Málaga: la ciudad que guarda el secreto de la felicidad

Después de meses de confinamiento, Málaga es la cura de luz, color, alegría y bienestar que necesitamos

Gastronomía, arte, cultura, historia, playa y montaña… y sol. Mucho sol. Y también alegría y bienestar. Son numerosas las virtudes que hacen de Málaga una de las ciudades europeas con mayor calidad de vida y uno de los destinos turísticos más atractivos de Andalucía.

En los últimos años Málaga ha experimentado una profunda transformación urbanística, cultural, gastronómica, artística, y social. Esta reinvención colectiva, junto con sus infraestructuras —tiene AVE y autopista, y está a una hora de avión de Madrid y a dos de Barcelona— y a su clima privilegiado, hacen de Málaga la ciudad feliz que sorprende tanto a quien no la conoce como a quien lleva tiempo sin visitarla. Y es un destino apto para cualquier época del año. También en verano.

Ubicada entre los montes de Málaga, el Mediterráneo y la desembocadura del rio Guadalmedina, la geografía de Málaga ha determinado el desarrollo de la ciudad, su gastronomía y el carácter de sus gentes. Y, por supuesto, también su clima.

La rehabilitación del centro de Málaga ha devuelto su esplendor a la mayoría de los edificios. Fotografía: DDZ Photo

La rehabilitación del centro de Málaga ha devuelto su esplendor a la mayoría de los edificios. Foto: DDZ Photo.

Incluso en agosto el tiempo en Málaga es benévolo: en el mes más caluroso la temperatura media es inferior a los 26º, y la máxima promedio apenas supera los 30º. Y durante todo el año Málaga goza de incontables días de sol y de noches acogedoras que invitan a vivir de puertas hacia fuera, en el exterior; a pasar los días y las noches en sus playas, montañas, locales y paseos marítimos; en sus plazas y en sus calles.

Del centro histórico al puerto de Málaga

La Alcazaba, palacio fortificado de la época musulmana. A sus pies se encuentran los restos arqueológicos del Teatro Romano, que en los últimos años ha recuperado su uso ocasional. Fotografía: Freiheitsjunkie

La Alcazaba, con el Teatro Romano a sus pies. Foto: Freiheitsjunkie.

Decenas de siglos y de civilizaciones confluyen en Málaga. En la ciudad conviven construcciones milenarias y modernas. El Teatro Romano, la Alcazaba, la Alcazabilla, la Judería, el Castillo de Gibralfaro o la Catedral de Málaga —popularmente conocida como la «manquita» por la ausencia de una de sus torres, nunca construida— son algunas de las grandes muestras del amplio legado histórico, social, arquitectónico y cultural de una ciudad que se sitúa entre las más antiguas del mundo.

El Teatro Echegaray, en el centro de la ciudad, acoge espectáculos de danza, teatro, música y otras artes escénicas. Fotografía: Postcardtrip.

El Teatro Echegaray acoge espectáculos de danza, teatro, música y otras artes escénicas. Foto: Postcardtrip.

El casco histórico está formado por calles estrechas y sinuosas. Muchas de esas calles esconden rincones con encanto. Bares y tabernas que huelen a tradición y que reciben a propios y extraños por igual, como La Cosmopolita, El Pimpi, la Antigua Casa de Guardia o Los Gatos. Y, antes o después, directa o indirectamente, todas esas calles llegan la plaza de la Constitución.

Desde allí sale la calle Larios —reconvertida desde hace unos años en espacio peatonal y salpicada de bares, restaurantes, comercios y tiendas de moda— que desemboca en el, ahora sí, espectacular puerto de Málaga.

En los últimos años el puerto de Málaga ha experimentado una profunda transformación para abrirse a la ciudad. A la izquierda El Cubo, sede del Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Manolo Franco

El puerto de Málaga ha experimentado una profunda transformación para abrirse a la ciudad. Foto: Manolo Franco.

El puerto de Málaga se ha transformado en los últimos años en un espacio abierto para uso y disfrute de los ciudadanos. De los ciudadanos permanentes, y de los que están de paso. Allí se pueden encontrar superficies comerciales y numerosos espacios verdes, de juegos, entretenimiento y de restauración. Y, por supuesto, en el puerto también hay espacio para el arte y la cultura.

Centro Pompidou de Málaga. Fotografía: Postcardtrip

El Cubo, sede del Centro Pompidou de Málaga. Foto: Postcardtrip.

En el puerto, cerca del Muelle Uno, se encuentra el Centro Pompidou de Málaga, uno de los últimos en incorporarse a la vasta oferta de museos de la ciudad.

Ubicado en El Cubo —el nombre lo dice todo: es un vanguardista espacio de acero y vidrio— el Centro funciona como franquicia del Centro Nacional de Arte y Cultura Georges Pompidou de París, sirviendo como centro de exposiciones de arte semipermanentes.

Del puerto a la playa de la Malagueta y más allá

Caminando desde el centro de Málaga, o a una calle del puerto, se encuentra la playa de la Malagueta. Una playa urbana extensa, amplia y de agua limpia que cuenta con todo lo necesario para pasar un día con el Mediterráneo como paisaje, y con la ciudad como telón de fondo.

Playa de la Malagueta, muy cerca del puerto (y del centro) de Málaga. Fotografía: Joel Casey

Playa de la Malagueta, muy cerca del puerto (y del centro) de Málaga. Foto: Joel Casey.

En la playa de la Malagueta hay bares y chiringuitos para beber y comer, y muy cerca se sitúan algunos de los restaurantes más conocidos (y míticos) de la ciudad: El Refectorium, Restaurante Miguel, Antonio Martín, Albahaca, Viznaga Tapas… Desde allí también se puede llegar caminando o en transporte público a buena parte de la enorme oferta gastronómica que ofrece Málaga.

Favorecida por el clima, la comarca de la Axarquía, en Málaga, es un gran productora de aguacate. Fotografía: Ihssan Rami Azouagh.

La comarca de la Axarquía es una gran productora de aguacate. Foto: Ihssan Rami Azouagh.

Porque la gastronomía, tradicional o vanguardista, es una de sus señas de identidad: Málaga acapara más de un tercio de todas las estrellas Michelín que brillan en Andalucía.

Desde la Malagueta, hacia el este, se llega primero a Predegalejo y después a la barriada de El Palo, un barrio que permite conocer cómo era ‘la málaga de los pescadores’, con pequeñas viviendas en primera línea del mar.

Espeto de sardinas. Fotografía: Gavilla

¿Cómo resistirse a un espeto de sardinas? Foto: Gavilla.

Allí las playas son más pequeñas y áridas, pero merece la pena visitarlos para tomar espetos con cerveza fría o con vinos de Andalucía —Fino, Manzanilla, Amontillado o Palo cortado, además de los propios de la provincia— en Los Cuñaos y Miguelito el Cariñoso (Pedregalejo) y El Tintero o el Zagal (El Palo.)

El Balneario, entre la Malagueta y Pedregalejo. Fotografía: XaviDiazG

El Balneario, entre la Malagueta y Pedregalejo. Foto: XaviDiazG.

De regreso, antes de llegar de vuelta a la Malagueta, desde hace un siglo El Balneario es una referencia de la ciudad. Ha pasado por épocas mejores y peores, pero siempre ha sido un lugar de atractiva decadencia y excepcional ubicación: una construcción que se funde con el mar —y no deja de sufrir las consecuencias— para configurarse como el mejor lugar de la ciudad desde el que ver atardecer y saltar a los “pescaos”, y donde refrescarse con los primeros soplos de la brisa nocturna.

Durante el mes de julio Vueling unirá Málaga con un total de quince destinos directos a Barcelona, Bilbao, Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote, Santiago de Compostela, Mallorca, Menorca, Ibiza, París (Orly), Roma (Fiumicino), Ámsterdam, Bruselas y Nantes.

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