Mérida, ciudad de arqueología, arquitectura y sorpresas

Además de conservar excelentes tesoros del Imperio Romano de Occidente, también es una urbe del siglo XXI, una ciudad de arte, gastronomía y arquitectura

Tras la cascada de cancelaciones de citas culturales y eventos veraniegos llegó una buena noticia: el Festival de Teatro Clásico de Mérida sí se celebrará. Será entre el 22 de julio y el 23 de agosto, con un aforo inicial de 50% y menos producciones, además de nuevas medidas de seguridad e higiene. Un éxito, una celebración «de la vida y la cultura», según el presidente del Festival, Jesús Cimarro, que también ha obtenido el respaldo de los espectadores, como demuestra la venta, en tan solo las diez primeras horas, de 3.354 entradas. Aprovechamos para redescubrir la capital extremeña.

Mérida no es ciudad que seduzca a las primeras de cambio. De hecho, en un vistazo inicial, cuando se llega desde la Vía de la Plata o desde la autovía Madrid-Lisboa, parece una más de esas urbes de la España interior crecidas al abrigo del desarrollismo de la segunda mitad del siglo XX, casi sin orden ni concierto. Solo son apariencias: a la que se empieza a rascar un poco, uno descubre que su declaración, en 1993, como Ciudad Patrimonio de la Humanidad de la Unesco está más que justificada.

Los vestigios del Imperio Romano de Occidente son tantos y tan diversos en la antigua Emerita Augusta que los encontramos hasta en portales y garajes

 

MeÌrida es mucho maÌs que sus ruinas romanas. Foto Getty Images.

MeÌrida es mucho maÌs que sus ruinas romanas. Foto: Getty Images.

Pocos lugares hay como la capital extremeña que atesoren tantos, tan valiosos y bien conservados restos del periodo de esplendor del Imperio Romano de Occidente. A veces, incluso, en lugares tan poco comunes como los portales y cocheras de las viviendas actuales, donde a veces se pueden admirar vasijas, tumbas o mosaicos de aquella lejana época.

Como es obvio, la mayor parte de quienes vienen hasta Mérida lo hacen para conocer esos vestigios de la Antigüedad. Pero esta es también una ciudad del siglo XXI. Rica en cultura, realmente interesante en el capítulo gastronómico, con una amplia oferta de actividades de ocio y, desde luego, muy abierta a visitantes llegados de los más diversos lugares del planeta.

El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida fue diseñado por el arquitecto Rafael Moneo y se inspira en las proporciones geométricas del Arco de Trajano, también en la ciudad

[Para leer más: Los festivales son para el verano: Mérida y otros que se reinventan]

Pero, pese a lo dicho con anterioridad, quienes busquen escenografía pueden encontrarla junto al cauce del río Guadiana que es, sin duda la razón de que aquí se asentaran los romanos hacia el año 25 antes de nuestra era. Una curiosidad: Emerita Augusta se fundó con una misión eminentemente lúdica, como lugar de retiro y descanso para las tropas de la provincia de Lusitania.

Escultura en el Foro romano de MeÌrida. Foto Getty Images

Escultura en el Foro romano de MeÌrida. Foto: Getty Images.

En esta zona llama poderosamente la atención el Puente Romano (siglo I a. n. e.) que, con sus casi 800 metros y 60 arcos de piedra está considerado como el más largo de cuantos han sobrevivido a la Antigüedad Clásica.

Contrasta mucho la monolítica imagen de esta construcción con las líneas del vecino puente Lusitania. Diseñado éste por Santiago Calatrava e inaugurado en 1991, en él se reconocen los elementos distintivos que han hecho tan conocida la obra del arquitecto valenciano. Sobre todo en el arco central de 190 metros, del que cuelgan 23 pares de péndulas.

Los puentes romano y Lusitania. Foto Getty Images

Los puentes romano y Lusitania. Foto: Getty Images.

Entre ambos, en paralelo a la ribera más cercan al casco histórico de la localidad discurre el Paseo de Roma, con amplias zonas ajardinadas ideales para el paseo. Un lugar muy agradable, sobre todo durante los atardeceres y las noches de verano.

Pero en Mérida hay muchos otros paseos recomendables. Desde luego, está el callejeo por su casco histórico, entre plazuelas, iglesias y antiguos palacios, hasta llegar al Teatro Romano.

Antígona, de Víctor Ullate, en el Festival de Teatro ClaÌsico de MeÌrida (2019). Foto: Jero Morales | EFE.

Antígona, de Víctor Ullate, en el Festival de Teatro ClaÌsico de MeÌrida (2019). Foto: Jero Morales | EFE.

Hablar de este magnífico auditorio, construido a principios del siglo I de nuestra era, es hacerlo de su Festival de Teatro, el más importante de los certámenes clásicos del país que, como decíamos, celebrará este año su edición número 66. Esto no quiere decir que la vanguardia y lo rompedor queden fuera de la escena: lo cierto es que cada temporada hay algún montaje o grupo escénico nacional o internacional que logra sorprender a los espectadores con alguna creativa (y a veces hasta escandalosa) propuesta.

Muy próximo se encuentra otro prodigio arquitectónico, pero esta vez de nuestra época: el Museo Nacional de Arte Romano, proyectado por Rafael Moneo y, para muchos, su obra fundamental. Tan interesante como el continente es el contenido de este museo, con numerosas piezas escultóricas, mosaicos y los objetos más diversos encontrados en diferentes yacimientos arqueológicos de la zona y más allá.

El museo se inspira en las proporciones geomeÌtricas del Arco de Trajano. Foto Pedro FarreÌ EFE

El museo se inspira en las proporciones geomeÌtricas del Arco de Trajano. Foto: Pedro FarreÌ | EFE.

Y tampoco está lejos uno de los espacios de cultura más recientes de la ciudad: el Museo Abierto de Mérida (MAM), inaugurado en 2005 y con un resolutivo diseño a cargo del arquitecto local Rafael Mesa. El complejo está formado por una sala de exposiciones temporales, en la que han mostrado sus obras varios de los artistas emergentes de Extremadura y también algunos de los ya consagrados; y las salas de las colecciones Geoemérita (de Geología) y Praemérita (con hallazgos prehistóricos de la comarca).

Obligada es la visita al Templo de Diana que, sin duda, es uno de los lugares más singulares de Mérida. La columnata perimetral de este antiguo templo dedicado a esa diosa la mitología romana acoge un palacio renacentista. Una combinación de estilos y de épocas que resulta tan armónica como sorprendente en cuyo interior alberga un Centro de Interpretación de recomendable visita.

Templo de Diana en MeÌrida. Foto Alberto Santacruz EFE

Templo de Diana en MeÌrida. Foto: Alberto Santacruz | EFE.

Muy cerca de allí se encuentra el restaurante De tripas corazón, ideal para disfrutar cómodamente sentados en sus mesas de los rotundos sabores y texturas de la cocina extremeña y española en un local con una decoración cálida y acogedora. Los cortes de carne retinta hechos a la brasa y el codillo de cerdo gratinado al horno son los emblemas de la casa.

Aunque, claro, Mérida tiene también una bien ganada fama como ciudad del tapeo. Por ejemplo en locales tan atractivos como La Tahona y Sagasta 9, con propuestas clásicas y sabrosas que están entre las favoritas de los propios emeritenses.

Más innovadora y con cierto aire de sofisticación es la carta de tapas de Natura Gastro Art. Y quienes quieran un local de diseño actual pueden darse una vuelta por Serendipity, con raciones muy generosas.

En la zona del Arco de Trajano hay mucho ambiente. Foto Getty Images.

En la zona del Arco de Trajano hay mucho ambiente. Foto: Getty Images.

Más allá del conjunto urbano, uno de los lugares más populares de Mérida es el Embalse de Proserpina. Situado a unos 5 kilómetros y, pese a que popularmente se lo conozca como ‘La Charca’, se trata de una construcción de gran importancia histórica. De hecho, se considera que se trata de la presa en funcionamiento más antigua de España y la segunda del mundo. Está en medio de un agradable entorno natural donde contrastan los enormes muros y contrafuertes de la presa que, tras más de 20 siglos, siguen desafiando al paso del tiempo y el consecuente deterioro.  

Para terminar, se puede disfrutar de uno de los lugares donde más se percibe ese extraño contraste entre la Antigüedad y el presente que se experimenta de forma permanente en la capital extremeña: la terraza, bar, restaurante y local de copas Bow, que anima los días y noches de la Plaza del Arco de Trajano. Espacio urbano éste presidido por el arco monumental que le da nombre y que supone uno de los símbolos más reconocidos por los habitantes de Mérida.

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