¿La baguette merece ser nombrada Patrimonio de la Humanidad?

Francia envidia que Italia haya conseguido la mención de Unesco sobre la pizza, y propone que su baguette sea designada Patrimonio de la Humanidad

Hace pocas semanas Italia explotó de alegría: la Unesco había declarado a su pizza como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero no cualquier pizza: solamente la de Nápoles recibió este galardón, debido a su influencia en la cultura gastronómica mundial, y la forma en que los ‘pizzaioli’ preparan la masa y la cocinan siguiendo al pie de la letra la receta tradicional.

Los patrimonios inmateriales de la Unesco son tradiciones, alimentos y eventos que son singulares en el mundo. Sin viajar muy lejos, esta categoría ha sido asignada a las Fallas de Valencia, los castellers, la dieta mediterránea y el flamenco.

El nombramiento no llegó por casualidad: dos millones de personas firmaron una petición mundial para que el organismo de las Naciones Unidas eleve a la pizza a esa categoría.

Sorpresa en Francia

La noticia levantó una cierta carga de envidia en Francia. “¿Por qué su pizza sí y nuestra baguette no?”, se han preguntado miles de franceses. Y entre ellos su presidente Emmanuel Macron, quien pidió que la famosa barra de pan también obtenga el mismo galardón.

“La baguette francesa es la envidia del mundo”, proclamó el mandatario francés a una delegación de maestros panaderos que le visitó en el palacio del Elíseo. “Tenemos que preservar esa excelencia y su método de producción, por eso debe registrarse como patrimonio”, lanzó.

El alimento símbolo del país

Para los franceses no es ninguna broma el pedido: junto con la torre Eiffel y el vino, son uno de los íconos de la cultura de este país. Se fabrica con harina, agua, sal y levadura, casi como cualquier pan, pero en proporciones que la convierten en un alimento único. Y nada de congelarla, así como sale del horno se vende, y lo que no, se tira.

La Confederación Nacional de Panadería y Bollería Francesa (CNPBF) calcula que las 33.000 panaderías diseminadas por el territorio francés producen unas 10.000 millones de barras al año. O sea, una cada cinco minutos y medio.

Imitada en medio planeta, lograr que sea crocante y con la miga esponjosa no lo logra cualquiera: cada panadero tendrá sus secretos, pero a grandes rasgos todos los logran un producto de un sabor incomparable.

Si alcanzara el reconocimiento de la Unesco, quizás pueda remontar su consumo, que está algo alicaído: cada francés consume 120 gramos de baguette al día, tres veces menos de lo que comía en la década de los 50.

a.
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