Viaje a las entrañas del champagne más exclusivo

Hace casi 200 años que Mumm mantiene una receta tradicional para elaborar uno de los champagnes más cotizados del mundo

Quien piensa en Mumm piensa en calidad, pero también en lujo, en su famoso Cordon Rouge y en los pilotos de Fórmula 1 agitando las gigantescas botellas de champagne.

G.H. Mumm es uno de los nombres más afamados de la comarca de Champagne, donde los espumosos de esta región son los únicos autorizados en el mundo a portar esta denominación. Y aunque es una de las grandes regiones vitivinícolas del mundo, no es un terroir fácil de cultivar. Situada al noreste de Francia, es una zona fría, lluviosa, muy lejos de la imagen de viñedos soleados y templados que se tiene en España.

El sacrificio para llegar a un buen champagne

En esta región sólo las variedades como Chardonnay, Pinot Noir o Pinot Meunier maduran en buenas condiciones. Pero para llegar a buen puerto los productores han tenido que realizar un gran sacrificio durante siglos, para buscar la mejor viticultura y poder interpretar las demandas de estas tierras tan exigentes. Pero sólo de esta manera se puede presentar un producto tan único.

Así lo han logrado en Champagne G.H. Mumm, fundada en 1827 en Reims por los hermanos Jacobus, Gottlieb y Phillip Mumm –que habían trabajado como viticultores en el valle del Rhin- junto con G. Heuser y Frederich Geisler. Desde un primer momento se propusieron crear vinos de la más alta calidad, donde los saberes tradicionales se combinarían con la tecnología más avanzada de aquel entonces.

Mumm fue un innovador en la producción masiva de espumosos

Y así lo trasladaron en sus primeros pasos: Mumm fue la primera casa que utilizó barricas para la fermentación del vino y abrió el camino en la separación de las vides por parcelas hasta el momento del coupage.

Cuando se visita la bodega, es posible ver las maquinarias que se usaban en los primeros tiempos y la evolución tecnológica que ha tenido con el paso de las décadas.

Bodegas de Mumm

Para lograr el mejor producto hacía falta contar con las mejores uvas. Por ello Mumm fue adquiriendo viñedos en la región y lograr el desarrollo de las variedades chardonnay y pinot noir, para obtener los vinos más equilibrados.

Mumm mantiene un proceso de varias centurias

Para evitar la pérdida de calidad cuando se transportaban las uvas desde los viñedos hasta la bodega de Mumm, la casa fue situando distintas prensas cerca de las vides para poder transportar el mosto a la bodega de forma rápida y sin que haya problemas de oxidación.

Una vez en la bodega los mostos realizan la primera fermentación alcohólica, pero siempre separando por variedades y por parcela. Pero antes de la segunda fermentación en botella, la que dará paso a la espuma que caracteriza al champagne, los vinos más nuevos se mezclan hasta un 20% con otros más viejos, para buscar un punto de equilibrio entre frescura y redondez.

A partir de este momento, las botellas entran en un largo reposo, para que puedan desarrollar sus aromas y que luego permitan crear una burbuja fina y cremosa.

Estas botellas, que se cuentan por millones, se encuentran en los kilómetros de cavas subterráneas que se despliegan debajo de la finca de Mumm, encabezada por su fastuosa mansión de estilo neoclásico. Todas ellas esperan su momento óptimo para el degüelle, el sistema que permite que al retirar el tapón se expulsen las levaduras y los demás sedimentos que se han acumulado.

Mumm  caveau

La banda roja de Mumm es su ícono más popular

Siguiendo el tradicional método champenoise, Mumm elabora varios productos como el Rosé, el Semi-seco, el Millesimé (vinos de una sola añada y de características excepcionales), el Blanc de blancs (elaborado sólo con la uva blanca chardonnay) y el Cuvée L. Lalou.

Pero la estrella de Mumm es su famoso Cordon Rouge, conocido por la banda roja que atraviesa la botella, un diseño inspirado en la banda de la Legión de Honor francesa.

Este pequeño detalle ha sido un golpe magistral del marketing, porque mucha gente ya no pide un champagne, o ni siquiera ‘un Mumm’, sino ‘un cordon rouge’.

Y esta marca francesa también es sinónimo de velocidad y glamour, asociado a carreras de coches. La tradición comenzó en 1907, en el arriesgado raid de Pekín-París, en el que al terminar los ganadores tomaron una botella de Mumm y salpicaron a los asistentes a la línea de meta.

Durante los últimos 15 años Mumm proveyó el champagne para las victorias, hasta que desde enero del año pasado –por razones de patrocinio- Möet et Chandon tomó el relevo.

Mumm es la prueba que una producción masiva –de más de cinco millones de botellas- puede mantener patrones de calidad muy altos, los mismos que sus fundadores proyectaron hace 190 años.

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