La magia que esconde el desierto más seco del mundo

Entre salinas y géiseres, el desierto de Atacama, el mejor lugar para el astroturismo del mundo, sorprende con sus extravagantes floraciones

Sorprendente y casi mágico, en Chile hay vida incluso en los lugares donde no hay vida. Es el caso del desierto de Atacama, el lugar más árido del planeta, con 105.000 km2 y que asciende a los 4.000 m de altura. Allí donde la lluvia puede tardar entre 15 y 40 años en aparecer surge, sin embargo, un exuberante jardín con presencia de cientos de especies.

En 2018, 2017 y 2015 fue posible ver este auténtico espectáculo natural ocasionado por lluvias inusualmente elevadas, esas que a principios de siglo pasado tardaron exactamente 173 meses en llegar.

El fenómeno de El Niño nos dejó en 2018 una de las ediciones más impactantes de este espectáculo, conocido ya como desierto florido

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Donde lo imposible es posible

La última vez fue el fenómeno de El Niño el responsable de un fenómeno que hace posible lo imposible: esto es, una floración sensacional que alfombra el desierto de tonalidades amarillas, violetas, rojas y blancas de hasta 200 especies.

Desierto florido. Foto EFE

Desierto florido. Foto: EFE.

Entre ellas, aprovechan estos inusuales especies  como las añañucas amarillas y rojas (Rhodophiala phycelloides), el huille de flores blancas (Leucocoryne spp.), la pata de guanaco (Cistanthe grandiflora) de colores lilas y celestes (Nolana paradoxa), el don Diego de la noche (Oenothera coquimbensis), malvillas (Cristaria ovata), coronillas del fraile (Encelia canescens), cartuchos y lirios amarillos (Argylia radiata y Alstroemeria kingii) y orejas de zorro (Aristolochia bridgesii), que es posible observar especialmente en la zona del Valle del Huasco y el Valle de Copiapó.

Más allá de las flores, el desierto ofrece un paisaje casi marciano donde conviven salares, géiseres y lagunas, pueblos mineros y animadas urbes, deportes náuticos y aventuras sobre las dunas

Entre salares y géiseres

Más allá de las flores, el desierto ofrece un paisaje increíble, casi lunar -o marciano-, donde conviven salares, géiseres y lagunas de un intenso color azul con pueblos de calles y casas de adobe y cultura ancestral como San Pedro de Atacama, deportes náuticos o aventuras sobre las dunas.

Tomando precisamente San Pedro de Atacama como punto de partida, después de visitar su Pueblo de Artesanos donde recorrer talleres y descubrir tradiciones y hacer una incursión en propuestas gastronómicas, ponemos rumbo al Valle de la Luna, de extrañas formaciones rocosas y dunas, el Valle de Marte y la Cordillera de la Sal. Rodeados siempre por una especie de halo místico podremos practicar trekking, hacer fotografías sin límite o surfear practicando sandboard.

Surf en las dunas en San Pedro de Atacama. Foto Sernatur

Surf en las dunas en San Pedro de Atacama. Foto: Sernatur.

El Salar de Atacama, de 3.000 km2, es otro punto imprescindible y hogar de una gran colonia de flamencos – andinos, chilenos y de james- ante los que merece la pena quedarse embelesados mientras ellos se alimentan en ‘ojos de agua’ como la laguna Chaxa.

Si de algo puede presumir el desierto de Atacama es de constituir el mejor destino del mundo para la observación de estrellas

El Geiser del Tatio, el Parque Nacional Pan de Azúcar, las Lagunas Verde, Santa Rosa y Negro Francisco.

De vuelta en la civilización, núcleos urbanos como Arica e Iquique nos embrujan con su mezcla de playas de agua tibia, cocina local, locales bohemios y animada vida nocturna y donde, por nada, debemos dejar de relajarnos con un mango sour en la mano.

Flamencos en los Ojos del Salado. Foto Sernatur

Flamencos en los Ojos del Salado. Foto: Sernatur.

Astroturismo con mayúsculas

Más de 300 días despejados al año, una escasa contaminación lumínica y una humedad prácticamente inexistente hacen del desierto de Atacama y el norte de Chile el mejor lugar del mundo para ver las estrellas.

Lugares como La Serena, Valle del Elqui, San Pedro de Atacama, Antofagasta e Iquique cuentan con importantes infraestructuras para la observación de los astros, entre ellos algunos de los observatorios científicos más potentes del globo, como ALMA -que cuenta con el radiotelescopio más grande del mundo-, Tololo -con 8 telescopios y un radiotelescopio- y Paranal, considerado el más productivo del mundo, con descubrimientos y resultados que dan lugar a más de un documento científico por día, dotados de tecnología de punta y orientados a la investigación del universo.

 

Los observatorios astronómicos del país están abiertos al público y ofrecen incluso recorridos guiados por sus instalaciones -siempre con reserva previa-.

En todos estos lugares hay además empresas que se encargan de transportar, dar alojamiento y proveer de equipos de observación a los viajeros.

El próximo 14 de diciembre, además, tendrá lugar un eclipse solar total que será perfectamente visible desde Chile, si bien en este caso no tendrá al desierto de Atacama como el mejor observatorio (el porcentaje de visibilidad allí será el 55%), sino la zona de La Araucanía (100% de visibilidad), seguida por las regiones de Los Ríos, Los Lagos, El Biobío o el Ñuble.

Astroturismo en Coquimbo. Foto Sernatur.

Astroturismo en Coquimbo. Foto: Sernatur.

 

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