Una bodega para entrar en la historia

La Calma, de Can Ràfols dels Caus, es un vino procedente de una pequeña parcela en el Garraf, con unas características que son imposibles de olvidar

La historia de Can Ràfols del Caus se remonta a 1979, cuando Carlos Esteve se instala en la antigua finca de su abuelo, en el macizo del Garraf, y compra las fracciones que pertenecían a sus hermanos. Lo primero que emprende Esteve es rehabilitar el edificio de la propiedad, que estaba en estado cercano a la ruina.

Y luego comienza una paciente labor de regeneración de los viñedos, donde introduce nuevas variedades y experimenta con formas de cultivo novedosas. La apuesta de Esteve es por vinos de carácter singular, que permitan crear una marca de calidad contrastada.

El blanco La Calma 1999 es un monovarietal de la cepa Chenin Blanc, una variedad plantada a principios de los años 80 en una pequeña parcela de sólo 0,89 hectáreas, y sorprende que en un espacio tan reducido logren producir un vino tan excepcional. El cariño y cuidado que Can Ràfols aplica en esta pequeña parcela evidencia el respeto con que se tratan a las viñas y a la tierra en esta bodega.

Estas vides crecen en un suelo extremadamente calcáreo, con fósiles de conchas marinas que logran que este vino sea tan mineral y profundo. Es un vino que en boca se siente graso y untuoso, en donde el terruño se expresa en su plenitud. Su gusto es sabroso, con buena acidez, y se encuentra trazos de fruta blanca de hueso con notas ahumadas y toques delicados de especies. En tanto, en nariz es muy expresivo, con pinceladas de flores blancas, fruta fresca y hierba seca.

Se trata de un vino fermentado y criado en roble francés durante cuatro a cinco meses, sin añadir levaduras seleccionadas y criado en botella durante 24 meses.

Hace poco tuve oportunidad de degustar la añada 1999, y en la cena, cuando se terminó la botella, pensé en lo afortunado que era porque pude degustar esta añada mítica, que hará historia en esta bodega.

 

a.
Ahora en portada