El templo del mejor dry martini cumple 40 años

La coctelería Dry Martini, de Barcelona, cumple cuatro décadas. Su alma mater, Javier de las Muelas, exportó el modelo de su bar a todo el mundo

En Barcelona hay cientos, miles de lugares donde se puede tomar una copa. Pero pocos sitios tienen el toque de elegancia, historia y distinción que caracterizan al Dry Martini Bar. Con su tradicional estilo inglés, la coctelería cumplió 40 años y mantiene un legado que se multiplica en el mundo.

El responsable de su éxito es Javier de las Muelas, que tomó las riendas del bar fundado en 1978 por Pedro Carbonell. Cuando se entra parecería que el lugar está igual a hace cuatro décadas: los sillones con tapizado de piel verde, la decoración de madera, las luces tenues, la barra de tres metros, la abundante colección de botellas y los bartenders con chaquetillas blancas.

Cambios en las cuatro décadas de vida

Pero hubo cambios profundos: en sus inicios era una coctelería solo para hombres, un pesado cortinado servía como puerta secundaria, y el tradicional dry martini tuvo que dejar paso (sin ceder su reinado) a otras creaciones de vanguardia como los spoon martinis (mezcla de cóctel y postre), los excéntrics (cócteles donde la presentación es tan importante como el sabor) y los exotiks (cuando los gustos del mundo se condensan en una copa).

En el 2010 se sirvió el dry martini número 1.000.000

El local de Córcega y Aribau, en el barrio del Eixample, cuenta con un elegante restaurante llamado Speakeasy, que fiel al espíritu de la Ley Seca, tiene un aire clandestino oculto tras un pasillo que atraviesa la cocina.

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Más de 500 personas pasaron por el Dry Martini para festejar.

El Dry Martini por todo el mundo

De las Muelas, que ya había fundado algunas de las coctelerías más emblemáticas de la ciudad como los dos Gimlet, el Nick Havanna y la Casa Fernández, llevó al Dry Martini al estrellato.

Durante siete años estuvo en la lista de los 50 mejores bares del mundo (sólo seis locales en el planeta han logrado algo así), y su filosofía se expandió a establecimientos de Madrid, San Sebastián, Palma, Baqueira, Bali, Singapur, Tailandia, Rio de Janeiro, Boston, Londres, San Luis Potosí, Nápoles, Hangzhou, y varios lugares más.

Las alianzas con cadenas como Paradores, Hilton, Sheraton, Starwood, Four Seasons y Meliá multiplicaron la llegada de sus creaciones a públicos conocedores y a los que querían introducirse en este mundillo de los cócteles.

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En 2010 se sirvió el dry martini número 1.000.000

La coctelería como un templo

La filosofía de De las Muelas sigue vigente: “los bares son iglesias, los bármanes los sacerdotes, los clientes los feligreses, la ofrenda los cócteles, y todo es oficiado por una liturgia única”.

Las cuatro décadas de vida se celebraron con una fiesta que comenzó con un almuerzo en el restaurante Speakeasy con un selecto grupo de amigos, la mayoría del ambiente gastronómico, y que siguió con una visita a la alcaldesa Ada Colau en el Ayuntamiento.

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De vuelta en el Dry Martini, durante varias horas unas 500 personas pasaron por el local para saludar al alma mater de la coctelería y probar las creaciones que eran desplegadas por el personal y por algunos bartenders invitados de fama mundial.

La historia del Dry Martini en un libro

La ocasión sirvió para lanzar el libro The Bar – Homenaje al Dry Martini. La obra de 256 páginas, con una elegante tapa dura, es editada por Planeta Gastro, y es una puerta de entrada para conocer los 40 años de esta coctelería.

El libro ‘The Bar – Homenaje al Dry Martini’ presenta la larga historia de la coctelería en una cuidadosa edición de textos y fotografías

Pero va más allá: porque además de ser una biografía del local y su creador, ahonda en la historia de su trago más famoso, la fama que le dio James Bond, y en los hitos que fueron forjando la historia del establecimiento.

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Javier de las Muelas con el libro que retrata su vida y la del Dry Martini.

También revela la relación entre el bar y la ciudad, la cuidadosa selección de obras de arte de sus paredes, el paso de personalidades por la barra del local, los nuevos tragos que fueron surgiendo de la creatividad de De las Muelas, la expansión internacional y el momento en que aquella noche de junio de 2010 en que una cliente pidió, sin saberlo, el dry martini número 1.000.000.

La persona elegida por el azar fue Sylvia Budet, una abogada que era cliente habitual de la coctelería. Por lo visto, muchas cosas cambiaron desde que el Dry Martini abrió como un bar sólo para hombres.

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