Las islas griegas florecen de nuevo

El archipiélago heleno se recupera tras dos veranos golpeado por la llegada masiva de refugiados

El 2017 será, según todas las estimaciones, un año de récord en las llegadas de visitantes a Grecia, algo de lo que las islas del mar Egeo más afectadas por la crisis de refugiados se benefician de modo desigual. Tras un 2015 en el que miles de migrantes llegaban cada día a sus costas, la temporada turística del año pasado fue desastrosa.

En la isla de Lesbos, que en 2015 recibió el mayor número de refugiados, el turismo recupera, aunque no conseguirá alcanzar las cifras de visitantes anteriores a la crisis. «Los vuelos chárter desde Europa pasaron de 10 por semana en 2016 a 18 este año», celebra Periklís Andoníu, presidente de la asociación de hoteleros de Lesbos.

El volumen permanece, no obstante, muy por debajo de los 31 vuelos chárter semanales que llegaban a la isla en 2015, pero Andoníu recalca que «cada mes la situación es mejor respecto al mismo periodo de 2016».

En la isla de Kos, en el Dodecaneso, la recuperación va más rápida, y sí espera recuperar la cifra de visitantes de 2015. «Hasta mayo hubo un incremento de llegadas del 18,5 % respecto a 2016, y la tendencia es al alza para los próximos meses», dice Konstandina Svinu, presidenta de la asociación de hoteleros de Kos.

Svinu explica que los hoteleros de la isla hicieron una campaña de promoción intensiva para desvincular su territorio de la crisis de los refugiados, algo que empezó a dar frutos a partir de julio de 2016. «Empezamos 2016 con una reducción de llegadas del 20 %, y al final del año la caída fue de apenas el 12 %», declara Svinu, que añade que para que surtiera efecto ofrecieron rebajas importantes en los precios «con resultado de una caída de los ingresos del 30 %».

La presidenta de los hoteleros explica que la campaña atrajo a «gente con ingresos muy bajos que no salían del hotel», lo que afectó mucho a las demás empresas turísticas. Svinu expresa, no obstante, su optimismo de que este año, además del número de llegadas, recuperarán también los ingresos por el turismo. «Los grandes operadores de turismo han invertido mucho en Kos y tienen interés en que la situación se normalice lo antes posible, lo que no ocurre en las demás islas afectadas por la crisis», matiza.

Es el caso de la isla de Quíos, donde la vuelta a la normalidad es mucho más lenta. Dimitris Karalis, concejal municipal de Quíos encargado de temas de turismo, explica que antes de la crisis migratoria se registraban 4.000 llegadas de turistas con vuelos chárter desde Europa cada año; mientras que en 2017, calcula, habrá tan solo 1.000, aunque en 2018 la isla espera alcanzar las entre 2.000 y 2.500 llegadas.

La situación más difícil la vive la isla de Samos, donde en 2016 el volumen de negocio por el turismo se redujo un 40 % con respecto a 2015, y es la única de esta islas que no remonta la caída. «Este año las llegadas y las reservas son aún menos numerosas. Respecto a 2015 esperamos una caída del volumen de negocio del 50 %», ilustra Konstandinos Kyriazís, presidente de la asociación de hoteleros de Samos.

A diferencia de Kos, y a pesar de la caída abrupta de su turismo en 2016, los hoteleros de estas tres islas no han llevado a cabo ninguna campaña de promoción común. «Cada isla tiene un perfil turístico distinto, no es fácil crear un producto común», explica Karalis.

Un factor de la ausencia de promoción es también la falta de recursos, pues mientras «el volumen de negocio anual del turismo del Dodecaneso (la región donde se sitúa Kos) es 4.000 millones de euros, el nuestro es apenas de 81 millones», compara Andoníu.

a.
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