Le descubrimos la costa de Albania, un rincón ignorado del Mediterráneo

La costa albanesa emerge como nuevo polo turístico del Mediterráneo, sin el aluvión de urbanizaciones y centros de ocio que invaden el resto del sur de Europa

Aguas cálidas y cristalinas, buena visibilidad, poca profundidad, testigo del paso de la historia con una gran variedad de vida marina: la costa albanesa es el nuevo destino favorito para los amantes del submarinismo. El comunismo gobernó con mano de hierro durante más de 40 años, pero tras su caída Albania se ha ido abriendo lentamente al mundo  y ya es candidata a pertenecer a la Unión Europea, y con aspiraciones a ganarse su lugar en el turismo europeo.

Desde un punto de vista marino, Albania, literalmente, es un tesoro. Fue por mucho tiempo el puerto de entrada a los Balcanes y un enclave estratégico para las embarcaciones que cruzaban el Mar Adriático. Su litoral es pese a ello uno de los menos explorados en el Mediterráneo y en su fondo convive una variada fauna marina con los restos de buques de las dos guerras mundiales y embarcaciones de la antigua Roma.

Una costa rica en naturaleza y cultura

Hace solo cuatro años fue encontrado en los fondos de la bahía de Durrës, la ciudad más antigua del país, un barco romano del año 300 que transportaba más de cien ánforas provenientes de la Península Ibérica y del norte de África, que ahora se encuentran expuestos en el museo arqueológico local. Esta ciudad, a sólo 33 kilómetros de la capital Tirana, presenta la playa más grande del país, con 10,5 kilómetros de largo y de arena muy fina, como si fuera un rincón del Caribe.

Desde que los griegos la fundaron, la ciudad ha sido destruida en varias ocasiones (y reconstruida otras tantas) debido a su estratégica posición en el canal de Otranto. La ciudad antigua aún en pie posee un antiguo y bien conservado anfiteatro, el más grande en la región de los Balcanes. A pocos minutos es posible llegar a la Torre Veneciana, las ruinas de un antiguo castillo en el que en su terraza destaca un restaurante especializado en comida local y desde donde se tiene una buena vista de la ciudad y del mar Adriático.

Torre Veneciana en Durrës con un restaurante en su terraza.
Torre Veneciana en Durrës con un restaurante en su terraza. 

A unos 120 kilómetros al sur se encuentra Vlorë, el segundo puerto más importante después del de Durrës. En el fondo de su bahía descansa el Po, un buque hospital italiano de la Segunda Guerra Mundial hundido por el impacto de dos torpedos en su proa. El barco se encuentra a 18 metros de la costa, y aunque se debe descender 33 metros, es una de las nuevas mecas de los submarinistas apasionados por los hallazgos históricos.

La bahía de Vlorë es una de las más hermosas de Albania. La ciudad está rodeada de olivos y jardines, con dos parques naturales que enmarcan la costa. En los atardeceres, presenta una de las postales más famosas, con la silueta que dibuja la isla de Sazan.

La apuesta de Albania por el turismo

Sazan parece vigilar con celo la costa de Vlorë. De algo más de cinco kilómetros de extensión, se encuentra deshabitada y funcionó por muchos años como base militar. Pero el gobierno albanés la abrió hace unos años a los visitantes y espera que sea un nuevo punto de referencia en el submarinismo de la región. Sus aguas, prácticamente inexploradas, y sus múltiples cuevas submarinas son un reclamo magnético para los amantes del buceo.

Vista de la isla de Sazan desde Vlore al atardecer.
Vista de la isla de Sazan desde Vlore al atardecer. 

Más al sur, casi llegando a la frontera con Grecia y justo enfrente de la isla de Corfú está Sarandë, uno de los centros turísticos más importantes de este pequeño país balcánico. Su bahía también presenció el hundimiento de otro barco italiano, el Probitas, un carguero que se encuentra a 20 metros de profundidad y que se puede explorar con escafandra y tubos de oxígeno, pero siempre por medio de alguna de las agencias de buceo de la ciudad como Albania Dive o Albania Adventure.

Submarinismo alrededor del Probitas.
Submarinismo alrededor del Probitas. 

En Sarandë sobrevive aún una muralla que data del siglo IV, donde se encuentran restos de santuarios, cisternas romanas y una antigua iglesia cristiana con un piso compuesto de mosaicos multicolores. La ciudad está rodeada por varias colinas, entre ellas la de Malí Lëkurësit, donde se encuentra edificada una fortaleza medieval militar.

a.
Ahora en portada