Islas Cook: el paraíso existe y está a 17.000 kilómetros

Alrededor de 35 horas de avión nos separan de un paraíso aún sin masificar de aguas turquesas, fondos coralinos y arena blanca

Entre Tahití y Nueva Zelanda, sin semáforos, atascos o estrés, donde el azul del mar se declina en tonalidades imposibles y los arrecifes de coral compiten en belleza con playas de arena finísima y verdes cimas volcánicas, emerge Rarotonga, capital de las Islas Cook.

Pese a lo que pueda creerse, el capitán James Cook nunca desembarcó en este archipiélago, aunque sí reclamó para Gran Bretaña la posesión de las islas.

Rumbo a Rarotonga

«Kia orana», bienvenidos a las Islas Cook, es el saludo local que, además de hola, nos desea una larga y satisfactoria vida. No es mal comienzo para una aventura que promete ser una experiencia vital.

El precio a pagar se traduce en los casi 17.000 kilómetros que nos separan de este archipiélago en la Polinesia, al que se accede en avión desde Los Ángeles, Auckland, Tahití y Sydney.

No es necesario ningún visado para acceder a las Islas Cook: un pasaporte en vigor y un billete de vuelta nos permiten una estancia de hasta 31 días

A cambio, se puede entrar sin ningún tipo de visado: un pasaporte en vigor por un mínimo de seis meses desde la fecha de entrada y un billete de vuelta permitirán una estancia de hasta 31 días.

Paraíso en el corazón del Pacífico

La mayor y más poblada de las quince islas que forman el archipiélago distribuidas en dos grupos de atolones es Rarotonga. Exuberante y verde, es también la más joven de las islas por lo que, a diferencia de sus hermanas, destaca por sus riscos escarpados que se precipitan sobre mansas terrazas moteadas de plátanos, cocos, papayas y piñas.

Su orilla, de 32 kilómetros, se puede recorrer por la única carretera disponible. Una franja de arena fina y blanca cuajada de palmeras da paso a una laguna bordeada de arrecifes de coral. Precisamente esa barrera hace que sus aguas tranquilas sean perfectas para bucear sin parar.

Buceo en Islas Cook
Las lagunas naturales ofrecen posilidades de buceo espectaculares.

Con una temperatura del agua siempre cálida, bastan unas gafas, aletas y un tubo para volar junto a cientos de peces tropicales, tortugas verdes, tiburones de arrecife, ballenas jorobadas y corales rojos a uno y otro lado de la barrera.

Para descubrir el interiorde, podemos realizar un trekking hasta llegar al pico Te Rua Manga, también llamado The Needle, con 413 metros de altura y punto más alto de la isla.

Vida animada

La capital de isla -y del archipiélago- es Avarua, que presume de no tener ningún edificio más alto que un cocotero. Tampoco encontraremos ninguna franquicia de comida rápida, pero sí bares, restaurantes y kioskos donde descubrir la gastronomía. Una buena elección es el Nautilus Resort Rarotonga en la playa de Muri.

Para alojarse, el Muri Shores, Crystal Blue Lagoon Villas o Rumours Luxury Villas & Spa son algunas de las mejores opciones. Mientras, para conocer la cultura y la danza tradicionales, destaca Te Vara Nui, un pueblo cultural con recorridos por diferentes aspectos de la cultura local y un gran espectáculo musical y de danza que narra la historia polinesia.

IslasCook7
Las infinitas tonalidades de azul hacen del archipiélago un regalo para la retina.

El pueblo de Titikaveka, en la costa sur, se distingue por su iglesia revestida de coral y por su amplísima playa, la mejor de la isla para nadar y bucear.

Los sábados por la mañana se celebra el mercado cultural Punanga Nui, un buen plan para encontrar tesoros como artesanías locales, entre las que destacan tallas de madera del escultor Henry Tavioni, acuarelas, tivaevae (patchwork hecho a mano) y perlas negras, mientras suena de fondo una melódica música en vivo muy característica de las islas.

Por la noche, Rarotonga cobra vida con espectáculos culturales, un atractivo escaparate de la herencia nativa interpretado a través de canciones, llamas de fuego y golpes de cadera.

Aitutaki, ‘la pequeña Bora Bora’

A menos de una hora de vuelo desde Avarua se encuentra Aitutaki. Tres islotes volcánicos y doce islas aún de menor tamaño sobresalen en una laguna coralina a que debe el sobrenombre de ‘pequeña Bora Bora’ y conforma uno de los entornos naturales más espectaculares del Pacífico.

Aitutaki Islas Cook
La laguna que forma la barrera de arrecife de Aitutaki es una de las mejores del mundo para el snorkel.

Montar a caballo, jugar al golf, disfrutar de las playas, pescar, subir a la cima del Mungapu para deleitarse con sus vistas o recorrer la isla en motocicleta son algunas de las opciones más atractivas.

El buceo cobra aquí otra dimensión. Según los expertos, los fondos de su laguna son los mejores del mundo. Para explorarlos, merece la pena la excursión de un día a bordo de un barco o vaka tradicional.

Ya en el agua, compartirás espacio con peces ángel, peces mariposa y peces loro, así como tortugas verde, marina o carye, esta última en peligro de extinción. También es posible avistar ballenas jorobadas en su migración entre junio y septiembre.

Algunas opciones para alojarse en esta isla son Etu Moana Boutique Beach Villas, Pacific Resort Aitutaki o Tamanu Beach Resort Aitutaki.

Gastronomía sabrosa y colorida

La gastronomía en las Cook es pura naturaleza: el abundante pescado y marisco local y la carne de la vecina Nueva Zelanda garantizan excelentes platos, enriquecidos con deliciosas frutas y verduras tropicales de las fértiles granjas de Rarotonga.

La gastronomía en las Cook es pura naturaleza: pescados y mariscos frescos se enriquecen con deliciosas frutas y verduras tropicales de las fértiles granjas de Rarotonga

Entre las propuestas tradicionales destaca el umu, el horno bajo tierra. Con técnica similar al hangi maorí de Nueva Zelanda, consiste en cocinar durante tres horas carne, verduras y frutas envueltas en hojas de plátano enterradas bajo tierra junto a piedras candentes. Hay varios lugares para degustarlo e, incluso, participar en su preparación, como la Atiu Tumunu experience.

Entre las verduras destaca el rukau –una especie de espinacas- y, entre las frutas, mangos, papayas, plátanos y feijoas. El rori (pepino de mar) se come crudo o cocido, y el ika mata (pescado crudo) se macera con lima, cebolla y coco.  

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