La tapa se vuelve sofisticada en el Barrio Gótico

Gourmet Tapas, del grupo Sensi, presenta una compleja elaboración de los tradicionales platillos

El Barrio Gótico, el corazón de la Ciudad Vieja, suele recibir un aluvión de turistas por sus pequeñas callejuelas, pero hay algunos sectores, como el triángulo de las calles Milans, D’en Gignàs y Ataülf, donde los visitantes pasan de largo, y se pueden encontrar lugares con una tranquilidad poco frecuente en los locales de la zona.

Uno de ellos es Gourmet Tapas by Sensi, el local más joven de los cuatro que este grupo tiene en Barcelona. Su interior se caracteriza por una decoración muy mediterránea, con frescos situados en la parte superior que presentan a la cara más festiva y alegre de Barcelona. También puede observarse una atractiva conjunción de elementos característicos de la ciudad industrial, como pueden ser detalles de obra vista, suelos de madera mordidos por baldosas hidráulicas, tuberías que recorren el restaurante por su techo o sillas de metal vintage acompañando a robustas mesas de madera.

Sus tapas, sofisticadas pero con elementos tradicionales, no esconden cierto idilio con la cocina oriental, aspecto que bien agradecerá el paladar del cliente. Veamos algunos de los platos degustados:

Tartar de tomate con crujiente de albahaca y emulsión de mostaza: una tapa vegetariana que llega a alcanzar y un aspecto y textura cercanos al steak tartar original. Elaborado con tomates desecados y tratados de la misma forma que la carne, es decir, finamente cortados para evitar una textura de puré, se presenta acompañado de una emulsión de mostaza y coloreado por delicados brotes de cebolla junto a pétalos de flores. Sin duda hay que rendirse ante este trompe-l’œil.

 

Mejillones con salsa escabeche, katsoubushi y cebolla crujiente: con unos tonos ocres y arenosos conseguidos por las virutas de atún fermentado y la cebolla crujiente, se trata de una tapa que se inspira en el clima invernal. Sin quitar méritos a unos sabrosos mejillones, el plato viene capitaneado por el katsoubushi. Es este elemento el que, gracias a un suave pero potente aroma ahumado, invita a comer, y logra que los primeros bocados provoquen el olvido de un escabeche que espera conquistar el paladar a medida que se va finalizando el plato. Es duro decirlo, pero es muy probable que esta tapa suponga el divorcio entre el mejillón y la marinera.

 

Filete de lubina con puré de brócoli, emulsión de espinacas y jamón ibérico: una manera óptima de emplear el brócoli como base de unos filetes de lubina fresca, que casi flotan sobre una mar de espinacas emulsionadas y besadas por el sutil sabor del jamón ibérico. Pocas veces se podría encontrar un brócoli tan accesible.

 

Presa ibérica con puré de manzana verde y salsa teriyaki: esta tapa de aires invernales supone una combinación perfecta de texturas. La presencia de la manzana verde se encarga de aportar una acidez que “limpia” la boca tras cada bocado de presa suavizando los lípidos. A su vez, la salsa teriyaki, equilibra el plato proporcionando esas notas dulces que la caracterizan. Toda una mixtura de sabores que compiten por dejar su legado en las papilas del comensal.

 

Fondant de chocolate: bajo un escueto enunciado, aguarda un potente postre cuyo acompañamiento a base de un coulis de frutos rojos podría transportar al comensal a un bosque de cuentos y leyendas. Seguramente, Hansel y Gretel hubieran caído ante la tentación exhibida con el chocolate caliente que surge una vez que se prueba.

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