculturas y modelos en movimiento que desvelan el funcionamiento interno de los reljoes, así como dos talleres, donde se puede observar a los relojeros trabajando. En uno de ellos, el de Grandes Complicaciones, se ensambla un único reloj cada ocho meses. Consta de 648 piezas.

En el segundo se trabaja en las colecciones de alta joyería.

El museo preveÌ abrir sus puertas en junio. Foto BIG

El museo preveÌ abrir sus puertas en junio. Foto: BIG.

Al lado de la espiral, BIG ha diseñado también un hotel de 7.000 m2, actualmente en construcción, llamado Hôtel des Horlogers. Entre sus particulararidades, un tejado en forma de rampas en zigzag que dan lugar a un sendero que integra el edificio en el entorno pero que tiene, además, otros usos, como acceder a las habitaciones o deslizarse esquiando.

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