Familia Torres lleva a la mesa un vino recuperado

El Forcada es el primer vino del patrimonio vitivinícola catalán que se ha recuperado con la mirada puesta en el futuro

Los próximos lunes y martes, Mireia y Miquel Torres Maczassek van a hablar del vino Forcada y de la variedad forcada, en el marco de Comuvicat. Se trata de la segunda edición de la conferencia de la comunicación del vino en Cataluña, una iniciativa del experto Rafa Gimena (Como Pomona).

Ésta reune en el Colegio de Periodistas de Catalunya a comunicadores, periodistas, blogueros, sumilleres, comunicación de bodegas e instituciones como las DO, enólogos, restauradores, especialistas y distribuidores, para hablar en ponencias, mesas redondas, catas y convivencias, del sector del vino y de todas las tendencias que van a venir.

El Comuvicat, que ya es la máxima expresión en su género, acostumbra a traer vinos excepcionales como excepcional va a ser la puesta de largo del forcada, el primer vino procedente de uvas desaparecidas y durante largo tiempo recuperadas para convertirlas en nuevos vinos más resistentes al cambio climático, que presenta grandes sorpresas.

TORRES LA FORCADA         

Solo se está distribuyendo para restaurantes de alta cocina 

La familia Torres ha iniciado la comercialización de Forcada, su primer monovarietal ancestral, la única variedad blanca de las recuperadas, aunque de forma muy limitada, que aún no se puede encontrar en tiendas ni en otros establecimientos especializados: solo se distribuye para restaurantes de alta cocina. 

De momento, solo se comercializa la cosecha 2016, plantada en la finca Mas Palau de Santa Maria de Miralles (Alt Penedès), a 510 metros de altura y rodeada de bosques, de suelo arcilloso, muy rojizo, con una producción de unas 2.500 botellas. No obstante, la Familia Torres sigue trabajando los vinos de la forcada, con crianza en botella. En el 2017 se redujo la presencia de la madera, reforzándose los aromas a hierbas y flores blancas. En el 2018 ya se elaboraron 3.200 litros, expresándose con aromas a hierbas, flores y miel amarga, una cosecha que se podría comercializar en 2022. 

La variedad forcada da el primer vino de uva ancestral que ve la luz en el mercado

La Forcada es una uva que se encontró en el 2005 un viticultor de la Vall de Bianya, en el Ripollès, en la falda de la montaña Roca Forcada (de donde viene el nombre), cerca de los Pirineos. El equipo técnico de Torres, una vez informado por el viticultor, esperó a la primavera para examinarla y comprobar que no se trataba de ningún posible cruce.

A través de su ADN se verificó que se trataba de una variedad desconocida. De este modo se inició la primera fase de investigación a través de un largo proceso: saneamiento de virus, reproducción in vitro, adaptación en el campo, uva productiva y primeros resultados de microvinificación.

Vendimia de MasPalau Forcada. Foto: Toni Galito
Vendimia de MasPalau Forcada. Foto: Toni Galito​ 

Una vinificación particular

Esta es una variedad blanca de ciclo largo que mantiene su acidez durante la maduración. Brota de forma temprana, como el xarel·lo, y se puede cosechar durante la primera quincena de octubre. Tiene mucha acidez, con un pH bajo de 3 – 3,10 y una graduación alcohólica de 13°. Puede tener unos parámetros parecidos al Xarel·lo.

La primera cosecha de Forcada (variedad recuperada número 23) se realizó en el 2015, elaborándose únicamente 500 litros. En la cosecha 2016 (primera cosecha comercializada), se optó por un 20% de crianza en bota vieja de roble. Se cosechó a mano, prensándolo con uva entera, sin ningún tipo de maceración, obteniendo un rendimiento del 55-60%. Posteriormente se realizaron desfangados en frío durante 40 horas, apareciendo una ligera turbidez, con fermentación de levaduras neutras. Uno de los puntos destacados fue el trabajo en lías, de entre 3 y 6 meses. 

Vinos de la Forcada y de la Moneu. Foto: Jordi Català
Vinos de la Forcada y de la Moneu. Foto: Jordi Català​

[Para leer más: Familia Torres: el rescate de las vides ancestrales tiene recompensa]

Un vino que da grandes sorpresas

Se trata de un vino con dos años de guarda en botella, procedente de una uva, la forcada que es intensamente aromática, un vino blanco con un gran potencial de acidez, frescura y crianza en botella (envejece muy bien), aunque está muy alejado de los tradicionales vinos blancos jóvenes aromáticos, pero posee un carácter muy fresco, con notas cítricas y de flores blancas. 

Además de la Forcada, próximamente, la Familia Torres comercializará el vino tinto de Moneu, el segundo monovarietal ancestral. Tanto la Forcada, como la Moneu, fueron aprobadas por la DO Penedès en agosto de 2018, con la posibilidad de ceder madera a las bodegas que las quieran plantar y comercializar, siguiendo unos criterios muy estrictos de cultivo. A la forcada se le establece un rendimiento máximo de 8.000 kilos por hectárea y a la moneu uno de 7.650 kilos por hectárea, cosechadas de forma manual, fomentando el criterio de la calidad.

Familia Torres sigue recuperando uvas desaparecidas

La bodega Familia Torres lleva 37 años años invirtiendo tiempo y dinero para recuperar variedades ancestrales prácticamente desaparecidas, uvas prácticamente desaparecidas pero que en laboratorio, y posteriormente en experimentación con vinificación, cuentan con un gran potencial enológico y una resistencia ante el aumento de las temperaturas para hacer frente al cambio climático.

Vendimia de MasPalau Forcada. Foto: Toni Galito
Vendimia de MasPalau Forcada. Foto: Toni Galito​

Se trata de un recorrido entre la arqueología y la viticultura, utilizando las más avanzadas tecnologías científicas como medio de transporte para recuperar el patrimonio vinícola y su identidad olvidada. Todo empezó cuando Miquel Torres, actual Director General de Familia Torres, amplió sus estudios vitivinícolas en la universidad de Montpellier, para reflexionar sobre el futuro.

Las influencias del profesor Denis Boubals y de Miquel Porta, como responsable de viticultura de Torres fueron determinantes para que se desarrollase el proceso de investigación. El trabajo de investigación se intensificó en los años 1995-1996, al llevar la madera de las variedades en la universidad de Montpellier (Inra). A principios del siglo XXI, con el impulso de Mireia Torres Maczassek se estableció una metodología para reproducir las variedades históricas. Cada una de estas variedades se encuentra plantada de manera experimental en fincas de la Familia Torres en las que mejor pueden desarrollar su enorme potencial.

Hasta la actualidad se han recuperado cerca de 60 variedades históricas de las que hay seis que, además de tener un gran potencial enológico, son de ciclo largo, de maduración tardía, y conservan una marcada acidez, unas características que las hacen especialmente indicadas para climas más extremos son las: forcada, pirene, gonfaus, moneu, querol y garró. Están localizadas en diferentes lugares de la geografía catalana y se han ido presentando en salones, ferias y congresos hasta llegar al momento actual en que dos de ellas van a irrumpir en el mercado. 

Según Miquel Torres: «Llevamos muchos años experimentando con estas variedades, conociéndolas despacio y tomando conciencia de su potencial. Nuestra idea es poderlas compartir con otros viticultores de las zonas donde mejor se han adaptado puesto que es una oportunidad para recuperar, entre todos, la viticultura antigua y hacer vinos muy singulares».

Apasionante arqueología vitivinícola

Josep Sabarich Casas, director técnico de Familia Torres desde el 2010, considera que es «Apasionante, como enólogo, trabajar con variedades de las que no sabemos nada en absoluto y tener la oportunidad de experimentar. Y añade «Es como enfrentarse a un lienzo en blanco» que replantea conocimientos y retos. «Son variedades que no sabes nada de ellas.

Vino Torres Gonfaus Enofusion. Foto: Jordi Català 
Vino Torres Gonfaus Enofusion. Foto: Jordi Català

No hay ningún marco de referencia. A medida que vas trabajando, van creciendo las opciones, como si fuera un árbol que desarrolla nuevas ramas. Una vez desarrolladas las variedades ancestrales, la primera gran cuestión es dónde se plantan, optando por varias zonas: Penedès, de clima mediterráneo litoral; Costers del Segre, de clima mediterráneo continental; y Tremp, de clima mediterráneo prepirinaico. 

La segunda fase es pedir la autorización al Ministerio de Agricultura, que acostumbra a durar unos 8 años. Una vez aprobada la variedad se tiene que determinar el nombre y la Familia Torres optó por topónimos geográficos que hablaran del lugar donde se encontró la variedad. El último paso es pedir la autorización a la administración catalana, al Incavi, para finalmente, pedirlo a una denominación de origen, como DO Penedès en el caso de la Forcada

Impacto de las ancestrales en expertos internacionales

La variedad ancestral pirene, con la que Familia Torres está experimentando en su finca de Sant Miquel de Tremp (Lleida), en el Prepirineo catalán, es uno de los vinos que más han impresionado este año al reputado crítico del New York TimesEric Asimov, según el artículo ‘Our Critic’s Best Wine Moments of 2019’. 

Entre los 12 vinos seleccionados por parte del crítico de The New York Times por conservar los recuerdos más duraderos, se encuentra el experimental elaborado en 2018 con pirene, que Asimov describe como un vino «brillante y vivaz, fresco, floral y herbáceo, delicioso y refrescante» y se pregunta por qué esta variedad había sido descartada durante tanto tiempo. 

Josep Sabarich, director técnico de la Familia Torres. Foto: Jordi Català
Josep Sabarich, director técnico de la Familia Torres. Foto: Jordi Català​

Posteriormente, Eric Asimov, visitó junto a Miguel Torres Maczassek, los viñedos de Familia Torres para conocer cómo se están adaptando al nuevo escenario climático, y su contribución para reducir las emisiones de CO2, lo que recogió en el artículo ‘Freshness in a Changed Climate: High Altitudes, Old Grapes’ afirmando que los viñedos de altura y las variedades ancestrales son dos de las medidas con las que Familia Torres prevé afrontar las altas temperaturas y la sequía que acarreará el cambio climático. 

Para Asimov, que lleva veinte años escribiendo sobre vinos y quince como responsable de la sección vinícola del prestigioso periódico estadounidense  «los grandes vinos como el pirene crean recuerdos; dejan impresiones para reflexionar e historias para contar».

a.
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