El largo viaje por la historia de los huevos de Pascua

La tradición de los huevos de Pascua tiene sus raíces en celebraciones paganas, a la que luego se incorporaron el uso de chocolate y la aparición del conejo

Una teoría antropológica muy extendida explica que el origen de la tradición de comer huevos al finalizar el invierno y su posterior entronización en Pascua es una reminiscencia del Neolítico.

Tras los duros inviernos que iban dejando atrás las frías glaciaciones, y cuando apenas quedaban provisiones, con la llegada de la primavera volvían las aves desde el sur (esto solo es aplicable al hemisferio norte, aunque el huevo de Pascua también lo es en origen) y empezaban a abundar los huevos, de los que se alimentaban las personas hasta que podían volver a cazar con la llegada de mejores temperaturas.

[Para leer más: La mona de Pascua, el festival de la artesanía en chocolate]

¿Pascua o Easter?

Existe también otra teoría científica, -no contradictoria con la primera- que tiene que ver con la Diosa mesopotámica de la fertilidad Ishtar, (Astarté, Asera, Astaroth, Inanna), adorada en el Creciente Fértil por babilonios, asirios, fenicios, cananeos e incluso por los judíos. 

La etimología filológica explicaría así que en inglés Pascua se nombre como Easter y en alemán Oestern, de Ishtar.

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Significado religioso

Lo que sí sabemos de ciencia cierta es que la costumbre de regalar huevos decorados por primavera ya se conoce desde el Bajo Imperio Romano. 

Una teoría científica sostiene que la tradición de comer huevos en la llegada de la primavera tenía que ver con su abundancia por el regreso de las aves migratorias

Para los cristianos recuerda la resurrección de Cristo y la esperanza de una nueva vida diferente, por eso los huevos de Pascua son también una tradición en sociedades cristianas y posteriormente lo han seguido siendo en tierras católicas, ortodoxas y protestantes. 

Las primeras artesanías

En la Alta Edad Media el intercambio de huevos se hacía en muchos lugares con huevos de tortuga, a los que se trataba la cáscara mediante diferentes procesos, tintes y minerales para decorarlos lo que los convertían en verdaderas obras de arte. 

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Los huevos de chocolate son verdaderas artesanías gastronómicas. Foto: Pastelería La Palma.

Entre los siglos IX y XVIII, la Iglesia prohibió el consumo de huevos durante la cuaresma por considerarlo equivalente a la carne, y por ello se cocían y se pintaban para diferenciarlos de los frescos y poder saborearlos el día de Pascua de Resurrección. 

La conversión al chocolate

Regalar huevos de Pascua es universal, como universal es que sea un presente dirigido a los más pequeños, -aunque sea consumido por todos-, como que sea de chocolate. Pero en cada lugar del planeta existen costumbres propias para presentarlos. 

En la Edad Media surgió la costumbre de pintar los huevos para diferenciarlos de los frescos, y poder consumirlos el día de Pascua

La costumbre del conejo de Pascua (otro símbolo de fertilidad y procreación), hizo su primera aparición en la obra de Georg Franck von FrankenauAcerca de los huevos de Pascua, de 1682; donde aparecía una liebre con una canasta con huevos decorados y dulces, que iba entregando a los niños la noche antes del Domingo de Pascua en Alsacia. 

Respecto a la conversión de los huevos cocidos en huevos de chocolate, fueron los pasteleros alemanes, allá por el siglo XIX, cómo no, los primeros en crearlos.

La tradición del conejo

La tradición del conejo que esconde huevos pintados o de chocolate en las casas, para la alegría y regocijo de los niños que los encuentran, se sigue manteniendo en muchos países de Europa Central como Alemania, Austria, Holanda y Suiza. 

También en nuestro país, la mona de Pascua, una costumbre mediterránea, principalmente catalana -y por extensión cultural también de Valencia, Mallorca, Menorca e Ibiza- se presentaba con huevos cocidos y actualmente lo hace con huevos de chocolate. 

La globalización de la tradición

La tradición de regalar huevos el Domingo de Pascua es muy común también en Escandinavia, en países eslavos como Rusia, pero también en Inglaterra y EEUU, aunque con la globalización ya se pueden encontrar en todos lados.

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La tradición de los huevos de chocolate se origina en el siglo XIX en Alemania. Foto: Pastelería La Palma.

Por ejemplo, en los jardines de la Casa Blanca, en el día de Pascua, tiene lugar una carrera de niños que hacen rodar los huevos ganando quien llegue más lejos sin romperlos.

En los centros cristianos de Oriente Medio todavía se siguen intercambiando huevos color carmesí, para recordar la sangre de Cristo. En Polonia y Ucrania se crean verdaderas obras de arte con cera fundida sobre sus cáscaras. 

Los huevos convertidos en joyas

La fiesta más importante de la Iglesia ortodoxa rusa es la Pascua. Se celebra con tres besos y el intercambio de huevos.

Los más famosos son los huevos imperiales de Fabergé, que comenzaron a fabricarse en 1885 cuando el zar Alejandro III encargó un huevo de Pascua para su esposa, la emperatriz María Fiódorovna. Y tanto agradó a la zarina que el zar ordenó que Peter Carl Gustávovich Fabergé fabricara un huevo de Pascua cada año, estipulando que el huevo fuese único y que encerrase una sorpresa. 

De los 69 huevos que hizo en total la Casa Fabergé para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera, se conservan 61. Son de oro, platino, plata, cobre, níquel, paladio y acero.

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