Freixenet regresa a sus orígenes

El octogenario presidente de honor de la firma, Josep Ferrer, trabaja en recuperar las dos masías que dieron lugar a la compañía. En ambos caseríos produce dos productos innovadores: un cava elaborado con una combinación de ténicas modernas y antiguas y el primer vino tinto de su colección

Freixenet se ha embarcado en un viaje al pasado. La compañía trabaja en restaurar La Freixeneda, masía en Sant Sadurní d’Anoia (Barcelona), que fue el origen de los primeros cavas. Se trata de una inversión a título personal del presidente de honor de la firma, Josep Ferrer, que hasta ahora ha invertido cuatro millones de euros.

La Freixeneda fue el hogar de su madre, Dolors Sala, mientras que Casa Sala –ya restaurada y donde se elabora algunos cavas muy especiales– el de su padre, Pere Ferrer. De su matrimonio, nació la saga de vinicultores que ha transformado dos pequeños caseríos en una multinacional que factura 500 millones de euros al año.
      

 
Josep Ferrer lleva invertidos 4 millones en La Freixeneda

 
Freixenet recuperó Casa Sala hace siete años. La compañía tenía abandonada la casa de campo desde la década de los setenta después de trasladar toda la producción a la planta actual. Hace siete años, Josep Ferrer empezó los trabajos para recuperar el hogar paterno. En el interior, la morada mezcla elementos de última generación para la producción del cava así como objetos del siglo XIX, como puede ser la prensa –adquirida en su momento en la región francesa de Champagne– que se utiliza para exprimir el mosto. 

En Can Sala, donde se embotelló el primer cava Freixenet, se produce un producto de alto nivel. Su primera cosecha fue en 2004 y se produjeron 20.000 botellas. En los años sucesivos, se ha bajado el número hasta 10.000. Cada añada ha producido un cava diferente por la combinación de diferentes uvas. “Es el juguete del señor Ferrer”, explican los trabajadores del recinto. 

Por su parte, en La Freixeneda –que aún están en obras– se ha empezado a trabajar en un nuevo producto para la firma: vino tinto. El producto se empezará a embotellar en diciembre y se espera que llegue justo después de Navidades con una tirada de 8.000 botellas que rondarán los 30 euros. “Es un producto atrevido”, definen desde Freixenet. Y no se equivocan. Hasta su recipiente aguarda sorpresas: el tapón utilizado es de cristal y no de corcho.

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